Carlos Miyares.

El Jazz Plaza 2020 que yo viví (Primer día)

Empezando la segunda jornada del festival de Jazz 2020, los vientos me guiaron hasta la sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba; para disfrutar del homenaje preparado a la legendaria agrupación Irakere.

Irakere es de esas bandas que por diversas razones se erige en la actualidad como una de las joyas ocultas de la música cubana. Creada a comienzos de la década de los 70 del pasado siglo, bajo el liderazgo del pianista y compositor Chucho Valdés, fue definitivamente un súper grupo de sólidos artistas, capaz de moverse con igual éxito en el mundo del jazz y en el de la música popular bailable.

A pesar de su relevancia en el panorama musical cubano e internacional, no se les había rendido tributo en el país, interpretando su música a cabalidad; hasta que a fines del 2019 el saxofonista y compositor cubano Carlos Miyares decidió tomar la iniciativa.

Tocar la música de la agrupación homenajeada, es un gran reto para todos los músicos, y Miyares tuvo el acierto de encontrar a los adecuados; algunos que como él habían tocado con Chucho Valdés en su formación Los mensajeros afrocubanos, y uno de ellos (Germán Velazco) que había formado parte de Irakere.

De esta manera, poco después de las 6:00 p.m., salió a escena un nuevo “todos estrellas” ocasional, que contaba con Carlos Miyares y Germán Velazco en los saxofones, Alexander Abreu y Mayquel González en las trompetas, Adel González y Yaroldy Abreu en las percusiones, Juan Carlos “el peje” Rojas en la batería, Rafael Paseiro en el bajo y el pianista Tony Rodríguez en piano y teclados.

Yony Rodríguez, Rafael Paseiro, Juan Carlos Rojas, Mandy Cantero, Yaroldy Abreu, Adel González, Germán Velasco, Miyares, Alexander Abreu y Maiquel González.
 

Los primeros acordes de la pieza Juana 1600 electrizaron al auditorio, y la emoción iba en aumento, a partir de los excelentes solos de Carlos Miyares con su saxofón tenor, de Tony Rodríguez en el piano, y la animada controversia de trompetas entre Alexander Abreu y Maiquel González.

                                     Alexander Abreu.                                                                                   Maiquel González.

La emblemática obra Estella va a estallar, trajo a escena a Harold López-Nussa, para una destacada participación en los teclados. Por su parte Germán Velazco disertó desde el saxofón alto, Alexander Abreu impactó con su trompeta, y el bajista Rafael Paseiro aprovechó para mostrar su poderío.

                          Harold López Nussa y Tony Rodríguez.                                                   Rafael Paseiro y Juan Carlos Rojas.

Cerrando el bloque, interpretaron la pieza Changó, donde Yaroldy Abreu lideró los cantos afrocubanos y provocó aplausos desde las tumbadoras; mientras que German Velazco protagonizaba un encomiable solo con su saxofón alto.

Yaroldy Abreu y Adel González.

Si bien la primera mitad se enfocó en el jazz afrocubano de Irakere, la segunda parte, recreó su desempeño en la música popular bailable. Para ello, contaron con la voz de Armando “Mandy” Cantero, quien logró recrear acertadamente el estilo y el timbre del legendario Oscar Valdés.

Mandy Cantero, Yaroldy Abreu, Adel González, German Velasco, Miyares, Alexander Abreu y Maiquel González.

El primero de los temas, donde los bailadores pudieron volver a sentir el poderío de la música de Irakere, no podía ser otro que Bacalao con pan, en el cual Harold López-Nussa asumió el piano y Cantero conectó rápidamente con el público, que no pudo evitar comenzar a corear y bailar este tema.

Las otras dos piezas bailables escogidas fueron Lo que va a pasar, en el que Adel González impactaba por su trabajo en las pailas; y Ese atrevimiento, en el cual Mayquel González deleitó con su solo.

Para despedirse, luego del esfuerzo realizado, los músicos interpretaron un fragmento de Danza Ñañiga; recibiendo luego una cerrada ovación de un teatro en el cual esa noche volvieron a deambular, los duendes de la agrupación homenajeada.

Un rato más tarde, a las 9:00 p.m., comenzaba en la Sala Avellaneda del propio teatro, una nueva jornada del Festival. Esta vez protagonizada en su primera parte por el trabajo de The Cuban sax quintet; agrupación formada por César López y Germán Velazco (en saxofones alto y soprano), Jamil Schery (saxofón tenor), Alfred Thompson (saxofones tenor, alto y soprano) y Evaristo Denis Baró (saxofón barítono).

The Cuban Sax Quintet.

Aunque la idea de esta eventual formación fue grabar un disco titulado Saxofones Live Session; con el cual obtuvieran Gran Premio Cubadisco 2019 y una nominación a los Grammy Latino en ese mismo año; sus integrantes, decidieron seguir compartiendo sus creaciones y estabilizaron la formación del quinteto.

El concierto comenzó con una obra de César López titulada Cherokee, y luego incluyeron otras piezas incluidas en el premiado disco, entre las que destacan Bach Time, Baritonblue, Bolero a mi padre, Fin y comienzo, Una flor para Bea y Fiesta de Orishas.

Una hora más tarde, finalizaron su presentación con la obra Caprichito, incluida también en el fonograma antes mencionado; recibiendo la ovación final y dejando el espacio listo para la presentación de la cantante, compositora e instrumentista catalana Andrea Motis.

Andrea Motis.

Delgada, de baja estatura y dulce sonrisa, llegó al escenario al frente de otros cuatro músicos bien experimentados: el austriaco y frecuente colaborador suyo Christoph Mallinger (violín y mandolina) y los cubanos Alejandro Chávez (drums), José Raúl Machado (bajo) y Yadasny José Portilla (piano).

Christoph Mallinger y Andrea Motis.

Yadasny José Portilla, Christoph Mallinger, Andrea Motis, José Raúl Machado y Alejandro Chávez.

La dama sentó credenciales en el arranque, con una excelente ejecución en la trompeta, en la obra Love for Sale; estándar compuesto por el estadounidense Cole Porter. En la misma Portillo tuvo protagonismo desde el piano, al igual que Mallinger en el violín.

La artista española aprovechó entonces para mostrar al público cubano, algunas de las obras de su segundo álbum titulado Do Outro Lado Do Azul, publicado en el año 2019. A diferencia de su primer disco, Emotional dance, con un corte bien jazzístico; este segundo trabajo buscó captar el espíritu de la música brasileña, con composiciones propias y otras conocidas, de creadores brasileros.

Buscando puntos de contacto con el público cubano, se decantó por empezar el recorrido del álbum con su versión de la conocida pieza Mediterráneo, de su compatriota Joan Manuel Serrat; en el que hubo un excelente trabajo de Alejandro Chávez en la batería.

A continuación, Motis agregó dos obras de su cosecha (Sombra de Lá, cantada en portugués y Sensepressa interpretada en catalán). En estas piezas, destacaron la participación de Andrea Motis con la trompeta, de Yadasny Portilla en el piano y de Christoph Mallinger en la mandolina.

Los últimos temas del disco incluidos en el programa, fueron Choro De Baile, del brasileño Sérgio Krakowski y Dança da solidao, compuesta por el carioca Paulinho Da Viola.

Ya en las postrimerías del concierto, la española mostró un guiño de su primer fonograma, interpretando el estándar Señor Blues, del estadounidense Horace Silver. En esta obra, la artista volvió a improvisar en la trompeta, al igual que en diferentes momentos, hicieran los ejecutantes del violín, batería y piano.

El cierre de la jornada, llegó por cuenta de la pieza Do you know what it means to miss New Orleans, estándar del repertorio del norteamericano Louis Armstrong. En ella Mallinger y Motis cantaron a dos voces, y adicionalmente ejecutaron sendos solos desde el violín y la trompeta, respectivamente; dejando espacio para una buena interpretación de José Raúl Machado en el bajo.

Andrea Motis y José Raúl Machado.

Recibieron entonces, el aplauso final; cerrando la música por esta segunda jornada de jazz, donde también recibieron premios 35 aniversario (otorgados por el comité organizador del certamen), los músicos Yaroldy Abreu, César López y Germán Velazco.