El imaginario piñeriano desde el gabinete azul de Araoz


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Foto: Paula Piñeiro

Hay muchos Virgilios. Múltiples Piñeras posibles. Para Cintio Vitier era un simple francotirador. Norge Espinosa a veces lo ve con la máscara de provocador y de líder de una nueva generación de autores a los que juzgaba como sus iguales. A Manuel Díaz Martínez se le aparece “sentado en el piso, desnudo, y traza círculos en el aire, con un carbón encendido que le llaga los dedos”; con un fulgor que se convertirá en violeta intensificado hasta el delirio.

Raydel Araoz siente que le brinda un espacio desde su gabinete azul, unas pausas enguantadas y quizá hasta el lecho reducido por el horror del visitante. El cineasta y escritor reconstruye en su último documental la vida y la obra del dramaturgo, narrador y poeta Virgilio Piñera a partir de la representación de un Virgilio que escribe su autobiografía y cartas a los amigos en el extranjero y desde las miradas cruzadas de Carlos Celdrán, David Leiva y Antón Arrufat. Su obra Virgilio desde el gabinete azul, está en concurso en esta edición del Festival de cine de la Habana.

Raydel, quisiera que me hablara un poco de cómo fue la selección del casting de especialistas en el documental. Me parece llamativo que no está Abilio Estévez entre los entrevistados al haber sido una persona cercana a Virgilio...

Para mí un proyecto cinematográfico nace con la complicidad de un equipo. Antes es solo una idea que viaja de un sitio a otro de mi cabeza golpeándose contra los parietales. Virgilio desde el gabinete azul nació cuando le hablé del proyecto a Maricet Sancristóbal, quien había sido primero mi alumna y luego ha sido una inestimable colega en la mesa de edición. Al proyecto se suma Pilar Fernández Melo, que me acompaña siempre como directora de arte, soñando y diseñando el mundo que queremos representar, y Raúl Prado, un fotógrafo con quien ya había realizado algunos trabajos, pero nunca un proyecto de largometraje con un proceso tan extenso como el de este documental.

Aquella fue como una primera avanzada que después se completaría con esa pequeña familia que trabaja siempre en mis proyectos: los actores Waldo Franco, José Luis Hidalgo, Gilberto Ramos, Evelio Ferrer, Nelson Martín, entre otros, y todo el equipo de sonido, desde la grabación en directo comandada por Michel Caballero, hasta la postproducción con Toni Carreras y el compositor musical Denis Peralta. Integran asimismo el equipo, además de los animadores en 2D y 3D, la artista Ivette Ávila para las animaciones de papel en stop motion, por el vínculo visual de esta técnica con el teatro de sombras chinescas.

La respuesta a tu pregunta sobre la ausencia de un testimonio tan importante como el de Abilio Estévez, creo que está en el diseño de este documental en particular. Yo había pensado contar la vida, la obra y el imaginario de Virgilio Piñera desde tres puntos de vista: un dramaturgo, un director teatral y un estudioso de su figura; además necesitaba que fueran diferentes generaciones para mostrar la permanencia y el interés que despierta la obra de Virgilio en esas generaciones distintas. Antón Arrufat, quien fue compañero de Virgilio, además de ser su albacea literario, es una de las personas vivas que más acompañó a Virgilio a lo largo de su vida, y allí tenemos entonces un testimonio de primera mano. Luego Carlos Celdrán estaba montando en esos momentos una obra de Virgilio Piñera, Aire Frío, y me pareció un regalo de los dioses. Después de leer y revisar los textos de diferentes investigadores que siguen con pasión la obra de Virgilio, encontré en los ensayos de David Leyva una complicidad con mi propia visión, ambos compartimos muchos puntos de vista, y él, además, podía ajustarse a mis tiempos de rodaje. Esto último era una cuestión fundamental para poder realizar el documental, porque el filme se rodó en tres momentos y necesitaba personas que pudieran estar disponibles para mí cuando tuviera las posibilidades de volver a rodar y continuar con el proyecto.

Virgilio desde el gabinete continúa su tetralogía de la cultura cubana que comenzó con su documental sobre Guillén Landrián y continuó con La Isla y los signos sobre Samuel Feijóo: ¿Usted toma a estos personajes para debatir sobre periodos específicos del cine, la literatura y el teatro cubanos, de la historia? ¿Podríamos hablar de un recorrido por estas esferas a través de estas personalidades?

Mi sueño es realizar una tetralogía que revise la cultura cubana a través de la vida y el imaginario de cuatro autores: Nicolás Guillén Landrián, Samuel Feijóo, Virgilio Piñera y Joel James. Hasta el momento he realizado tres de estos documentales. El documental Retornar a La Habana con Guillén Landrián, trata sobre Nicolasito, recorre el cine cubano de la revolución, pero también nos muestra la tragedia del exilio cubano, la intolerancia que la política ha llevado al corazón de la nación cubana dentro o fuera de la isla. El documental de La isla y los signos, sobre la vida y obra de Samuel Feijóo, quiere mostrar la cultura popular del centro del país, especialmente en la plástica, que Feijóo incorpora a la vanguardia del siglo XX. Virgilio desde el gabinete azul pivotea en torno al teatro, la narrativa, la poesía y el epistolario de Piñera y recorre, como en mis otros documentales, los momentos de intolerancia contra el arte, a la cual se enfrentan, de una manera u otra, todos estos artistas.

Queda hacia el futuro un documental que aún no tiene nombre, cuyo eje central es el trabajo de Joel James, y que va a tratar sobre la religiosidad afrocubana en la zona del oriente y su enlace con el Caribe.

¿Cuál será el cierre de esta tetralogía? ¿En qué proceso está?

El final de la tetralogía es el documental sobre Joel James, que en este momento está en fase de investigación. Reviso con detalle y pasión sus novelas, y estudio en su narrativa una forma de contar su vida y obra. Todos los autores que escogí comparten una pasión por la escritura, o son poetas, o son narradores y ensayistas, o son poetas, narradores y ensayistas. Casi seguro que este vínculo literario los haga muy entrañables para mí que soy un lector empedernido y que he incursionado modestamente en esos géneros.

Su editora declaró que “El montaje en la película Virgilio desde el gabinete azul tiene una estructura en forma de caja china, donde el espectador visualiza la obra por capas y se adentra cada vez con mayor profundidad en la historia que se pretende contar”. ¿Por qué utilizar esta narrativa para acercarse a Virgilio? ¿No teme a que el documental termine dispersándose entre toda esta mezcla?

En realidad, no tengo ese temor, me gustan las estructuras laberínticas y le propongo al espectador abandonarse a ellas, a la sorpresa de no saber cuál es el rumbo y descubrirlo en el camino. Todos mis laberintos tienen un centro y los seducidos por el magnetismo que intento que gravite en ellos se refocilan al encontrarlo.

Me alegran las palabras de Maricet, tuvimos casi un año de montaje, encontrando la estructura adecuada, armando y desarmando estas cajas chinas de manera que el juego –un concepto importante para Virgilio– estuviera presente durante el viaje por el imaginario piñeriano.

El arlequín afrocubano es una especie de guía en el documental. Usted lo califica como griot. ¿Por qué utilizar este recurso de la cultura afrocubana para adentrarse en Virgilio cuando en la obra de Virgilio no hay (o no existe un peso) hacia esta otra parte de la cultura cubana?

El griot es un arquetipo teatral, pudiera haber usado Polichinela, pero preferí cubanizar esas influencias, algo que hace Virgilio con sus adaptaciones de clásicos del teatro griego como Electra, o versiones de textos bíblicos como Jesús. En mi teatralización de la vida de Virgilio necesité un griot, otro autor tendrá otra puesta en escena.

¿Qué puede brindarle este gabinete azul al espectador? ¿Qué le brindó a usted?

Al espectador puede descubrirle etapas de la cultura cubana no suficientemente debatidas, y sin duda entreabrir una puerta al imaginario de Virgilio Piñera. También puede, y quisiera, sumergirlo en un viaje sensorial y personal a través de las formas.

A mí me brinda un goce estético, que espero poder compartir, en comunión, con el público que asista al cine.


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