Día de la Prensa: mi reflexión


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«Veo a la prensa jugando un papel importantísimo en la elevación de la moral y en la preservación de todos los valores sagrados de nuestro pueblo, en la denuncia, en el combate, en la lucha contra todas las cosas mal hechas […] Quién puede educar más que la prensa» (Fidel Castro Ruz, V Congreso de la UPEC, 24, 25 y 26 de octubre de 1986)

Este jueves, “Cuba: cultura y periodismo” en la Jornada de la prensa

José Martí y Fidel Castro. Cuánto privilegio para todos los cubanos haber tenido, en siglos diferentes, pero con similar vocación revolucionaria, transformadora y patriótica, a estos dos hombres que son obligada referencia, no solo en la Isla de la Dignidad, sino allende los mares, a nivel latinoamericano y mundial.

El periodismo cubano es un patrimonio nacido de las ideas martianas y fidelistas, y quienes lo hemos ejercido —con aciertos y desaciertos— tenemos en sus enseñanzas el mayor medio para seguir haciéndolo, perfeccionándolo, liberándolo de etiquetas apologéticas, y convirtiéndolo cada vez más, en un reflejo de la sociedad en que vivimos.

Sería muy atrevido de mi parte, hacer una valoración, por sencilla que sea, de cómo veo al periodismo en nuestros días. Pero, con la sola pretensión de opinar sobre un ejercicio que he realizado por 57 años, y del que me siento orgulloso, me permito escribir algunas notas a manera de reflexión.

Primero que todo, creo que debemos sentirnos seguros de que damos continuidad a las ideas de Martí y de Fidel, cuando nuestras redacciones se llenan de semillas ya germinadas, que, además de dar frescura, aportan al periodismo de hoy sin olvidar su impronta revolucionaria.

Conozco a muchos y sé que «sufren», como me ha ocurrido a veces, cuando nos mutilan un comentario o un reportaje, una investigación o una crónica, porque, o tenía más líneas de las que cabían en el espacio previsto, o porque alguien que no la escribió la concibió de otra manera, o por alguna otra etcétera. Son «gajes del oficio», he oído decir más de una vez.

En mi opinión no todo está resuelto en cuanto a la atención y la enseñanza a la que debemos contribuir con estos jóvenes que ya son la gran mayoría en nuestros medios.

En la Jornada por el Día de la Prensa Cubana son muchas las batallas ganadas que debemos celebrar. Y no pocas, las tareas incumplidas, o cumplidas a media, o no bien cumplidas, y valga la redundancia.

La prensa cubana tiene motivos más que suficientes para que se le agasaje, no un día, sino todos.

En todo caso, constituye una expresión de cuánto hace y cómo lo hace cada uno de nuestros colegas.

Es admirable verlos, jóvenes apenas salidos de las aulas, ya enfrentados con la búsqueda de la noticia humana, allí en la zona roja de un hospital, donde detrás de cada nasobuco o cada careta de protección, se encuentra la noticia del joven, tanto como ellos, que graduados o aún sin graduar de médico o enfermera, ya hace realidad de su oficio noble, humano, solidario.

Confieso que me han impresionado sobremanera, la forma en que nuestros medios escritos, televisivos, radiales o digitales, han cumplido, con pasión y tesón, la tarea de informar al pueblo.

Ejemplos hay muchos. La Mesa Redonda y Cubadebate pueden cabalgar a la vanguardia con su servicio diario de hacer periodismo bueno, creíble, valiente, donde la fuente primordial es el pueblo.

Su labor en el esclarecimiento sobre los contenidos del llamado ordenamiento económico, colosal tarea que será cada vez más segura mientras más insertada esté en cada ciudadano, le da valía a un periodismo oportuno, indagador, inclusivo…

Cómo no admirar a quienes, en el último año de manera muy especial, se han empeñado en hacer de la televisión un medio más identificado con el sentir de los habitantes de la Isla, lo mismo con la indagación crítica sobre la burocracia que aún empaña la obra, que la sugerencia oportuna en la conducción de tareas simultáneas como la de combatir la Covid-19, continuar la atención médica a toda la población, indagar por el medicamento que falta, arremeter contra el revendedor que se enriquece con los altos precios de un producto, o cuestionar al funcionario que mira para el cielo en espera de le caigan soluciones, que tiene en su propia empresa, almacén, centro comercial y otros.

Nuestra prensa, no solo en una jornada, sino todos los días, tiene que «meterse de lleno y con valentía» en los problemas, allí donde los insensibles lo ignoran o lo comparten.

En escenarios tan complejos como el económico y el de temas internacionales, afloran ejemplos diarios del tratamiento esclarecedor, la opinión basada en el dominio de fuentes, del conocimiento de políticas y también de la forma en que muchos grandes medios internacionales, acompañan a gobiernos y grandes empresas, que expolian, agreden, sancionan y se empeñan en desestabilizar países, a través de golpes blandos o agrediéndolos militarmente.

Es nuestra tarea seguir desenmascarando a falsos periodistas y medios «independientes» que de ese calificativo no tienen nada, por cuanto, dinero, guión de trabajo y tecnología, les son entregados por quienes tratan de destruir la Revolución Cubana, sea de forma directa por el gobierno de Estados Unidos, o por sus entidades injerencistas como la NED y la USAID, o patrocinadores que en Miami se aferran en servir a la más miserable causa anticubana.

En toda esta gran batalla, la prensa cubana, ha contado, además con la labor de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), cuya máxima dirección es ejemplo de colegas que escriben cada día, comparten espacios televisivos o fortalecen medios digitales, prestigiados por sus firmas de profesionales altamente calificados y dedicados por entero a hacer del periodismo revolucionario el reflejo del país que tenemos y al que aspiramos.

Vale, en esta jornada y todos los días, ir a Fidel, y culminar este artículo con lo escrito por el Comandante en Jefe, en una Reflexión publicada en Cubadebate, el 3 de julio del 2008, con el título de «La historia real y el desafío de los periodistas cubanos»:

«La verdad en nuestros tiempos navega por mares tempestuosos, donde los medios de divulgación masiva están en manos de los que amenazan la supervivencia humana con sus inmensos recursos económicos, tecnológicos y militares. ¡Ese es el desafío de los periodistas cubanos!».

 

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