Cadalso: Un tejedor de la madera (Parte I)


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Fotos: Cortesía de la autora.

Hace exactamente diez años José Miguel Rodríguez Cadalso participó por primera vez en la Feria Internacional de Artesanía (Fiart) y fue premiado, no era para menos, pues desde ese momento sus piezas llamaron la atención de los expertos y asistentes al evento a quienes  fascinó su extraordinaria creatividad e increíble oficio, así como la belleza impactante de sus piezas.

En aquella oportunidad esta redactora, también maravillada ante su trabajo, entrevistó al creador y descubrió una historia de vida interesantísima, que hoy ha querido retomar para que los lectores conozcan los antecedentes de la obra de este tejedor de la madera que podrán encontrar en la 24 Feria Internacional de Artesanías y Regalos 2022, a partir del venidero 10 de diciembre.

Entre los que han visto nacer la Feria Internacional de Artesanía y no han declinado una cita, es inevitable una especie de sensación de “ya lo vimos”, por lo que las visitas a las salas de expoventa de la misma están signadas por una búsqueda de lo nuevo, de lo “no visto”.

Para los que estén en tal caso, esta entrevista quizás los incite a encontrar una manera de hacer que aunque no es nueva —pues este artesano no inventó su técnica—, las dimensiones de sus obras, las obras mismas, el hecho de trabajar en piezas de maderas enteras con una paciencia de asiático milenario, y la mística que rodea su trabajo, sí son sui géneris en nuestros tiempos, así como su filosofía de vida.

José Miguel Rodríguez Cadalso no solo está rescatando maneras tradicionales de trabajar la madera, sino además piezas u objetos que por su complejidad constructiva ya no existen, o aquellos que han encontrado sustitutos en la vida moderna como es el caso de las cunas, relojes, y costureros.

Si a esto se suma que la historia del artesano está ligada a una magia innegable, como se observa en sus palabras, estaremos de acuerdo que es un gusto llegar al stand de Cadalso, y apreciar una muestra de maestría artesanal.

Quizás esta entrevista y las fotos priven al lector de asombrarse como aquellos que llegan al espacio del artesano por primera vez, pero quizás también aseguren que no deje de visitarlo ni pierda esta oportunidad de ver sus piezas, porque aunque algunas de estas conforman colecciones privadas en algunos países y se hallan en muchas casas cubanas, sobre todo trinitarias, no se encuentran expuestas de manera permanente en ninguna institución.

¿Cuándo usted comenzó a trabajar la madera?

Lo primero que hice fue la restauración de la Iglesia Santísima Trinidad, del municipio espirituano de Trinidad, Patrimonio de la Humanidad; sus altares tenían un alto grado de deterioro, pero por su gran valor nunca habían sido intervenidos, ni por carpinteros ni por artesanos, parece que les habían cogido miedo por la complejidad de las obras.

Yo vivo en la esquina de esta Iglesia y desde que era niño estoy viendo esos altares, que inicialmente fueron barrocos y luego fueron sustituidos por los actuales, que son neoclásicos. Yo  los había visto deteriorarse poco a poco con el paso del tiempo, y ya ve, me tocó a mí restaurarlos.

He restaurado solo cuatro, los demás no he tenido la posibilidad de intervenirlos.

¿En qué tiempo realizó la restauración de esos altares?

En el año 2001 comencé a restaurar el altar Humildad y paciencia, sin ningún tipo de conocimientos ni experiencias anteriores similares, solo guiado por el arte; el único vínculo que tenía con esa faena es que estaba pasando un curso de carpintería, pero que muy poco tenía que ver con lo que debía hacer en los altares.

Desde que era chiquito yo entraba mucho en esta Iglesia y también en los museos y parece que me fui alimentando de todo lo que veía, de las imágenes, de las figuras, de los dibujos y por supuesto de la arquitectura de Trinidad.

Todo esto ha hecho que al paso del tiempo pueda diseñar con los dibujos que aprendí a apreciar en mi ciudad y por eso a todo lo que construyo le hago un dibujo calado.

Demoré cinco meses en terminar el altar Humildad y paciencia, porque intercalaba el trabajo con el estudio y, además, cuando el cura me decía que iba a cerrar la Iglesia tenía que irme, y así día tras día.

Al año siguiente vino un sacerdote nuevo, el Padre Cirilo, y confió en mí y me dio las llaves de la Iglesia, entonces yo trabajaba hasta la madrugada; mi mamá, como estaba tan cerca, me llevaba la comida para que yo pudiera continuar trabajando y no perdiera tiempo.

¿Recibió algún tipo de remuneración de la Iglesia por estas restauraciones?

No, esta labor tiene que salir del alma y de la sangre, si hay dinero u otra cosa esto no se hace así; tiene que salir del alma, esto está determinado por la tradición de donde uno vive, donde crece, el entorno que observa año tras año desde su nacimiento.

¿Conoce a alguien que realice un trabajo similar al suyo?

No, hasta ahora; en estos 11 años no he conocido a nadie, puede que exista pero no lo conozco y sería bueno para intercambiar ideas y ver cómo lo hacen otros.

¿Cómo es posible que el cura párroco de la Iglesia de la Santísima Trinidad le confiara los altares para su restauración, sin tener usted conocimientos, ni experiencia de trabajos similares?

Eso se lo vamos a tener que dejar a Dios, porque yo no sé, simplemente en medio de la restauración de la Iglesia, desde el punto de vista constructivo, yo le pedí al cura que me dejara restaurar los altares y él accedió.

Mi escuela realmente fue la restauración de los altares, gracias al difunto Luis de León quien aconsejó al Padre que me dejara realizar la restauración. Creo que fue la Iglesia la que me dio el título; pienso que un milagro cayó sobre mí para poder hacer todos estos trabajos.

¿Es usted feligrés de ese templo?

Yo no, mi mamá sí; mi familia por parte de madre son católicos, no sé por cuál razón yo no seguí ese camino.

¿Usted es ateo?

No, no lo soy, asisto a una Iglesia Bautista con mi esposa.

¿Cuándo concluyó la restauración de los altares de la Iglesia de la Santísima Trinidad? ¿Cuál fue el primer trabajo que realizó a continuación?

En el 2001 terminé el altar de la capilla Humildad  y paciencia, y en el 2002 el Altar del Carmen; luego el de Las Ánimas del Purgatorio, en el 2004, y en el 2008 concluí el último, que fue el Altar del Amor.

Luego lo  primero que comencé a hacer fue una urna para una virgen que una señora tenía.

¿Ha expuesto su trabajo en Trinidad?

Sí, he participado hasta ahora en cuatro exposiciones personales, en el Museo de Arquitectura, en el de Arte Colonial y el pasado año en la Galería Tristá, de la Oficina  del Conservador de Trinidad.

¿Es la primera vez que participa en FIART?

Sí, desde el año 2007 para acá he conocido personas que me han estimulado a exponer mi trabajo, a venir a La Habana, a participar en FIART, y bueno, aquí estoy, he venido a experimentar y a tratar de que se vea y conozca mi trabajo.

¿De qué material son estos hermosos abanicos que expone en su stand y este extraordinario moisés?

Todo lo que está expuesto en el stand es de cedro, menos las patas del moisés.

¿¡!!!!!!!!!???????

Sí, tengo apuntadas las exclamaciones de las personas cuando les digo que estos abanicos son de madera, calados a mano y en una pieza única. Algunas expresiones son muy graciosas, otras son hasta malas palabras, por el asombro de la gente.

¿Qué otras maderas trabaja? ¿Qué otros artículos construye?

Trabajo con cedro, majagua, caoba, teca, roble, nogal, quizás otras.

Yo trabajo por encargo, no  produzco en serie porque los trabajos se demoran, preparar las plantillas, calar, preparar la madera….

¿Quiere decir que todas sus piezas son únicas?

Puedo decir que sí; además, muchas personas me han dicho que no han visto estos trabajos nunca.

Hago plateros, candelabros, libreros, maceteros, costureros, mesas esquineras, repisas para la cocina, crucifijos, relojes enteros en madera, botiquines, cestos, tapas de inodoro, mesas, sillas, otros muebles, la mayoría tallados a mano.

Yo hice una mesa taraceada, realizada a través del marqueteado que es una combinación de maderas, en este caso cedro, majagua, teca, caoba, roble, caoba hondureña y nogal, que van formando dibujos, me tomó ocho meses terminarla, tiene desde el piso hasta el tapete 83 centímetros.

En el año 2006  restauré un costurero muy antiguo y luego realicé uno similar que tiene parte de un retablo de una Iglesia, donde se combinan unas liras, porque me gusta mucho la música.

¿Trabaja escuchando música?

Siempre, me gusta mucho porque yo nací el 22 de noviembre de 1983, según el santoral católico ese es el Día de Santa Cecilia y parece que por ahí me llega el amor a la música vinculado a mi trabajo.

¿Qué tipo de música escucha  para trabajar?

Preferentemente a Mozart, siempre música clásica, mucho violín, porque como el violín es fino y mi trabajo lo es...; si hiciera otras piezas más toscas, escucharía una música más dura.

Me contaba que algunas personas pensaban que sus piezas eran antigüedades...

En un momento determinado algunas personas creyeron que yo estaba traficando obras patrimoniales, robadas de un museo o algo así, pues pensaban que los objetos eran en realidad antiguos y que yo los había restaurado, eso está dado por los pigmentos, por el proceso de envejecimiento que aplico, pero yo siempre les digo la verdad.

Muchas de las cosas que he hecho las he regalado: a mi madre, a mi hermana, a amistades; regalo muchas cosas, siempre me ha gustado compartir, porque pienso que la divinidad de mi trabajo debe ser una combinación de paciencia y comprensión. Si trabajara solo por el dinero hiciera cosas fáciles, no hiciera estas piezas, en muchas de las cuales me demoro siete u ocho meses, como con estos grandes abanicos que están en el stand, por eso es que esto ha tenido tanto impacto aquí.

¿Trabaja también con herramientas tradicionales o se auxilia de los adelantos en este sentido?

Yo trabajo básicamente de manera manual; herramienta eléctrica solo un taladro que tengo, pero no trabajo con ningún equipo sofisticado.

La inmensa mayoría de mis herramientas son tradicionales, tengo hasta un cepillo ranurador, de los años 30 del siglo pasado, es una herramienta rara, que ya no existe.

¿Cómo llegó a sus manos?

Era del señor que construyó en 1913 los altares que restauré en la Iglesia; su hijo, que es ya un anciano, me dijo un día: “yo tengo todavía las herramientas que usó mi padre”, y me las vendió; son pelos de calar, cepillos, garlopa, pelitos de segueta, barrenitas garlopín, trincha, presillas y ese cepillo ranurador.

Creo que este es un elemento más de conexión mágica entre esa Iglesia y mi trabajo.

¿Cuál es su motivación fundamental en cuanto al diseño de las piezas?

Bueno, creo que me ha influido en primer lugar, como le decía, haber nacido y crecido en Trinidad, con estas estructuras coloniales y, además, el trabajo en la Iglesia. Por otra parte, me he percatado de que muchas personas han vendido sus muebles y objetos antiguos o para hacer dinero para vivir o para cambiar los mobiliarios y decoraciones por piezas modernas, aunque en muchos casos de muy mala calidad; las casas se están volviendo vidrio y plástico…

¿Este fenómeno es común en Trinidad?

Como lo está oyendo, es un pecado que cometen muchas personas, algunas que tienen dinero.

Por suerte hay personas que han hecho lo contrario y que tienen sus casas como en la época colonial, cuando uno entra en ellas parece que viaja al pasado.


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