¿Dispersa?


dispersa

“Dispersa. Me siento dispersa”, así me dijo Olga Marta Pérez cuando recién sostuve con ella una conversación telefónica para conocer a qué dedica estas jornadas de recogimiento una de nuestras más importantes autoras de la literatura infantil y juvenil.

A primera vista pudiera parecer se justificaba así de cierta morosidad intelectual, ante el lógico desconcierto propio del cambio de rutinas consustancial a la pandemia, y a la complicada situación sanitaria que enfrenta el mundo.

Sin embargo, lo cierto es que la también Premio Nacional de Edición 2015 no cesa. En un diálogo tan salpicado de humor, como suelen ser los que con ella se sostienen, pasó a contarme que hace pocos días entregó dos cuentos suyos para ser publicados en el sitio web de la UNEAC y que, además, contribuyó con un artículo a las páginas del periódico Granma, aún inédito a la hora de la charla.

Aceptó, eso sí, que aprovecha el tiempo para saldar viejas deudas de lectura y para escribir los guiones que, una vez vencido el virus, saldrán en la programación infantil de Habana Radio, donde hace varios años mantiene con sus textos los matutinos espacios Papatino y Mama gorda; así como Vidas y milagros de seres fantásticos.

También como al desgaire y en medio de su dispersión, Olga Marta dijo haber formado parte hace apenas una semana del jurado del Premio Pinos Nuevos que otorga la Asociación Hermanos Saíz y estar colaborando con varios amigos escritores que le han solicitado, vía email, revise sus más recientes obras.

No obstante, y aun cuando de momento no lograra rebasar el impasse creativo, en un futuro próximo los muchos lectores que la siguen tendrán ante sí varias novedades literarias de esta escritora; cuyas presentaciones, previstas para inicios del actual mes, debieron ser pospuestas por razones obvias.

Se trata del cuento Orejas doradas, en el que narra las aventuras del mono Titiriti y su amigo Tamito, un pequeño hipopótamo convencido de que la mala suerte lo persigue.

“Pienso que la mala suerte la hace uno. Es un concepto que trato de trasladar a los niños que lo lean” me acota la autora de este libro publicado por Selvi Ediciones, el cual cuenta con las ilustraciones de Anabel Medina y brinda, además, la oportunidad de colorear, recortar y armar algunas de sus imágenes.

Asimismo, habrán de presentarse, en cuanto el país vuelva a la normalidad, dos antologías igualmente editadas por el grupo editorial valenciano, en las que fueron incluidas sendas obras suyas. Pertenecientes a la colección El Reino de la Fantasía, uno de los volúmenes está dedicado a la temática del circo, mientras que el otro aborda historias de dragones.

 

Tal como lo expresó, Olga Marta no cree en la suerte; sino en el esfuerzo y el trabajo. Acostumbrada a asumirlos; a entregar gran parte de su tiempo a la dirección de Ediciones UNIÓN, ahora prácticamente inactiva, apenas repara en cuánto ha hecho en estos días en que dice sentirse dispersa.

De tener la escritora razón, no sé entonces cómo llamarle a la fortuna de contar en nuestro país con intelectuales como ella: siempre creativos y solidarios; puntales en la formación de las nuevas generaciones. Tan realizados con su labor que te la hacen disfrutar hasta la risa, no importa si a través de un hilo telefónico. Eso también es importante y se agradece en estos tiempos.


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