Aprecios y desprecios de Rotten Tomatoes


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Una de las páginas web más importantes en cuanto al tema cinematográfico, es Rotten Tomatoes (en español: Tomates podridos) que reseña o critica las películas más populares del mundo, y ahora ha publicado una selección de las (supuestamente) cien mejores del habla hispana. En la lista aparecen solo seis títulos cubanos, con algunas ausencias que solo se explican cuando se sabe, porque ellos mismos lo confiesan, que se privilegiaron los filmes más recientes y las cinematografías que han alcanzado mayor número de nominaciones al Oscar, es decir, la española, la mexicana y la argentina.

Rotten Tomatoes surgió en 1998 como una variante especializada de IGN, el Imagine Games Network, centrada en publicar reseñas y noticias sobre videojuegos. Es decir, que en este entorno los filmes son considerados, sobre todo, entretenimiento, mercancía más o menos evaluable en una escala porcentual que convierte todos los criterios, por matizados y complejos que sean, en un Me Gustó o Me Desagradó.

La página asigna la categoría de Tomate Fresco a los filmes cuya cantidad de reseñas positivas, por parte de los críticos profesionales o del público, sea superior al 60 por ciento. Los que estén por debajo de ese límite se clasifican como Tomate Podrido. Cuando alcanzan el 72 por ciento de aprobación, reciben el Certificado de Fresco, que da testimonio de su buena acogida. Quedan fuera todas aquellas obras lejanas e invisibles para una cantidad suficiente de críticos como para promediar y conseguir una etiqueta. Y da igual que los críticos, o el público, en China, India, Rusia, Sudáfrica o Brasil haya privilegiado tal producción. En Rotten Tomatoes solo existen, en aplastante mayoría, los exhibidos en Estados Unidos, reseñados en los medios que la página web suele tener en cuenta para su contabilidad. De modo que Rotten Tomatoes registra más bien el índice de gusto, o de prestigio, dentro del importante mercado cinematográfico que constituyen Estados Unidos y Canadá.

De acuerdo con la preferencia de Rotten Tomatoes por las películas españolas, y por las exhibidas en Estados Unidos, en fecha reciente, nadie debería sorprenderse con la presencia, en el número 98, de Juan de los Muertos (2012, Alejandro Brugués), a cargo de La Zanfoña Producciones y Producciones de la 5ta. Avenida, con la participación del ICAIC, Canal Sur y Televisión Española. La historia de invasión de los zombis (personajes icónicos, entrañables, para la comedia de horror anglosajona) marcó el momento de mayor popularidad internacional en las carreras de intérpretes cubanos como Alexis Díaz de Villegas, Jorge Molina y Jazz Vilá.

En el número 86 aparece Una noche, ópera prima de la británica Lucy Molloy (2012), que ofrece una visión desesperanzada de la vida en Cuba y de la emigración en balsa a través del Estrecho de la Florida. Aclamada en Berlín, Brasilia, Atenas, Estocolmo, y por supuesto en Miami y La Habana, destacó por su carga documental y la espontaneidad de los actores no profesionales, pero evidentemente figura gracias a la procedencia primermundista de la también guionista y por la consabida visión pesimista sobre esta tierra y su gente.

También son coproducciones con España, e incluso compitieron por el Oscar, Fresa y chocolate (1993), codirigida por Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, y la excelente animación que es Chico y Rita (2012), hecha a seis manos por los españoles Toño Errando, Javier Mariscal y Fernando Trueba. Colocadas respectivamente en los escaños 68 y 62, Fresa… y Chico… ofrecen imágenes plausibles sobre la idiosincrasia y cultura nacionales, por más que en la primera prevalezca el profundo conocimiento de la historia y de los referentes imprescindibles que conforman "lo cubano", y en la segunda predomina más bien la visión externa, aunque afectuosa, de creadores extranjeros amantes de la Isla, particularmente de su música.

Hay que sobrevolar varias decenas de esta lista, la de los 50, los 40 y los 30, para encontrar finalmente, en el número 24, a Memorias del subdesarrollo (1968, Tomás Gutiérrez Alea), reconocida por consenso (más allá y más acá de la prensa norteamericana) como una de las mejores películas de todos los tiempos. Y le adelanto a mi lector que hasta ahí llega el máximo reconocimiento de Rotten Tomatoes al cine nacional. Porque en la nómima jamás entraron Lucía (1968), de Humberto Solás, ni La muerte de un burócrata (1966) o La última cena (1976), ambas de Titón, ni mucho menos La primera carga al machete (1969) o La bella del Alhambra (1989) o De cierta manera (1974). Tampoco recordaron Aventuras de Juan Quin Quin (1967), o simplemente nunca vieron Conducta (2014), Retrato de Teresa o Madagascar.

Y en el párrafo anterior hablaba de títulos imprescindibles del cine nacional, aunque algunos consideran cubana, de alguna manera, la superproducción soviética titulada Soy Cuba (1964, Mijail Kalatozov), que sorprende nada menos que en el número siete de la selección. A pesar de estar completamente rodada en la Mayor de las Antillas y contar con la participación de talentos criollos como el productor Miguel Mendoza, el entonces guionista Enrique Pineda Barnet, y de actores como Sergio Corrieri y Salvador Wood, el filme está dominado por una visualidad típica del cine soviético de aquella época, y precisamente el delirio fotográfico de Serguei Urusevski fue el principal argumento de cineastas norteamericanos como Francis Ford Coppola y Martin Scorsese para rescatar el filme del olvido, 30 años después de su realización.

La lista de Rotten Tomatoes está encabezada por la mexicana Roma (2018, Alfonso Cuarón), un liderazgo derivado de una sobrevaloración risible, seguramente relacionada con el hecho de que fue distribuida en el mundo por Netflix, y es la única hispana que ha ganado al unísono el Oscar a mejor película de habla no inglesa y el de mejor dirección. Cuarón, que suele hacer cine en Estados Unidos (Gravity, Harry Potter y el prisionero de Azkaban), de lo cual se deriva el notable, y merecido reconocimiento de esa comunidad audiovisual, y de los periodistas que atienden el tema, clasificó además con Y tu mamá también (17).

Roma es seguida, en orden descendente, por El laberinto del fauno (2006), de Guillermo del Toro, también incluido por El espinazo del diablo y Cronos en los puestos 27 y 49, respectivamente. El tercero de los llamados Tres amigos, Alejandro González Iñárritu, ampliamente conocido y premiado en Estados Unidos, consiguió el 33 en el ranking con Amores perros, porque evidentemente los críticos aprecian mucho más su autoría en producciones norteamericanas como Babel, Birdman o la inesperada virtud de la ignorancia y El renacido.

Todo sobre mi madre (1999) ocupó el tercer lugar de la selección, y su director, Pedro Almodóvar, invadió numerosos espacios al situarse en los escaños número 6 (Dolor y gloria, 2019), 26 (Volver, 2006), 42 (Hable con ella, 2002) y 48 (Mujeres al borde de un ataque de nervios, 1988). Todo está muy bien con la justa valoración de sus grandes películas, pero es que adicionaron asimismo títulos muy polémicos y recientes, muchos menos logrados como La mala educación (52), Los abrazos rotos (82) y La flor de mi secreto (84).

En el cuarto peldaño, con toda justicia, y para sorpresa nuestra, se colocó la argentina La ciénaga (2001), de Lucrecia Martel, una realizadora cuya manera de narrar se establece a contrapelo de las tendencias dominantes, y no solo en Hollywood. Admirada por los organizadores de Cannes y elogiada hasta el límite de lo posible en el mundo entero, Rotten Tomatoes le reservó un sitio a todos sus largometrajes de ficción: Zama (22), La niña santa (73) y La mujer sin cabeza (93).

Asombra la buena colocación de los cuatro largos de Martel, cuando se supone que privilegiaba producciones argentinas de mayor distribución y popularidad mundial como Relatos salvajes (15), El secreto de sus ojos (27), Nueve reinas (43), La historia oficial (56), El hijo de la novia (71) y Plata quemada (92), todas las cuales consiguieron el milagro de satisfacer las expectativas de la mayor parte del público y los especialistas.

El quinteto de cabecera se completa con la última entrega de Luis Buñuel en México: Simón del desierto (1965), título usualmente subestimado, dentro de aquella etapa cuando el cineasta se agenció el mayor prestigio internacional. Antes de situarse en la máxima consideración de los festivales y los críticos, en los años 60, Buñuel aportó algunos clásicos del habla hispana como Ensayo de un crimen (19), Los olvidados (25) y El ángel exterminador (32). Más abajo, aunque debieron estar mucho más arriba, quedaron Viridiana (54), Tristana (65) y Nazarín (83) mientras que fue preterida una obra maestra indiscutible como Él, de 1953.

Está claro: para Rotten Tomatoes el cine de habla hispana, y el cubano incluido, continúan ocupando un lugar accesorio y subalterno. Sin embargo, debe reconocerse que ahora existe en Estados Unidos un interés mucho mayor que hace 20 o 30 años. Lástima que todavía les queden muchísimos asombros en el camino hacia el conocimiento.

(Tomado de Juventud Rebelde, 4 de octubre de 2020)


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