Helmo Hernández —cuyas palabras de elogio son más que una lección, más que una clase magistral— recorre vida y obra, sacando exquisito provecho de la anécdota y valorando con justicia las esencias del arte. Corina Matamoros se adentra en las relaciones de Toirac con el Museo Nacional de Bellas Artes, alternando entre el juicio de valor y la didascalia anecdótica. Meira Marrero desarrolla un ejercicio crítico que bien bebe en las fuentes pragmáticas del arte del autor. Wendy Peñalver baja a un corte sincrónico en la obra del artista y dice, con singular modestia enunciatoria, lo que no siempre emerge en las reseñas críticas. Magaly Espinosa aporta una nueva lección de versatilidad crítica al acercarse a aspectos de la versatilidad de Toirac. Tal vez, y así lo esperamos, estas valoraciones acompañen otros trayectos de sus nuevas glorias (si se me permite la ironía en tan solemne ejercicio). La propia voz del artista, a través de sus palabras de agradecimiento del Premio y de statments que facilitara él mismo para esta edición, contrastadas en rojo, dialogan con los sabios acercamientos críticos e históricos y tributan a interesados, curiosos, investigadores y neófitos, sus respectivas savias, sus respectivas fuentes de saber e impacto.

Las obras que los acompañan, obtenidas algunas casi en arqueológicos buceos del equipo de trabajo de Artecubano, en coordinación con el siempre colaborativo esfuerzo del Museo Nacional de Bellas Artes y el del propio homenajeado, no solo ilustran; retan a lectores, espectadores e inconformes, con un diseño dinámico y abierto que no olvida cazar de vez en vez al cazador pícaro e icónico que ha sido José Ángel Toirac. Esperamos habernos apropiado de algo de su espíritu para que el diálogo con que se honran nuestras páginas sea coherente con su norma de mirar las circunstancias concretas del país.

 Norma Rodríguez Derivet, presidenta del Consejo Nacional de Artes Plásticas.
 

La sección Ruta crítica aporta cuatro ensayos; el primero, de Onedys Calvo Noya, ofrece un valioso recorrido por la mirada que varios artistas han dedicado a la ciudad de La Habana a través de su arte y en el transcurso de su historia. Recorre, y a la vez centra el énfasis en el más reciente periplo, de ahí que la autora resalte la “perspectiva sociológica” a la que se apegan hoy nuestros artistas, así como la sensibilidad crítica y el carácter procesual de su trabajo. Claudio Sotolongo emplea el estudio de caso para las Ediciones I y II del proyecto Detrás del muro, asumiendo la perspectiva interventora del espacio público a través de los sentidos intrínsecos del arte. Hortensia Peramo Cabrera, por su parte, vindica las posibilidades de la cerámica, tomando como punto de foco la Bienal de Cerámica celebrada en diciembre de 2018. (Estamos actualizados, lo significaba al inicio y no cedo a la tentación de reiterarlo). Con este texto, su autora plantea un desafío al elitismo de género que ha permeado no pocos juicios en la historia del arte —incluida la nuestra, cubana, tropical, cosmopolita—, y suma pólvora a un tema que la publicación reiterará más adelante, no solo en el número presente, sino también en objetivos y líneas de trabajo editorial.

Cierra Ruta crítica con un desafiante ensayo de Maikel José Rodríguez Calviño en el que sigue las pistas a la fotografía cubana de temática gay. No hay medias tintas en la visión del crítico, como no las hay en las obras que lo nutren. Esperemos, desde la voluntad del equipo de edición y la sobrada entrega de esfuerzos personales, que si hubo pólvora antes, las explosiones acaben de expandirse cerrando esta sección.


 

Permutaciones, obra de Leonor Menes y Noel Alejandro Nápoles que forma parte de las muestras colaterales de esta XIII Bienal, sirve de ilustrativa bisagra, o acaso de puerta de acertijo, a la sección última.

La sección Otros espacios contiene cinco textos cuyo hilo rojo, más bien implícito, transcurre a través de lo diverso, lo extraño, lo brumoso a los ojos de las tradiciones del juicio. Una vez más, y desde el mismo Dossier de Homenaje, hay desafío editorial, lo confesamos con diabólico orgullo. El primer texto se enfoca en las posibilidades artísticas que el diseño contiene, calibradas por el propio artista, Luis Ramírez, mediante ensayística entrevista que le hace Isabel Pérez. Siguen las visiones del universo femenino en la obra de la camagüeyana Martha Jiménez, en cuidadoso recorrido analítico de Surisday Reyes. La desobediencia artística de Eduardo Rubén, dentro y fuera de lo que la autora del texto, Gabriela Hernández Brito, llama “su zona de confort”, muestra un panorama abarcador de su obra, listo para futuras referencias y consultas. La laboriosidad casi obsesiva de Vladimir Rodríguez, calificado desde el propio título como “fabulador sureño”, un poco al modo de los repentistas que abundan en la zona cienfueguera donde el artista reside y trabaja, es objeto de estudio por parte del crítico e historiador Jorge Luis Urra. Cierra Otros espacios con un acercamiento semiológico a la mirada aguda y sensorial, esencialmente semiótica, del humor gráfico de Ramiro Zardoya. Su autor es el mismo que esto escribe y se acusa ante padres y madres celestiales de modestia confusa ante circunstanciales trampas.

Y ya que acostumbrados estamos, diría incluso que viciados, a que en el contexto del mundo del arte y la escritura se sucedan los guiños e ironías sutiles, tan caras a mi propio gusto, que del de Nicolás Guillén tanto se nutre, cierro con una oración que espero contenga inquietantes referencias de enigma para que todo fluya mejor en el futuro: Hemos trastrabillado en la marcha, cómo no, hemos pujado con fatigoso sudor y suspicaces diferencias de criterios, pero no hemos cejado jamás en nuestras ganas, en nuestra empecinada manía de seguir aportando siquiera este granito de cromada arena a nuestra historia cultural. Ruego me excusen solamente, dadas las contingencias productivas y las no menos contingentes funciones que los responsables de instituciones debemos asumir, el haber hecho pública esta especie de statment, o, para decirlo en plata coloquial, esta suerte de cocina de nuestra propia salsa.