Algo más que bustos


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I

José Martí, cronista y admirador de la fotografía, así como, conocedor de aquellos adelantos científicos y tecnológicos que coadyuvaron a la consecución y definición de este lenguaje visual,  también  hizo expreso el conocimiento e interés en su iconografía fotográfica.

La elección de los momentos en que se hacía tomar fotos, las personas elegidas para  hacérselas llegar y las dedicatorias que escribía detrás de las mismas, verdaderos poemas en prosa, son evidencias inequívocas de una conciencia de la primera imagen  técnica creada por la inventiva humana;  asimismo, de sus ilimitadas posibilidades estético-comunicativas en un futuro inmediato.

Al igual que lo ocurrido en otras manifestaciones de nuestra cultura  visual en las últimas décadas, en la fotografía de asunto martiano el cambio no se dio a partir de un corte abrupto, sino de una gradual y efectiva asimilación de los componentes del tránsito a conjugarse en su desarrollo, en los que tuvo un papel determinante el paso de la instantánea  analógica a la digital.  A ello se sumaría el interés de los fotógrafos más activados al cambio de asumir el icono desde una perspectiva de la realidad propia del entorno urbano y social característico del tránsito de un siglo a otro.

Representativas de este nuevo punto de vista son las series que han dedicado  a los monumentos, bustos y rincones martianos a manera de  asunto central de sus mensajes visuales, en todos los casos con un marcado interés de autentificar un nuevo lenguaje de carácter cognitivo y reflexivo.

Artistas del lente como José Alberto Figueroa, Nelson Ramírez de Arellano, Alfredo Sarabia (hijo) y Enrique (Kike) Smith, son exponentes de esta renovada sensibilidad. A  ellos se suma Lorenzo Santos (Losama), con su exposición Bustos martianos, inaugurada el pasado 28 de enero en el Museo Casa Natal José Martí,  en La Habana Vieja.

II

Un total de diez imágenes, incluidas como una unidad y pertenecientes a las series analógicas recién digitalizadas,  conforman la  muestra de Losama.

El proyecto que comenzó en 2019, y continuó  durante los dos años de pandemia, resulta del mayor interés que vuelva sobre una de las temáticas de asunto martiano con mayor incidencia en nuestro ámbito urbano y social. Hablamos, ni más ni menos, que del muy socorrido busto del Apóstol, el cual tiene por referente al concebido por Sicre en 1926. Desde entonces, no deja de replicarse  hasta la saciedad con diferentes grados de calidad, ya sea de modo  escultórico independiente o en función del llamado «rincón martiano».

Sin pasar por alto que tal concepción y ubicación del busto en relación con su pedestal, soporte del pensamiento del Maestro ―no siempre bien integrado ni plasmado con la mejor tipografía o caligrafía, según el caso―, ha devenido la obra mayor del voluntarismo y la creatividad popular, adueñándose de los más disímiles espacios arquitectónicos  afines con la actividad laboral, docente y pública del país. A esa realidad se  ciñó la cámara  de Losama, para develarnos un conjunto de imágenes de evidente valor estético-comunicativo.

Un ejemplo de ello son las siguientes fotos digitales: “Reflejado”, “Inalcanzable”, “En un carro de hojas verdes” y “Yo te quiero libre”, títulos que complementan el mensaje último a decodificar de la imagen visual aprehendida. Todas, por demás, exponentes del caudal expresivo y cognitivo propio de situaciones únicas generadas a partir  del cotidiano estado de alerta del  autor frente al tema y, consecuentemente, aptas en lo formal y conceptual para develarnos la otra realidad a interpretar de las mismas.

De ahí que la exposición de Losama sea algo más que Bustos…, en tanto se presenta como el paso más reciente dado por la fotografía cubana relacionada con el tema martiano.


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