Bitácora de un concierto y otras anotaciones


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24 horas antes de la nota cero

Llueve fuertemente en la Habana, aunque los meteorólogos anunciaron lluvias en toda la zona oriental de la nación. El calor había sido insoportable y este chaparrón refrescó un poco el ambiente. Rías fuertes corren por las principales avenidas y las calles secundarias donde niños y adolescentes no pierden la oportunidad de “purificarse con el aguacero”.

Por tercera vez el parqueo de la ciudad deportiva y los terrenos que le secundan son el lugar elegido para realizar un concierto masivo, un megaconcierto. Todos estamos de acuerdo que los “iniciadores” fueron los Rolling Stone; después vendría “el mano a mano” entre los Van Van y el Charangón.

A pesar de la lluvia, del calor y de los exámenes que por estos días ocupan a todos los que estudian, hay un tema recurrente, una frase que va de boca en boca, de mensaje en mensaje: “… nos vemos a las 6 en la ciudad deportiva… la Pausini y Gente de Zona…” 

Cierto. Ya está más que confirmado: Gente de Zona trae a Laura Pausini a cantar un tema con ellos en el  concierto que van a dar el martes.

Los medios lo repiten una y otra vez.

El parqueo de la Ciudad deportiva es todo un hervidero. Cerca de cien personas trabajan desde hace varias jornadas en el montaje del escenario, en el aseguramiento de la iluminación. Poco a poco cambia el aspecto del lugar.

La lluvia ha dejado los terrenos anegados en agua. Hay fango hasta por gusto, dice uno de los montadores mientras se mira las botas ennegrecidas.

Son las  9 de la noche; hay prueba general de luces.

14 horas antes de la nota cero

El amanecer es muy caluroso. Son las siete de la mañana. Indira ajusta su día. Según su planificación debe vestirse lo más cómoda posible, revisar si el teléfono tiene suficiente carga; llevar un pomo de agua extra y “…los tenis, no se me pueden quedar los tenis…” ya a punto de llegar a la parada regresa, le faltó la sombrilla. Indira es contadora de una empresa y aunque vive en el barrio de Buenavista trabaja en la Habana del Este.

Hoy va del trabajo directo al concierto. Ella va por Laura Pausisni, no importa que solo cante un tema; eso no importa. Ella tiene todos sus discos y sabe sus canciones. Es tanta su admiración por la cantante italiana que su alarma de móvil es una fragmento de uno de sus temas. En su oficina ya acordaron como llegar al concierto.

Gretchen tiene 18 años. Hoy martes tiene su último examen de primer año en la universidad. Estudia ingeniería industrial. Vive en Alamar. Su familia antes de salir le desea buena suerte en la prueba. Así ha sido desde que comenzó sus estudios primarios.

En su mochila carga, además de los implementos para la universidad, una capa y una muda de ropa extra. Alina, una compañera de estudio vive en el Cerro, allí se van a reunir para después salir para el concierto.

Alberto no ha pegado un ojo en toda la noche; su turno, oficialmente, termina a las seis de la mañana y no ha habido grandes incidencias; pero no debe abandonar la unidad. En el local de la guardia ha dejado una mochila con un uniforme extra. Hoy hay un gran evento cultural en la ciudad y deben garantizar la seguridad de las personas. Él se sabe todos los éxitos de Gente de Zona y nunca antes había podido ir a uno de sus conciertos. No importa—se tranquiliza a si mismo mientras lustra sus botas—ojalá me toque cerca de la puerta…

Ramón y Beatriz llevan dos días en la Habana. Es su primer viaje a Cuba y lo hacen como pareja. Esta visita es un adelanto de su luna de miel. Además de visitar museos y viajar en un carro de época quieren bailar música cubana. Unos amigos cubanos, amigos de otros cubanos y compatriotas a los que trajeron una encomiendan le invitaron al concierto. Hace dos veranos no pudieron ver a Gente de Zona en Madrid pues estaban trabajando… ahora lo verán y gratis…

A las seis están listos. Se les suman sus nuevos amigos cubanos –el familión como le llaman sus amigos a los de esta isla, pues cuando se trata de ir a bailar son como quince—y entre cuentos y risas van caminando desde el Vedado hasta el Cerro.

4 horas para la nota cero

Hay un calor insoportable. Al menos 35 grados. Y no se vislumbra lluvia. En la grama de la Ciudad Deportiva ya hay personas. Casi todos son estudiantes del Fajardo, la Universidad del deporte, ellos tienen ventaja sobre el resto de los asistentes. Solo cruzan la calzada de Santa Catalina y tienen derecho “a primera fila”.

A esta hora ya hay algunos bolsones de personas ubicadas en diversas zonas del terreno. Observan y disfrutan el ir y venir de los técnicos dando los toques finales al escenario, ajustando las luces y le sonido.

En muchos lugares de la ciudad la jornada laboral está por terminar. El sol sigue fuerte y vigoroso.

2 horas para la nota 0

Poco a poco las condiciones del tiempo van cambiando. Una masa de nubes negras se acerca al centro de la ciudad desde el sur. Primero es una fina lluvia que los presentes agradecen. El ambiente huele a pasto recién cortado; después comienza una tormenta eléctrica con una lluvia muy fuerte.

Los técnicos han tenido tiempo de proteger los sistemas.

Para algunos no importa la lluvia, es un buen momento para encontrar buen sitio y siempre que llueve escampa.

Una avanzada de los periodistas va camino al aeropuerto, ellos darán cuenta de la llegada de la afamada artista italiana.

Gertrudis había tenido tiempo de escoger las flores del ramo que deben entregar a la visitante. Se decidió por las rosas rosadas. Muy oscuras anuncian pasión, las claras indican gratitud, admiración y amistad. El ramo debe ser impar. Se esmera. Sabe que ella es anónima en este acontecimiento pero creación estará en manos de Laura Pausini por algunas horas, estará al alcance de sus ojos. Ella es la fanática más importante de Cuba hoy.

El vuelo tiene retraso y aquí llueve malditamente fuerte.

Avión con la Laura Pausini aterrizando en La Habana. Foto: Gustavo Rivera  Laura Pausini en La Habana. Foto: Gustavo Rivera Laura Pausini en La Habana. Foto: Gustavo Rivera

 

5 minutos para la nota 0

Un maestro de ceremonia sale y anuncia a los presentes que “… el concierto va… a la hora que sea pero que va…” Hace más de dos horas que llueve con mayor o menor intensidad. Alguien comenta que hay al menos cien mil almas. La temperatura es agradable.

Cerca del escenario Indira, Gretchen, Gertrudis, Beatriz y Ramón acompañados del familión comparten espacios. No se conocían pero la lluvia, los selfie y la conexión a las redes sociales les han convertido en una cofradía. Ahora son amigos en el Facebook y comparten más que una noche de concierto. Alberto tuvo suerte y está en la puerta y hasta le estrechó la mano a Randy Malcon cuando este llegó.

En el escenario los músicos  se sitúan ante sus instrumentos. La nota cero ha llegado.

Foto: Gustavo Rivera Foto: Gustavo Rivera

EL CONCIERTO

Nunca he negado que durante cierta etapa de su carrera sentí determinadas reservas por el trabajo de Gente de Zona, había algo que me alejaba de aquella su primera propuesta que había escuchado en disco que Iré Production había lanzado al mercado en el año 2006 como parte de una propuesta sobre el reggaetón cubano del momento; ellos junto a Edy K eran lo más interesante, tanto que se habían presentado en un Festival en Cancún como teloneros del puertorriqueño Don Omar –el cantante de moda dentro del naciente género Urbano—y el público presente les había favorecido.

Mis reservas estaban fundadas en la constante comparación de su sonido –y por momento algunas de sus letras—con el de agrupaciones afines tanto nacionales como las radicas y surgidas en el Caribe; pero sobre todo por el impacto que tuvieron en mi gusto el trabajo de los 4 –cuando fusionaron inteligentemente a los Van Van con los Beatles—y de Kola Loca.

 Randy “el abuelo” Malcon, Gente de Zona. Foto: Gustavo Rivera

Con la entrada de Randy “el abuelo” Malcon ciertamente Gente de Zona comenzó un ascenso no solo en creatividad sino en su misma propuesta musical; y es que Randy además de su formación musical había demostrado ya su buen tino para componer éxitos tras su paso primero por El Clan y después por la Charanga Habanera.

Gente de Zona. Foto: Gustavo Rivera

La combinación Alexander/Randy determinó un punto de giro importante en el trabajo de Gente de Zona; el primero apostaba a su intuición mientras el otro aportaba su dominio de los resortes musicales que podían funcionar ante el público. Sin embargo, fue la pluma de Decemer Bueno cuando les entregó el tema Bailando y el posterior video con Enrique Iglesias la que les abrió las puertas de la fama y de una exigencia profesional inesperada para ellos pero que les situó en la órbita de las estrellas de un movimiento musical (lo prefiero a género) que más que ascender se aferra a determinados presupuestos que dañan el buen gusto y la decencia social en nombre de la modernidad y el gusto popular.

Y es aquí donde Gente de Zona, entre otras muy contadas agrupaciones cubanas de ese universo, ganan la partida y se vuelven un oasis musical. Con estos presupuestos llegué a la ciudad deportiva a disfrutar del concierto en el que invitaron a la cantante italiana Laura Pausini.

 

Musicalmente la banda acompañante es impecable, sobre todo su cuerda de metales que ha sido el pilar de eso que llaman Cubatón y que aporta al movimiento urbano cierta fuerza que lo diferencia de la letanía sonora de las máquinas y los recursos baratos que defienden algunos  otros exponentes.

Alexander Delgado, Gente de Zona. Foto: Gustavo Rivera

Con una puesta en escena bien pensada Alexander Delgado ha dejado atrás determinados cliché y ello redunda en que su autenticidad le distinga; ese es uno de sus grandes méritos en tiempos en que todos los regguetoneros parecen sacados de un molde. Se le ve sobre el escenario con una seguridad y confianza pocas veces mostrada por otros artistas cubanos.

Randy, por su parte, suma a sus dotes vocales –sabe sonear desde la altura de su generación— y musicales su encanto casi adolescente; y es que el hijo de Carmita y Raimundo bebió en su infancia de los finales de la nueva trova y el nacimiento de la timba.

Sin embargo, el gran mérito de este concierto –además de la invitada de lujo—estuvo en el respeto que hacía los seguidores de su trabajo en Cuba mostraron; me atrevo a decir que fue un derroche de humildad y a su vez la necesaria trasfusión musical humana que les era necesaria. Así ocurrió hace ya tres años. Respeto que fue correspondido por loa asistentes que mostraron una fidelidad inimaginable a sus ídolos.

Cuentan tras bambalinas que la Pausini se sorprendió altamente de como a pesar de la lluvia –que solo cesó durante su intervención—esas casi cien mil personas se mantenían firmes. Tal vez esa comunicación sea la causa que le motive a incluir a esta tierra y a este público en su próxima gira; o que le llevó a afirmar que “…era uno de los días más felices de su vida…”

Tal vez  tras este concierto mi percepción sobre el género urbano deje de estar marcada por los vicios de la edad desde este momento; lo cierto es que Gente de Zona ha cambiado, más que un dúo de reggaetón son hoy parte de una corriente que dentro de la música latina comienza a mirar a ciertas zonas de la música cubana que le están influyendo; creo que es hora de prestar atención a este fenómeno y sacar las debidas experiencias sobre estos hechos; la música cubana lo agradecerá.


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