12 de octubre: descubrimiento, colonización y conquista vs encontronazo, rapiña y ocupación


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El 12 de octubre se le ha conocido y se celebra por el día del choque entre dos culturas, luego por el del encontronazo, o por el de la raza o la hispanidad, sin embargo debería ser de luto por todos aquellos habitantes de estas fecundas tierras de América a les que le fue arrancado sus riquezas y sus vidas.

Resulta curioso y hasta preocupante observar cómo, al pensar en el significado del llamado “descubrimiento” de América, lo primero que surge en la mente de muchas personas todavía hoy es únicamente la consideración del viaje transoceánico por parte de Cristóbal Colón como un derroche de valentía, audacia y espíritu emprendedor —todo lo cual es cierto—, cuyas consecuencias más importantes fueron el descubrimiento por los europeos de una gran parte del planeta desconocida por ellos hasta entonces, y el desarrollo posterior, durante los siglos siguientes, de una población con una cultura “nueva”, en un continente “nuevo” —lo cual también es cierto, en algún sentido. Se olvidan con demasiada frecuencia determinados hechos históricos de especial importancia que precedieron a los viajes de Colón, como por ejemplo: la masacre, el saqueo y la destrucción de los habitantes naturales de Islas Canarias. Esos acontecimientos, sin embargo, fueron el preludio que anunciaba el carácter depredador y ambicioso que definiría, en buena medida, el comienzo del colonialismo en América.

<<Cristóbal Colón

Existe una razón de mucho peso que no podemos olvidar cuando recordamos los sucesos que antecedieron a la llegada de los europeos a América: la búsqueda de oro fue una de las motivaciones principales, si no la mayor, que provocó los viajes de “descubrimiento” y “conquista” en el denominado Nuevo Mundo. Se ha hablado mucho sobre la necesidad que tenían algunas incipientes potencias europeas de encontrar una nueva ruta hacia el Oriente, por el Occidente del globo, con el fin de restablecer el comercio —cada vez más difícil— de especias, tejidos de seda, piedras preciosas y otras mercancías lujosas. Durante siglos algunos sectores de Europa se habían acostumbrado a consumir y poseer esos productos, trayéndolos desde el llamado Oriente por el Mar Mediterráneo y el Mar Negro, que en aquel momento se hallaban obstruidos por la ocupación militar de los turcos. Por otra parte, se ha hablado también del desarrollo del conocimiento científico alcanzado y llevado a la práctica ya en esa época; en particular con relación a la navegación y la cosmografía. Pero, efectivamente, la causa principal de los viajes de Colón ha seguido siendo la causa económica, sin lugar a dudas favorecida por las circunstancias sociohistóricas y científicas antes mencionadas, entre otras.

¿Por qué fue la búsqueda de oro la mayor motivación que traían en sus mentes los denominados “conquistadores”? Porque, como sabemos, con el desarrollo del comercio y de las ciudades europeas, el dinero se había convertido en medio de cambio principal entre los reinos y naciones. Por ello, las mercancías que Occidente adquiría del Oriente (entre otros motivos, por falta de productos para intercambiar), había estado pagándolas desde tiempo atrás con oro y plata, y esta salida incontrolada de metales preciosos de Europa produjo gran escasez de los mismos, prácticamente sin solución ya a fines del siglo XV. El naciente capital europeo estaba enfrentando, tal vez, la primera gran crisis financiera de su historia (¿igual o peor que la actual?). Y esa era, igualmente, la situación de la España que comenzaban a gobernar los reyes católicos Fernando e Isabel. El nuevo reino padecía una gran pobreza general, originada —entre otros hechos— por ocho siglos de una guerra unificadora mediante la cual habían expulsado del territorio peninsular a los musulmanes, representantes indiscutibles de las relaciones mercantiles nacientes entonces en ese territorio. De modo que, en 1502, todavía el reino español era por varias razones un estado pobre, y aún más en cuanto a los metales preciosos.

Es fácil, pues, comprender que no sólo los primeros viajes de Colón, sino también los del resto de los “conquistadores” como Pinzón, Córdoba, Grijalba, Cortés, Nuño de Guzmán y otros, estuvieron determinados por el mismo objetivo de encontrar oro y piedras preciosas a toda costa, para sí y para los reyes españoles.

Una vez que hayamos tenido en cuenta las anteriores consideraciones, comprendemos enseguida que existen sólidas razones que incitan a poner en duda los tradicionales conceptos de “descubrimiento”, “colonización” y conquista empleados durante tanto tiempo para hacer referencia a los principales hechos históricos ocurridos en nuestro continente a partir de 1492, y principalmente a lo largo del siglo XVI. Acercándonos un poco más a la perspectiva desde la cual los bibliotecarios solemos abordar los significados de los términos, podemos encontrar en los dos vocablos algunas aristas que los hacen inaplicables al caso histórico que nos corresponde, o sea, muy particularmente a la historia de Cuba.

Colón ante los reyes católicos y el Infante Don Juan en 1493>>>

Hay que decir que, tanto por la complejidad semántica de los términos, como por su trascendencia económica, al menos en Cuba no hubo “descubrimiento” ni “conquista” propiamente dichas, como tampoco hubo una real “colonización”, al menos en los primeros tiempos. Veamos: lo primero para tener en cuenta es que el término “descubrimiento” lo ha empleado tradicionalmente la historiografía tradicional con un original enfoque eurocéntrico, ya que fueron de origen europeo los primeros hombres que escribieron sobre los viajes de Colón y de otros a América. Ellos no conocían la existencia de este continente, ni sabían que sus pobladores originales habían comenzado a habitar el continente desde hacía al menos cuarenta mil años, como tampoco sabían que la isla de Cuba estaba habitada hacía cerca de diez mil años atrás; de modo que para los europeos el encuentro con esta realidad desconocida fue un descubrimiento. En este sentido, podríamos asegurar que para los pueblos de indoamérica la llegada de los europeos constituyó también un descubrimiento, pues en verdad fue un encuentro mutuo. Así, el vocablo “descubrimiento” en el presente caso ha tenido siempre una connotación unilateral, o sea, sólo desde la mirada del europeo. Para nosotros, aquello ocurrido hace más de cinco siglos, fue un encuentro (o un “encontronazo”, como muy bien han dicho otros).

Por su parte, la voz “colonización” también tiene importantes inconveniencias. Lo cierto es que al menos durante las primeras décadas del siglo XVI no se produjo colonización propiamente dicha en ninguna parte de nuestro continente. La sed de oro y en general de metales y piedras preciosas que constituyó el móvil principal de la ocupación territorial española fue tal, que difícilmente pudiera pensarse en otra variante que no fuera la consecución a toda costa de esta fácil y rápida forma de enriquecimiento. A pesar de que numerosas formulaciones reales aparecidas en leyes y otros documentos oficiales obligaban o indicaban la conveniencia de colonizar, la realidad del otro lado del océano se comportaba siempre de manera diferente. Como se sabe, la característica económica general de los dos primeros siglos de colonialismo español en Cuba, no se ajustó  a un plan de establecimiento permanente de familias españolas en una nueva tierra, para fundar y crear una nueva vida cuyos beneficios alcanzaría a las generaciones siguientes, sino que las tierras recién ocupadas constituyeron una fuente para la extracción inmediata y directa de sus riquezas minerales principalmente, las cuales rápidamente podían ser trasladas a la patria original. Hubo también familias establecidas, claro está, pero en conjunto fueron siempre los menos. La mayor parte de los españoles venía con la intención de partir cuanto antes de regreso a España con las manos llenas del oro y otras riquezas, obtenidas fácilmente del llamado Nuevo Mundo. Se sabe que hasta hambre padecieron muchos españoles de esa época cuando al escasear la mano de obra esclava indígena no tenían quien se dedicara al cultivo de la tierra. Y esto lastró definitivamente el desarrollo económico posterior de la colonia cubana, hasta su posterior conversión en república independiente.

Por último, considero necesario referirnos al vocablo “conquista”, también muy empleado cuando se trata de este asunto. Al respecto debe hacerse la siguiente precisión, ya que sólo una de sus acepciones parece admisible en nuestro caso. Según su origen latino, “conquistar” en cualquiera de sus formas (“conquiro”, “conquisite”, conquisitus”, “conquierere”), significa buscar algo con diligencia, cuidadosamente. De aquí resulta uno de los significados que aún conserva, en el sentido de “enamorar”, “convencer”, “persuadir”, “seducir”, etcétera. El otro significado actual de “conquistar”, que equivale a “forzar”, “invadir”, y en general, “ganar algo por la fuerza”, fue adquirido posteriormente al aplicársele esa expresión a la obtención de un propósito no por la fuerza de la persuasión, sino por la violencia de las armas, con el fin de ocultar la verdad de los hechos y endulzarlos ante la vista ajena… y de la historia.

<<<enfrentamiento entre indígenas y colonizadores

Pero resulta que, en nuestro caso, la imposición del sistema esclavista a la población indígena costó muchas vidas de ambos bandos, pues como sabemos por los documentos históricos, nuestros nativos mantuvieron durante décadas un enfrentamiento sin cuartel a los invasores europeos. Incluso mucho después de concluida oficialmente la esclavitud para los indígenas cubanos (en 1555), se continuaron reportando alzamientos y actos de hostilidad de los indocubanos hacia los peninsulares. Si consultamos la papelería oficial de la época, comprobamos que los españoles en aquellos años no lograron “conquistar” ningún territorio, pues fueron siempre hostilizados por su enemigo natural, quien por lo general trató de repelerlos, más tarde o más temprano, y con mayor o menor éxito. La hostilidad fue siempre permanente. No hubo “conquista” (en el sentido original de la palabra), porque no se produjo en ningún caso una cesión de territorio alguno acordada por ambas partes. Lo que hubo fue ocupación forzada de los territorios pertenecientes a los nativos, quienes con el transcurso de mucho tiempo fueron lentamente desplazados hacia otras regiones. Y también a lo largo de ese tiempo fueron, indígenas y españoles, mezclando sus sangres, sus creencias y sus costumbres, para dar lugar poco a poco al criollo en el que hoy reconocemos nuestro origen campesino y por lo tanto nuestra verdadera identidad.

Conmemoremos, pues, este nuevo aniversario del mutuo encuentro, con las debidas precauciones ante las trampas que los términos y los conceptos puedan tendernos.

 

Notas:
Fotos pertenecientes a la fototeca de la Biblioteca Nacional "José Martí".
Ilustraciones de Modesto Medina pertenecientes al libro Los indocubanos con textos de Onelio Jorge Cardoso, publicado por Editorial Gente Nueva, 1982.


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