Elogio por y para los ausentes, o quién va a tocar aquí


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Cartel del evento, diseñado por el reconocido creador Ernesto Niebla e inspirado en la obra Jazz=Libertad, donada especialmente por el artista de la plástica Alberto Lescay.

El Festival Jazz Plaza de este año es historia. Fueron cinco largas jornadas en las que se pudo asistir a propuestas musicales de distintas tendencias, a clases magistrales y al habitual coloquio, que esta vez tuvo la particularidad de convocar a las casas discográficas para que expusieran su vínculo con el jazz cubano.

Nuevamente la familia de este género en Cuba tuvo a su alcance propuestas musicales de alta factura por parte de los invitados y la posibilidad de evaluar las que hoy se están generando. Musicalmente este es el único evento de clase mundial en el país desde hace treinta años; al que le quede alguna duda, le sugiero revisar la lista de invitados a lo largo de su historia.

Sin embargo, es hora de que los organizadores se sienten a repensar y a ponderar ciertos detalles que podrían culturalmente enriquecer al evento y ajustarlo a las dinámicas de estos tiempos. Permítanme sugerir algunos.

Por más de veinte años el Festival contó con un complemento de alto impacto que fue idea de uno de aquellos “padres fundadores complementarios” y fue el Foto jazz. En un comienzo fue el fotógrafo Elio Ojeda –tal vez el fotógrafo cubano que posea la mayor colección de imágenes sobre el tema de los últimos cincuenta años—y posteriormente se fueron incorporando otros fotógrafos, y la muestra ganó en calidad y diversidad conceptual.

Bien vendría retomarla e incluso, compilar y curar lo ya existente y traducirlo en un libro memoria; y es que los fans del jazz de estos tiempos y los de la vieja guardia tendrían a su alcance el testimonio gráfico del evento.

Complementario a ello, es hora de que el evento presente su catálogo general antes de su comienzo. Solo así los medios de comunicación dejarán de actuar como “vacas locas” en materia informativa.

Pero el pollo del arroz con pollo llegó este año y vino servido desde las salas del coloquio habitual: la relación de las discográficas con el jazz. Sin proponérselo abrieron las puertas del Rubicón. Hay un divorcio estructural y cultural entre los ejecutivos discográficos y los organizadores del Festival; y ese divorcio es causa de las constantes exclusiones de importantes proyectos creados por músicos cubanos que no son tenidos en cuenta a la hora de organizar la programación y sin embargo están en el catálogo de las discográficas.

Ejemplos más que frescos y de alto impacto musical y cultural: Bis Music presentó en el mes de diciembre el DVD Descargando energías, con la música de Emilio Vega; toda una joya musical y creativa. Por su parte la EGREM prepara el lanzamiento del CD/DVD The Cuban Jazz Quintet del quinteto de Saxofones que lidera Germán Velazco. Qué decir entonces del CD que presentara en el mes de septiembre el pianista Rolando Luna en el teatro Martí.

Una revisión de las últimas programaciones del Festival habla de la exclusión de estos dos importantes músicos y productores discográficos; y la búsqueda se remonta a cinco ediciones anteriores.

Germán es hoy por hoy el “gran gurú” del saxofón dentro de la música cubana; en eso están de acuerdo todos los músicos; y es tal su modestia que ha cedido su puesto en importantes proyectos a talentos que hoy nos sorprenden; esos instrumentistas saben de lo que hablo. Emilio Vega por su parte, ha sido el “homo pensante” que ha impulsado, validado y producido los discos de presentación de muchos jóvenes jazzistas, cuyos nombres hoy manejamos como algo normal.

Pregunto entonces: pensarán en el futuro los organizadores del evento, de común acuerdo con las discográficas, incluir en su cartera de presentaciones esas producciones que a veces pasan sin penas ni gloria; o será que la comunión fue solo para llenar espacio en el coloquio; veremos en la programación de próximas ediciones un regreso del saxofonista José Carlos Acosta o habrá alguien que pida a jóvenes que se inician que retomen la música de Lucía Huergo para homenajearla; alguien tendrá la visión de invitar a Nicolás Reinoso (uno de los padres fundadores y viejo zorro del jazz) para que nos deleite con su sonido. Por cierto, a este saxofonista cubano, desde hace diez años, en diversos festivales afines, se le han dedicado espacios; pero en su tierra es ignorado; y sin su visión el grupo Afrocuba no hubiera llegado.

Tener a grandes talentos internacionales, insertados en el circuito de festivales afines, a nuestro evento es plausible, pero no olvidar que los músicos de esta tierra habitan hoy en los cinco continentes y hacen carrera en los más diversos estilos y escuelas, expandiendo no solo la complejidad de nuestra música: Son embajadores de la cultura cubana.

Las dinámicas de estos tiempos requieren que los organizadores ejecutivos del evento estén más relacionados con las discográficas nuestras y con los compatriotas allende los mares.

Entonces… cosas veremos… y oiremos…


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