Corina Matamoros: “El arte contemporáneo de Cuba merece un lugar propio”


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"Curar exposiciones es una experiencia puntual. Curar colecciones es algo que involucra un tiempo dilatado y, a veces, toda una vida profesional.”

A Corina Matamoros mucho tiene que agradecer el arte cubano contemporáneo. Como curadora del Museo Nacional de Bellas Artes, ha validado desde fechas muy tempranas el quehacer de muchos de los artistas que actualmente prestigian nuestra cultura; no sólo por traer sus obras a las salas transitorias o al tesauro de la institución, sino también por brindarles un basamento teórico a través de sus ensayos.

La irrupción de la COVID-19 en el país el pasado 8 de marzo, ha postergado dos de sus más caros proyectos profesionales. Acerca de ellos y de su labor profesional antes y durante la pandemia, accedió gentilmente a intercambiar con el Blog Cubarte.

¿Qué han previsto en el MNBA respecto a la exposición En ningún lugar como en casa de Alexis Leiva Machado (Kcho) que, con su curaduría, debía inaugurarse el pasado 19 de abril?

“Con el cierre temporal del Museo, este proyecto que he estado acariciando desde hace mucho, se ha visto aplazado y su nueva fecha espera por las mejoras epidemiológicas y de vida social que tanto deseamos. Por el momento, sigo manteniendo un estrecho contacto con Kcho vía telefónica y digital, y hablamos, acaso más que antes, sobre todo lo que creíamos ya dispuesto sobre la exposición y listo para montaje.

La impresionante circunstancia de vivir una pandemia, de aquilatar día a día los dolorosos sucesos de muerte, miedo, desesperación, carencias o inequidades a escala del planeta, nos fuerza a pensar de otro modo. De pronto muchas cosas pierden sentido y otras perentorias y urgentes toman su lugar.

Como en una sintonía no prevista, artista y curadora, desde nuestras respectivas reclusiones, hemos estado cambiando cosas en nuestras mentes. Kcho ha creado nuevas obras que antes no pensó; yo estoy esbozando otras ideas en el ensayo y en el ordenamiento curatorial... De alguna manera ambos hemos intuido que ya no podremos hacer una exposición idéntica a la que habíamos imaginado, y vislumbramos que algo distinto irrumpirá en el proyecto al influjo del pesaroso escenario de hoy”.

Si pierdo la memoria: "... una voz de autor, un fuerte testimonio de la conexión investigativa, curatorial y coleccionista del Museo Nacional para con el mejor arte del país".

También fue pospuesta la presentación de su libro de ensayos Si pierdo la memoria, acerca de la obra de veinte artistas cubanos contemporáneos. ¿Posee una estructura similar a la de Mirada de curador o realizó la selección de los creadores siguiendo alguna pauta que responde a exposiciones curadas por Ud. o quizás de carácter temático o estilístico? ¿Por qué el título?

Si pierdo la memoria es otro golpe que la pandemia me deja en el plano personal. Cuando un autor se ha entusiasmado tanto con su más reciente libro –el quinto— luego de años tratando de conseguir su publicación, y ve desvanecerse el momento de su lanzamiento público, pues no encuentra mucho consuelo. De pronto se comprende dolorosamente que un libro es nada frente al hecho de la sobrevivencia humana.

El volumen es una recopilación de ensayos sobre artistas con los cuales he trabajado en ocasión de curadurías que he realizado en el MNBA, en su mayor parte. Muchas veces no se pueden lograr catálogos adecuados para las exposiciones del Museo, y los ensayos que tanto esfuerzo y dedicación nos llevan, quedan en suspenso, en volantes, notas de prensa, o fragmentos digitales.

Al reunirlos, ofrezco mi percepción sobre la obra de un conjunto muy valioso de creadores cubanos. Al cumplir este cometido se tiene, a la vez que una voz de autor, un fuerte testimonio de la conexión investigativa, curatorial y coleccionista del Museo Nacional para con el mejor arte del país. Es un libro de ensayos personales y, al mismo tiempo, una confirmación del compromiso de la institución mayor de las artes visuales del país con el mejor arte contemporáneo de la nación. Espero que sea de utilidad.

El título procede de un verso del poeta catalán Pere Gimferre que siempre me ha gustado: «Si pierdo la memoria, qué pureza.» Lo utilicé, a mi vez, como título del texto que escribí para la artista Rocío García en 2009. Y lo quise acompañar con la imagen de Epidermis, esa extraordinaria pieza de Aimée García que tanto embellece la portada del libro”.

Desde que hace ya más de 40 años inició su trabajo en el MNBA Ud. ha ido adquiriendo para la colección de arte contemporáneo cubano obras de artistas que, en ese momento, no gozaban del reconocimiento que tienen actualmente. ¿En qué se ha basado a la hora de correr tal riesgo? ¿Ha sido pura intuición?

“Supongo que factores diversos hayan influido en mí. Poseo una formación museal sólida, adquirida principalmente en la práctica cotidiana del Museo Nacional de Bellas Artes. Mi primera directora fue Marta Arjona, toda una personalidad en el ámbito patrimonial, cuya reciedumbre impregnaba a toda la institución. Con el Profesor y museólogo Oscar Morriña y con Mercedes Peñaranda aprendí el ABC de un museo. Luego en el Museo del Louvre, entre 1986 y 1987, se completó un ciclo de saber científico muy importante y avanzado, que en La Habana no teníamos por entonces, ni tenemos aún.

A esto cabría agregar que la relación con creadores muy jóvenes, de mi generación, que emergían a fínales de los años 70, fue decisivo para mí en lo que atañe al arte contemporáneo. Fue entonces que vi nacer una nueva poética en el arte cubano y su alegría y vitalidad formaron parte de mi propia vida. Aunque lo comprendí más tarde, esa experiencia de estar vinculada a quienes hicieron Volumen Uno, Sano y sabroso, y otras tantas muestras de principios de los años ochenta, me dio una perspectiva particular sobre los procesos de creación del momento que luego daría sus frutos.

No comencé en el Museo Nacional siendo curadora, ni ninguna escuela nos enseñó a serlo, excepto la práctica. Yo tuve la imprudencia de lanzarme en 1985 con la muestra De lo contemporáneo, donde invité a José Bedia, José Manuel Fors, Gustavo Pérez Monzón y Ricardo Brey para analizar los referentes extra-artísticos que alentaban sus producciones, desde esferas lejanas al arte, como las ciencias naturales, o la antropología, por ejemplo. Y luego hube de enfrentarme nada menos que con la muestra más abarcadora que se haya curado sobre la obra del maestro Raúl Martínez en 1988. Entre la cota que implanta un clásico cubano como Martínez y la cota del grupo de Volumen Uno, se concreta mi arrancada como curadora.

Al finalizar los años 80 y principios de los 90, estuve en posición de guiar y alentar las adquisiciones de arte contemporáneo nacional, siendo subdirectora del MNBA. Entonces ya estaba preparada para ver venir otra poética, y de inmediato supe comprender a los nuevos valores que portaban artistas como Pedro Álvarez, José Toirac, Lázaro Saavedra, Glexis Novoa, y otros muchos. Haber participado en la curaduría del Proyecto Castillo de la Fuerza entre 1988 y 1989 fue una experiencia clave en este trabajo curatorial.

Abrir las puertas de las colecciones del MNBA a producciones tan retadoras y entonces beligerantes como las de Tomás Esson, Kcho o Luis Gómez, ya entrados los 90, no fue coser y cantar. A ningún típico Museo de Bellas Artes, con una colección amplia de autores nacionales y extranjeros, que privilegia tesauros históricos de pintura, dibujo y grabado, le es fácil asimilar el arte efímero, las instalaciones complejas, los materiales y elementos no artísticos como parte de las obras, el arte conceptual, de proceso, el arribo de las nuevas tecnologías, etc.

Es una batalla que hay que ganar dentro del propio museo contra criterios conservacionistas a ultranza, contra la opinión del valor económico de las piezas que no están hechas para la eternidad, o contra el siempre socorrido obstáculo de la falta de espacio para almacenar las complicadas obras de hoy, entre otros muchos convencionalismos propios de tesauros con más de un siglo de tradiciones a cuestas.

Paisaje cubano, de Kcho: "A ningún típico Museo de Bellas Artes, le es fácil asimilar el arte efímero, las instalaciones complejas, los materiales y elementos no artísticos como parte de las obras, el arte conceptual, de proceso, el arribo de las nuevas tecnologías, etc".

Cuando propuse la adquisición de la pieza Paisaje cubano, de Kcho, datada en 1990, hecha con ramas, hojas y tierra, casi pierdo la batalla. Hoy se la puede ver orgullosamente exhibida en las salas permanentes del Museo. Pero había pasado más de una década de debates al interior del Museo, y también al exterior, ante círculos de artistas y críticos escandalizados. Hoy es casi una tradición adquirir arte del día en el Museo Nacional y la mayor parte del presupuesto estatal para compra de obras se destina a esta producción. ¡Ha sido una gran batalla…!”

¿Qué virtudes cree que no pueden faltar en un curador de arte?

“Son seguramente muchas las competencias que debe tener un curador, y me siento lejos de alcanzarlas en muchos aspectos. En lo que a mi experiencia respecta, quien quiera ser curador de colecciones tiene que prepararse para una cruzada a largo plazo y hacer acopio de sólidas estrategias y recursos patrimoniales para manejarse airosamente. Curar exposiciones es una experiencia puntual. Curar colecciones es algo que involucra un tiempo dilatado y, a veces, toda una vida profesional.”

¿Cómo cree Ud. que reaccionaría si en un futuro se creara en nuestro país un Museo de Arte Contemporáneo y la colección que ha ido conformando en el MNBA pasara a esa institución?

“Tengo una fuerte vocación patrimonial. Las colecciones son fabulosas fuentes de datos que analizan y explican la vida. Pueden ser tan variadas como los repertorios de polímitas, la historia geológica de la Tierra, los bancos genéticos, o las obras de arte.

Las colecciones conforman a su paso una traza histórica que emite informaciones y datos sobre el momento y las circunstancias en que fueron recolectadas. Esa traza es tan valiosa como las piezas y los propios objetos coleccionados. Por eso es importante examinar cuidadosamente la segmentación de los tesauros, pues eventuales fracturas extemporales pueden hacerlos perder valores y datos de todo tipo, que luego serían irrecuperables.

Por supuesto que un arte tan impetuoso como el cubano debe tener su museo de arte contemporáneo. Esta labor está hoy, de alguna manera, compartida entre varias instituciones del país, y el MNBA lleva ahí una gran parte de responsabilidad con sus valiosas colecciones. Pero ciertamente el arte contemporáneo de Cuba merece un lugar propio.

Cada vez que, desde 1992, se me han pedido proyectos u opiniones al respecto, he pensado que una institución de ese tipo debía comenzar de cero. Debe darse el lujo de mirar hacia adelante, de crear las bases de un coleccionismo nuevo y diseñar su propio futuro”.

Además de la exposición de Kcho, ¿tiene previsto algún otro proyecto curatorial o editorial que le ocupe el tiempo en esta etapa de alejamiento social? ¿Cómo ocupa este tiempo?

“Además de pasarme el día batallando con el hipoclorito en casa, mantengo el contacto con Kcho, quien, por cierto, sale a fumigar su barrio con ese mismo hipoclorito y a reforzar otras labores comunitarias.

En el Museo se nos ha pedido continuar tareas internas relativas a investigaciones y curadurías en curso, revisiones de bases de datos de obras, suministro de contenidos para las redes sociales, tan de moda hoy, etc. Pero creo que es un gran momento para el estudio, para la lectura de trabajos que siempre se nos acumulan bajo el peso inexorable de las sucesivas curadurías…

Por mi parte, quisiera iniciar un conjunto de traducciones sobre teoría museológica que no circula en nuestro país y que sería importante para ensanchar nuestra discreta cultura museal”.

 


3 comentarios

Katia Varela
18 de Mayo de 2020 a las 09:33

Muy bueno todo lo dicho por Corina, voy a recomendar a algunos colegas leer estas reflexiones.


ROBERTO CUESTA
18 de Mayo de 2020 a las 11:37

Excelente artículo. La presencia de un Un Museo de Arte Contemporáneo es imprescindible en el arte cubano.


Je buajasan
22 de Mayo de 2020 a las 09:24

Trabajo apasionante el suyo y le pregunto? Existe algún museo o especialista en el ámbito del estado cubano interesado en propuestas no institucionales? Agradecería información Salud y suerte!!!

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