Asir la luz. José Martí y Vasili Vereschaguin


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La nueva entrega de El Sábado del Libro, Asir la luz. José Martí y Vasili Vereschaguin, publicado por la Editorial Oriente, es un peculiar texto del filólogo, diplomático y escritor cubano Blas Nabel Pérez Camejo (Camagüey,  1944) que reúne las consideraciones del autor, estudioso de la obra de esepintor ruso, sobre esta y como plato fuerte algunas de las valoraciones que el Apóstol hiciera de la misma a partir de 1880, aunque conoció la obra del artista en París en 1875.

Blas Nabel dedica en primer lugar su libro a  la prestigiosa intelectual cubana Martha Arjona que, devela, es la  genuina inspiradora del  mismo.

El escritor demuestra un conocimiento  profundo de la obra de Vasili Vereschaguin (1892-1904)y reafirma la mirada hacia lo ético y lo ideológico de Martí, así como sus juicios sobre el discurso estéticodel pintor.1

De manera grata va hilvanando sus comentarios con los que Martírealizara en varias ocasiones, evidentemente impresionado con los cuadros del ruso.El más grande de los poetas cubanos se deslumbra con el realismo de las pinturas de Vereschaguin, en las que predomina el tema bélico, con una visión condenadora, y también ante el naturalismo de sus paisajes.

El autor establece como punto de afinidad mayor entre Vereschaguin y Martí la búsqueda de la verdad y además la posición de ambos del lado de los más desfavorecidos; el ruso toma partido  por las víctimas y Martí siempre por los «pobres de la tierra».

El texto es significativo en tanto trae al presente la obra de un artista considerado exponente imprescindible de la historia de la pintura rusa y sus vínculos con Cuba.

Vereschaguin estudió pintura en San Petersburgo y luego en París y acompañó al ejército ruso en sus campañas en Asia Central (1867-1869) y en los Balcanes (1877-1878) en calidad de pintor oficial de las fuerzas armadas.

Incursionó en diversos géneros con el tema bélico como el cardinal de sus piezas;  pertinaz viajero realizó series pictóricas en diferentes escenarios de batalla y paisajes naturales con inusual realismo, asociadas a la historicidad.

El artista fue una especie de precursor de los fotorreporteros de guerra, no solo por captar en vivo las imágenes de las batallas sino por su precisión documental y su sentido de la composición; fue además  un instintivo defensor del  destino didáctico del arte; se convirtió en un cronista de la vida rusa bajo el imperio zarista a partir de una crítica aguda a la situación social de la época.

Mantuvo una posturacontraria  a los métodos académicos; fue un creador independiente, aunque se le relacionó por su estética e ideología con el gremio de Los Itinerantes, fundado en 1870 por  un grupo de artistas encabezados por Iván Kramskói, Vassily Perov, Grigory Miasoyedov y Nicolai Gue, todos con perspectivas democráticas y preocupaciones por la desigualdad social y otros males de la Rusia zarista.

El  estudio de Blas Nabel recuerda que Vereschaguin es el autor del lienzo Apoteosis de la guerra, de 1871, considerada su  obra mayor y una de las cien mejores de la pintura universal; esta  pertenece a la serie Bárbaros, que la componen piezas  de un notable alcance psicológico, pues son escenas anteriores o posteriores a las batallas cargadas y de crueldad.

Vereschaguin fue nominado en 1901 al Premio Nobel de la Paz, junto a León Tolstoi, uno de los más grandes escritores rusos, con el que fue comparado por muchos, entre ellos, el propio Martí, que de él  escribe en 1882:

« (…) famoso pintor ruso que odia la guerra, y se empeña, pintando sus escenas, en que los hombres la odien. Hay toda la crudeza, todo el exceso de color y todo el brillo deslumbrante que dan carácter especial a los lienzos de Vereschaguin», y en otro momento lo compara con el pintor español Goya por el carácter antibélico de las obras de ambos.

Blas Nabal señala que  «La exhibición de pinturas del ruso Vereschaguin», es una de las páginas más reveladoras de la producción martiana, fruto de la valoración de cerca de 200 piezas, y dedica el capítulo  «Crítica martiana a la pintura del ruso Vereschaguin», a comentar y citar las apreciaciones del Héroe Nacional cubano sobre su producción pictórica.

En uno de los fragmentos del artículo Martí, con la capacidad de simbolizar que lo caracteriza afirma que Vereschaguin pinta « Como con alambre más que con pincel» en franca referencia a la  agudeza y profundidad de la mirada del artista. El Apóstol cubano no valora en el pintor ruso solo su jerarquía estética sino además su denuncia social y específicamente su condena a la guerra y sus consecuencias.

Especial interés desata la crónica martiana sobre el cuadro La sagrada familia (1884-1885), uno de las más reconocidas piezas de su creador; en general en sus apreciaciones Martí se enfrasca en interpretaciones sobre la historia reflejada en los cuadros o sobre la realidad social presente que   plasman y de igual manera ahonda en sus reflexiones sobre la relación arte-sociedad.

El volumen nos muestra cómo Martí supo vislumbrar agudamente la significación de la obra de Vereschaguin y su actitud humana  y pacifista; tanta importancia le concedió a su obra que  un mes y medio antes de morir le recordó en  su carta-testamento  a Manuel Mercado, escrita el primero de abril de 1895, incluir en sus obras completas su artículo «Vereschaguin y una reseña de los pintores Impresionistas».

Blas Nabal  detalla  la  relación de Vereschaguin con Cuba, la cual parte de un encuentro casual en París con el periodista, escritor y crítico cubano Ezequiel García Enseñat, que en esa época colaboraba con la revista habanera El Fígaro.

Más tarde Enseñat lo recibe en La Habana en enero del año 1900;  el pintor tiene el  interés de llevar al lienzo la Guerra hispano-cubano-norteamericana, a través de la memoria de los testigos. Recorre rápidamente todo el país y se detiene en Santiago de Cuba,  pues su principal objetivo, es la batalla de la Loma de San Juan, que dio como resultado la trilogía La toma de la Loma de San Juan (1900-1901).

Posteriormente,  el artista ruso visita Cuba en otras dos ocasiones y capta con la paleta la arquitectura, la naturaleza, las frutas, los paisajes cubanos; destaca en estas piezas El Morro de Santiago de Cuba (1900-1901).

En total el artista realizó  más de sesenta óleos y bocetos relacionados con Cuba que hoy se atesoran en museos de la Federación Rusa, Ucrania y Estados Unidos. La mayoría de sus obras se encuentran además en la Galería Tretiakov, de Moscú; en el Museo de Arte Ruso de San Petersburgo, en el Museo de Arte Metropolitano de New York y en colecciones privadas.

Vasili Vereschaguin, no solo fue un pintor de batallas sino que también murió por la guerra, el 13 de abril de 1904. El 31 de marzo, dias antes de su muerte, el  acorazado ruso Petropavlosk, estalla en el Puerto Arturo, puerto colonial ruso en Manchurria, China, que se encontraba minado por las fuerzas japonesas, en lo que constituyó uno de los episodios más relevantes de la guerra ruso-japonesa.

A bordo del Petropavlosk se encontraba Vereschaguin; perdía así el arte mundial a un artista original, genuino,   valiente y renovador, que fue censurado por el Zar en Rusia, sin embargo sus muchos seguidores en todo el mundo lo consideraron un extraordinario  «pintor testigo » y así lo admiraron.

En las páginas deAsir la luz. José Martí y Vasili Vereschaguin, el lector encontrará facsímiles de algunos de los artículos de Martí a los se hace referencia, y el volumen contiene además un anexo gráfico  que reproduce un grupo de piezas del artista rusoque propician la comprensión de las apreciaciones que en él se compilan.

Este revelador ensayo constituye un doble y útil estudio: el de la vida y la obra de Vasili Vereschaguin y además un esclarecedor recordatorio de las posiciones martianas acerca del arte y de la función de este.


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