Jorge Luis Rodríguez
Figs. 61, 62 y 63 (2019)
Acrílico sobre lienzo
150 x 250 cm
Felices los normales, esos seres extraños,
Los que no tuvieron una madre loca, un padre borracho, un hijo delincuente,
Una casa en ninguna parte, una enfermedad desconocida,
Los que no han sido calcinados por un amor devorante,
Los que vivieron los diecisiete rostros de la sonrisa y un poco más…
Fragmento del poema “Felices los normales” de
Roberto Fernández Retamar dedicado a Antonia Eiriz.
Un cuarto de siglo (para un artista vivo) es demasiado tiempo de aislamiento, de empecinada esquiva de la pintura, de las galerías, e incluso de las entrevistas; demasiado tiempo de silencio, resistiendo el arrasador embate de “las novedades”, demasiado tiempo para no envejecer definitivamente en las páginas de los viejos catálogos y en las paredes de los museos… suficiente tiempo para ser olvidado, sobre todo si se cuenta; como es casi inevitable “con la ingratitud probable de los hombre”.
María de los Ángeles Pereira. 1995
Nuevamente y luego de mucho tiempo, vemos asomar en las salas expositivas vestigios de quien fuera una de las más importantes artistas cubanas. Para muchos, una obra polémica y representativa de su tiempo, para otros.
Cuando me hicieron esos comentarios de que mi pintura era “conflictiva” llegué a creerlo. (…) Un día vi todos los cuadros juntos por primera vez en mucho tiempo. Me dije a mí misma: es una pintura que expresa el momento en el que vivo. Si un pintor puede expresar el momento en que vive, es genuino. Así que me absolví.
Antonia Eiriz. 1994
Antonia Eiriz, quien fuera profesora de innumerables artistas, asumió un hacer visceral, resultado de la transformación transcendental de la sociedad cubana de los años 60. Con pinturas permeadas de gran expresionismo y humor negro, llegó a lo que yo definiría como una violencia figurativa para plantear la realidad tal y como ella la veía. Pues con un férreo sentido crítico, estableció una ruptura con el arte que se hacía en su época y apostó por un discurso encaminado a la reflexión sobre su cosmovisión de la nueva Cuba.
Siempre he dicho que mientras otros profesores enseñaban a dibujar y pintar, Antonia sobre todo nos enseñaba a ver.
Tomás Sánchez. 2019
Esta forma de hacer le propició fuertes confrontaciones, debido a que su impresionante lenguaje visual proyectaba sobre plurales y anónimos personajes, las problemáticas de la sociedad. Por lo que estuvo durante muchos años sin exponer, dedicada enteramente al trabajo comunitario en su natal Juanelo en San Miguel del Padrón.
Felices los normales, es una muestra que estará expuesta hasta principios de marzo en la galería Galiano y viene de la mano de los preceptos de Eiriz, aunque hoy son otras las problemáticas y los asuntos que, desde una mirada crítica a la sociedad, los artistas afrontan. Varios son los jóvenes que han creado un lazo con el pensar y sentir de Antonia, y ven influenciado sus producciones con el proceso creativo de la artista que, pretendiendo una visión amplia del arte, rechazó formalismos, con el fin de prestar oposición a lo que creía que no estaba bien dentro de la sociedad que le tocó vivir. En tanto, adoptó una postura de total compromiso social, enfrascada en captar esencias, estados de ánimo controvertidos y en acceder a lo invisible o lo irrepresentable.
Es interesante reconocer en algunas piezas de Felices los normales, cuán renovada y contemporánea pueden llegar a ser y a proyectarse sobre nuevos recursos estéticos y conceptuales las idealizaciones de Antonia. Aunque las intenciones de la muestra me parecen claras, no todas las piezas que se exhiben logran captar los motivos de la exposición. Sin embargo, otras asumen los perfiles problemáticos de estos tiempos con gran dramaturgia y fuerza.
Dicen mucho aquellos fotógrafos, con la aureola vacía, otros con los ojos en blanco. Y me pregunto ¿Quiénes usaban ese tipo de cámara? El dramatismo se eleva, pues me alude a un discurso visual vacío, nublado, carente de autorreflexión y sin margen a la otredad.
Antonia Eiriz, aunque incomprendida por las circunstancias, aún exhala una resonancia que pervive en el gran tiempo, y nos obliga a aguzar los sentidos para recoger el eco ondulante de la garganta que quedó sangrando por la vibración telúrica y desgarrante de un grito honesto y necesario.
Hamlet Fernández. 2008
Otra pieza esboza la interacción de los personajes, la capacidad del ser humano de agotarse y las filas que se hacen interminables en el tiempo y en la mente. Así llegamos a la escultura en hierro fundido, que con el pasar del tiempo ha devenido en óxido y se ha degradado. Puede que le remita a ese discurso obsoleto, que lejos de iluminar, somete, y troncha las alas de quienes quieren volar y que desde distintos frentes combatimos para ganar como nación en avances que beneficien a todos. Pues buscamos alzar las voces como medio sublime que exprese las profundidades de la subjetividad humana, lo que nos matiza y engrandece.
Felices los normales es una exposición que tiene mucho que mostrar a todos aquellos que se lleguen, y que quieran dialogar con el arte contemporáneo cubano.
No hay otro arte en el mundo más deudor de su arte que la plástica cubana de todos estos años: en su voluntad crítica, en su dolor activo, en su permanente vocación anticonformista está presente, como en ninguna otra parte, el singular magisterio de Antonia Eiriz.
María de Los Ángeles Pereira. 1995
Antuán Mena
Un rincón especial (2019) Una tarde de campo (2019)
Óleo sobre lienzo Óleo sobre lienzo
81 x 68 cm 100 x 100 cm
Marco Arturo Herrera
Están en las nubes (2010) El último pa´la Capitolina (2010)
De la serie Carnaval De la serie Carnaval
Acrílico sobre lienzo Acrílico sobre lienzo
170 x 120 cm 170 x 120 cm
Miriannys Montes de Oca
La cola (2016)
Esmalte sobre tela
175 x 245 cm
Yohy Suárez
Venta de cocodrilos en Ultra (2019)
De la serie Havana Cuban Fashion
Tinta sobre cartulina
120 x 123 cm
Miroslav de la Torre
El arte de los platos (2019)
Óleo sobre lienzo
120 x 140 cm
Miroslav de la Torre
Guiteras (2017)
Óleo sobre lienzo
130 x 200 cm
DUPP
1, 2, 3 probando… (2000)
Hierro fundido
Dimensiones variables
René Francisco Rodríguez
Vintage (2018)
Óleo sobre lienzo
104 x 142 cm
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