Ciudades Blancas de Vicente Hernández


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Obra París. Foto: Gabriel Hernández.

Cuando la vista y los sentidos penetran por los laberintos creativos del artista Vicente Hernández (Batabanó, 1971), quedan atrapados  vertiginosamente. Es imán que atrae, voz que grita, un campo que invita a sondear las estancias que juegan con la memoria.

La más reciente serie del creador –graduado del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona de La Habana (1994), como Licenciado en Artes Plásticas con título de Oro–, titulada Ciudades blancas, se dio a conocer el pasado viernes 16 de octubre, a las 4:00 p.m., en la galería El reino de este mundo, en la Biblioteca Nacional "José Martí", en Plaza de la Revolución. Además de saludar el Día de la Cultura Cubana, también rinde homenaje al aniversario 119 de la institución anfitriona.

En esas 13 piezas de gran formato (técnica mixta/lienzo), el espectador podrá ver reunidas, en la sala durante un mes, importantes ciudades del mundo que resplandecen en el pincel y la espátula del autor, que llega también como visitante a ellas, de la mano de algo que nunca podrá dejar, ni en su vida ni en la pintura: el pequeño y desconocido puerto de Batabanó. Aquí se transforma en personaje-viajero, y cruza los cielos para «respirar» en estos lugares del mundo conocido, y establecer una relación sicológica o diálogo entre lo real maravilloso de un pequeño pueblo, con la foto real de esta suerte de «postal» de viajero, que la astucia-talento de la mano de Vicente transforma en arte. Ataviadas –al ser blancas–  de un espíritu surreal, le impresionan los horizontes que dan formas a las «siluetas» que dibujan el escenario donde aparece su personaje/pueblo, cargado de leyendas, historias, tradiciones. Da la impresión que vinieron de visita y se quedaron allí.

Dentro de cada pieza, el artista explora el carácter fronterizo del tiempo, y penetra en la riqueza metafórica de sus membranas, esas que pueden separar lo interior de lo exterior, y dividen un universo de otro como su anverso. Todo cabe en su mundo. Surrealismo, lo real maravilloso, realismo mágico… tan acariciados por él en sus creaciones, comparten, en esta serie, el espacio con el fotorrealismo –pues él está consciente de que no es hiperrealista-, más bien le gusta presentarlas como «postales turísticas» que el visitante guarda para sí.

Salamanca, Nueva York, Barcelona, Madrid, Estambul, París, Miami, Roma, Venecia, Sidney, Ámsterdam…, se acumulan en esta muestra que él bautiza como Ciudades blancas, ya que tienen que ver con la luz, lo diurno, refiere el artista. Las ciudades blancas se conocen por el reflejo del sol en sus muros. Pero es también un pretexto para desembocar lo surreal en la vastedad de la superficie artística, donde aparece de la forma más inaudita y real Batabanó, «viajando» en inventados artefactos, medios de transporte, barcos… Con magistral hechura regala con sus trazos una narración barroca en una síntesis que nos obliga a imaginar lo no representado o, a la inversa, representar lo inimaginable. Sin embargo, La Habana, la primera que recibió a Batabanó, no está en la muestra, pues forma parte de una exposición itinerante por España. Para el artista resulta como un acertijo. «Fue la primera ciudad que me acogió como visitante y me ha hecho su hijo adoptivo», dice. «Y ahora, el mundo, con el espíritu cosmopolita del viajero, no se conforma con dejar su impronta en un lugar».


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