Del hato a la gloria


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Uno de los grandes dolores de cabeza que enfrenta la música popular cubana es el habano centrismos que la define y ha marcado la pauta creativa e instrumental. Así ha sido desde los años noventa del pasado siglo. Esa tendencia fue definida por el fenómeno musical conocido como timba y que, de una nota y plumazo, borró la personalidad de muchas formaciones musicales. Escapar a ese influjo es tarea harto difícil que pocos han logrado.

Tal vez donde más resistencia hubo a asimilar la homogeneidad sonora de la timba, fue en el oriente del país; y esa resistencia –muestra de un inteligente e instinto de conservación y no expresión de actitud conservadora ante los cambios– tuvo sus frutos, pues los músicos de aquella región del país decidieron tomar de la timba lo que funcionara a su estética musical y adaptarlo a sus necesidades; de este modo lograron mantener su espacio social y por demás satisfacer a los nuevos públicos.

Este disco de la orquesta Hermanos Avilés es un ejemplo de la anterior reflexión. Para nadie es un secreto que esta es la decana de las orquestas cubanas y que su historia está marcada por su capacidad para haber sabido asumir los retos que los tiempos, las generaciones y la vida le han marcado.

En sus comienzos fue una charanga cuyos integrantes no lo pensaron y marcharon a la guerra en el año 1868. Se dice que sus fundadores formaron parte de la banda de música que acompañaba al general José Maceo. En el transcurso de la pasada centuria la Hermanos Avilés fue cuna y plataforma de lanzamiento de importantes músicos como Germán Ferrer y Juanito Marqués; el primero, un importante director de orquesta y el segundo uno de los más trascendentes guitarrista, compositor y orquestador cubano.

Con esos precedentes y sobre todo su capacidad para entender los tiempos; la EGREM apuesta por este fonograma en el que tradición y vanguardia se fusionan acertadamente para entregar un producto que satisface a quienes le han y habrán de escuchar.

Digno de destacar es la selección del repertorio, uno de los grandes talones de Aquiles de buena parte de la discografía cubana actual. Textos y música funcionan cual unidad indestructibles donde “lo tradicional” y “lo contemporáneo” van de la mano en total armonía para que cada tema del fonograma fluya y deleite a los destinatarios finales.

Hacer música es tal vez uno de los oficios más ingratos, pues nunca sabrá el músico cuál de sus obras explotará en el gusto de bailadores y melómanos. La orquesta Hermanos Avilés con este disco, supera esta prueba.

Tal vez dentro de cien años —y muchos más— el son siga llevando el sabor que un día les definió y que lo mismo en la manigua que en las plazas públicas ellos sigan adelante.


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