Encuentro con la cultura de estirpe africana en Cuba


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Como sabemos, cada 25 de mayo se celebra en todo el mundo el Día de África. El origen de esta celebración se remonta a 1963 cuando se dieron cita en Addis Abeba, capital de Etiopía, 32 líderes de Estados africanos, formando así la Organización de la Unidad Africana (OUA), hoy Unión Africana (UA). Este día marcó una fecha de gran importancia para el continente africano y su gente, puesto que supuso el inicio de su historia como diferentes países, sociedades y culturas. Actualmente dicha celebración hace referencia a los logros del continente e incita a reflexionar sobre los principales retos y desafíos que se le plantean en un futuro próximo.

Lo cierto es que desde África nos llegaron riquezas y aportes significativos que forman parte del tejido social y cultural. Cada cubano, de una manera u otra, ha tenido un acercamiento hacia muchos de los elementos traídos del viejo continente, imbricándose de manera trascendental y aceptadamente en nuestra cultura, los cuales han sido heredados y trasmitidos por generaciones, significando un importante legado que pervive en nuestras vidas. Sin duda, hemos encontrado una forma de expresarnos a través de la herencia asimilada por cientos de años, no solo en lo mágico religioso o en el horizonte festivo y músico danzario, sino también en otros rubros que nos identifican, como el panorama oral, lo culinario, la artesanía, la arquitectura, el deporte, entre otros. Con la entrada a Cuba de los esclavos africanos se han generado también costumbres y hábitos de vida, dejando su huella en la identidad y la cultura cubana, conformadas sobre la base de un amplio proceso etnodemográfico, antropológico y cultural, tejiendo un rico legado cultural de cuatro siglos que hoy forma parte indisoluble de la cultura nacional.

“Desde África nos llegaron riquezas y aportes significativos que forman parte del tejido social y cultural”. Obra: “El mercado”/ Manuel Mendive

Sería justo colocar en un lugar cimero los resultados investigativos generados por destacados estudiosos e instituciones, quienes han apostado de manera excepcional por el tema en nuestro país, conformando significativas obras que hoy son referentes indispensables a la hora de conformar la verdadera influencia o raíz africana en la cultura cubana, originaria de diversos pueblos y culturas venidas del continente africano. Si de mencionar algunas de las más fieles y reconocidas figuras en este sentido se trata, podríamos referirnos a cientos de ellas, aunque no dejaría de mencionar la obra de Fernando Ortiz, Lidia Cabrera, Argeliers León, Natalia Bolívar, Joel James, Jesús Guanche, entre otros, mientras en el orden institucional se reconoce a la Casa de África en La Habana, la Casa del Caribe en Santiago de Cuba, el Centro de Estudios Africanos, entre otros.

Hablando de Jesús Guanche, sería oportuno enmarcar algunos elementos medulares plasmados en su libro Componentes étnicos de la nación cubana (Editorial Adagio, 2011), donde pone al descubierto la necesidad de reflejar las premisas a considerar, tanto para su estudio como para la práctica cultural misma de estas expresiones de influencia africana en la cultura cubana. Tal es el caso de la identificación de las zonas de procedencia de los esclavos llegados a Cuba, la clasificación etnodemográfica por grupos lingüísticos, así como el análisis de los grupos humanos devenidos desde el continente africano, su marcada heterogeneidad económico-social, reflejada en los distintos niveles de influencia cultural de forma fragmentada, según la diversidad existente entre unas comunidades étnicas y otras, las cantidades de esclavos traídos de cada lugar en diferentes períodos históricos, las zonas de ubicación en Cuba y las expresiones culturales que aportan, mientras de importancia la formación y proliferación en las áreas urbanas de los cabildos de africanos y descendientes, como sociedades de ayuda mutua, muy vinculadas tanto a la organización y funcionamiento de los Batallones de Pardos y Morenos como al desarrollo de las artes y los oficios fundamentales, condicionando una impronta indeleble en la vida cotidiana de las ciudades, desde las creencias y sus complejos mecanismos sincréticos intrafricanos y/o con el catolicismo popular y el espiritismo, hasta la amplia diversidad de expresiones musicales y danzarias que han llenado el ambiente social de cada época; desde los “bailes de cuna” en zonas marginales y suburbanas hasta el salón aristocrático; desde la misa católica, con la participación de miembros negros y mulatos de cofradías, hasta el teatro vernáculo.

Desde el punto de vista de los procesos de producción agrícola destaca el papel de la mano de obra africana. Recordemos la proliferación en las zonas rurales de las plantaciones azucareras y cafetaleras, especialmente la primera, condicionando un intenso encuentro intra e interafricano, a partir de las relaciones establecidas durante el proceso de producción, y en el resto del ciclo vital de los esclavos, con todas sus implicaciones culturales y de comunicación.

“Cuando se habla de música de origen africano, un elemento recurrente es hablar de los tambores y del sentido rítmico que le es inherente”.

En específico, institucionalmente en Cuba hemos establecido un sistemático acompañamiento a las diversas expresiones de estirpe africana existentes en la geografía nacional, sobre todo en el orden académico, docente y antropológico, dado a través del propio acercamiento y atención a los individuos, familias, agrupaciones y comunidades portadoras. No olvidemos cuando, en los mismos inicios de su desempeño, los primeros instructores de arte en la década del 60 del siglo pasado —ubicados en los escenarios donde se encontraban muchas de estas manifestaciones tradicionales— se convirtieron en los primeros agentes comunitarios en tener contacto con las joyas del patrimonio cultural vivo, constituyendo fortalezas indiscutibles en los procesos generados para los futuros registros e inventarios, concretados de alguna manera en el ejercicio del Atlas Etnodemográfico de Cuba: Cultura Popular Tradicional y conjuntamente el Atlas de los Instrumentos de la Música Folclórica Popular de Cuba. Estos galenos del arte y la cultura fueron quienes lideraron los procesos de información y relación, como vehículo entre los equipos de trabajo del Atlas… Fueron guardianes y exponentes de cada tradición generada culturalmente como producto de los procesos migratorios de todos los continentes del planeta y que se asentaron en determinadas comunidades cubanas, en particular aquellas de procedencia africana en la cultura cubana, ya que se encontraban durante dos décadas nutriéndose de los elementos que les son inherentes a dichas expresiones identitarias y sus cultores. Años más tarde apareció una oleada de especialistas e investigadores de diversas ramas del arte, la cultura y la antropología cultural que profundizaron aún más dicho propósito, razón por la cual en la actualidad se cuenta con un amplio repertorio como parte de los procesos de creación y apreciación utilizados por los propios instructores de arte, válido para la formación del movimiento de artistas aficionados al arte y ¿por qué no? también en la formación de las principales compañías profesionales de Cuba. Lo anterior se basa, fundamentalmente, en las habilidades, el dominio, la destreza, así como los conocimientos y saberes heredados de las culturas portadoras de tradiciones vistas desde el proceso investigativo y su comportamiento, convirtiéndose para nuestras instituciones en fundamento y experiencia de gran valor.

“El origen religioso que encontramos en la música tradicional de origen africano (…) tiene evidentes nexos con las formas profanas”.

El origen religioso que encontramos en la música tradicional de origen africano (toques, cantos y bailes de tipo yoruba, bantú, iyesá, arará, longobá y abakuá, vodú) tiene evidentes nexos con las formas profanas que se encuentran en la música popular tradicional de la rumba, el son y hasta en la tumba francesa. Del siglo XVII hasta hoy, la música de antecedente africano ha tenido un hondo proceso de transvaloración musical que ha modificado, no solo los elementos formales, sino los modos de ejecución, los patrones rítmicos, el desarrollo melódico y tímbrico y la conjunción armónica. No solo en el plano estético, sino en sus contextos histórico-sociales o extra musicales ha cambiado la textura sonora. Cuando se habla de música de origen africano, un elemento recurrente es hablar de los tambores y del sentido rítmico que le es inherente. Si bien la polirritmia y la estrecha relación entre lenguaje y música, y lenguaje y tambor, vista sobre todo en estas expresiones identitarias de tipo laicas. Es muy común hoy encontrar instrumentos musicales en las agrupaciones o expresiones netamente de estirpe campesina, tales, como el guayo, la tumbandera o kaolín, la marímbula, los tambores, entre otros, así como elementos o remanentes lingüísticos referidos a estos bailes rurales como la propia “caringa”.

“El legado africano en la cultura cubana (…) ha sido un proceso acompañado de sincretismos y transculturaciones”.

Un ingrediente importante de este caldo nutricio, proviene, como se sabe, de los fundamentos de la cultura yoruba, los patakíes o historias sacras de las deidades africanas. Los avatares de los orishas son el reservorio de la sabiduría de este pueblo africano; seríamos más consecuentes cuando sea parte de los planes de estudio de la enseñanza general en cada escuela de Cuba, por no solo ser parte de la cultura literaria e imaginaria, sino también por todo el poder de instruir a través de enseñanzas que muy bien les vendrían a las nuevas generaciones.

Como principales aportes en la culinaria nos llegan de África los picantes, algunos vegetales, el quimbombó, el plátano, el congrí, el ñame, entre otros. Infinidades de proyectos culturales generados en comunidades cubanas han formado parte de este importante legado, en lo particular se le han dedicado sesiones de trabajo a este rubro de la cultura popular tradicional en eventos y espacios académicos significativos, como en la Jornada Nacional Cucalambeana de Las Tunas, Festival del Caribe en Santiago de Cuba, Taller Internacional de Antropología Cultural de la Casa de África, así como en la Feria Nacional de Arte Popular y en el evento de raíces haitianas Eva Gaspar in-memoriam de Primero de Enero, ambas en Ciego de Ávila, entre otros.

Un aspecto significativo como parte de la raíz africana en la cultura cubana, y que sin duda hemos heredado los cubanos es la gallardía y valentía que nos caracteriza, implicado en nuestra historia, en nuestras luchas independentistas, nuestras constantes batallas que nos dignifican, el sentido de resistencia. Los esclavos trajeron consigo sus cantos y ritmos, sus credos y sus dioses, pues a su llegada a Cuba no les permitieron mantener sus creencias; pero apostaron por un sincretismo, el cual se mantiene hasta nuestros días y que hoy profesa la población cubana, razón para también ponderar el aporte africano al proceso de formación de nuestra nacionalidad.

Sin duda, el legado africano en la cultura cubana, en específico en manifestaciones ligadas a las artes y la cultura, ha sido un proceso acompañado de sincretismos y transculturaciones, proceso atravesado por el camino que trazan las primeras expresiones, donde en lo más profundo se encontraban los esclavos y sus tradiciones religiosas o profanas, logrando en el decursar del tiempo aportes significativos para la formación del etno-nación, como parte de la identidad cultural de todos los cubanos.

 


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