Feliz regresa a La Habana Ricardo Darín


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“Tenemos que hacer lo imposible por estar ahí”, cuenta Ricardo Darín que le dijo a Chino, refiriéndose a la apertura del 41 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano el pasado jueves en el teatro Karl Marx, ocasión en la que se presentó la película La Odisea de los giles (2019), primera en la que actúan juntos y proyecto inaugural de la compañía productora Kenya que padre e hijo han echado a andar.

“Tuve la oportunidad de estar en el Marx hace muchos años y tengo grabada a fuego la sensación de lo que es estar con la audiencia, codo a codo vibrando una historia de estas características. No me lo quería perder”, relató conmovido en conferencia de prensa el actor argentino, a pesar de haber vivido ya con este, su más reciente filme, la obtención del Premio del Jurado en el Festival de Cannes y superar en su país el millón de espectadores, a menos de un mes del estreno.

La cinta en cuestión se basa en la popular novela La noche de la usina en la que Eduardo Sacheri, también autor de El secreto de tus ojos, asimismo protagonizada en su versión cinematográfica por el propio Darín, cuenta la crisis económica sufrida en Argentina en 2001.

“Consideramos que era el momento ideal para intentar, a la distancia y con todo el respeto que la situación merece, contarlo desde distintas perspectivas, distintas ópticas.

Nos enamoramos de la novela de Eduardo Sacheri, básicamente porque él tuvo la gran capacidad y visión de poder contar esto y no por eso se reprimió la necesidad de desacralizar un poco lo que es la relación entre los personajes que cuentan esta historia.

Este es el motivo por el cual nosotros creemos que de ahí surge el humor intrínseco que nos hace atravesar la historia de principio a fin, conectar con ella. Sentirnos identificados, pero no ahogados por el dolor y el recuerdo de lo que ocurrió en ese momento. El humor, muchos lo sabemos, es una herramienta imprescindible para poder hablar de ciertas cosas de las cuales sería muy difícil hacerlo si no estuvieran atravesadas por el humor”.

Para esta pieza coral en la que su director Sebastián Boresztein dosifica además atinadamente elementos del drama y del thriller, Darín logró reunir un equipo de lujo con actores de la talla de Luis Brandoni, Verónica Llinás, Daniel Araoz y Rita Cortese, por solo mencionar algunos.

“Hay pocas actividades que se nutran tanto de la reciprocidad, la comunicación y la generosidad mutua, como es la construcción cinematográfica. Interdependemos de todos los que componen un equipo. No solo artístico, sino técnico también”.

En esa labor colectiva, el protagonista de Nueve reinas, Un cuento chino y Relatos salvajes, entre medio centenar de filmes, destaca su relación con Chino Darín en la producción y la actuación:

“En este caso del doble rol estuvimos muy cubiertos, más allá del lazo sanguíneo; pues todo el tiempo sentí que tenía las espaldas cubiertas con respecto a él y espero haberle otorgado esa misma sensación. Porque es muy bueno sentirse apoyado, contenido, protegido. Hace que uno libere cosas y se permita jugar

En definitiva, nuestras actividades están directamente relacionadas con lo que es jugar. Es decir, que la cabeza se permita el atrevimiento de soñar, de pensar, de crear mundos. Y para eso hay que sentirse en buenas condiciones”.

El modo en que construye los personajes, válido en su caso para obtener numerosos reconocimientos como el Premio Donostia que con carácter honorífico entrega el Festival de San Sebastián, un Goya, varios Cóndor de Plata y el Coral del FINCL, fue un tanto develado por el actor durante el encuentro, en el que estuvo acompañado por su hijo.

“Ese camino es un túnel oscuro en el que vas encontrando algunas pequeñas luces que te sirven. Son como lianas de las que uno se va agarrando. Pero en realidad, en el cine la construcción de un personaje no es un día. No es que en una noche tengas la revelación y decís Ah, este tipo es así.

Por cuestiones obvias, técnicas y funcionales, a veces el rodaje de una película empieza en la escena 127 y luego tiene que hacer la uno, la 11 y la 41. Lo que quiero describir con esto es que vas haciendo un camino de construcción más artesanal de la mano de tus compañeros; con la dirección, en el mejor de los casos iluminada, de quien tiene claro para donde ir y para donde no. Pero es una construcción día a día, es como una especie de mosaico.

Entonces, a veces, surgen cosas personales que uno trata de filtrar o de equilibrar para no comprometerse personalmente; para que se despegue el personaje. Pero no siempre se consigue eso y todo es válido en función de una serie de cosas.

La primera, es cuál va a ser el resultado final. La torta con la que se encuentre el director y el montajista para poder seleccionar -que es otro rediseño de un personaje- que una toma dure medio segundo más o medio segundo menos. Así que todos estamos contribuyendo a eso.

Hay algunos profesionales que trabajan de una forma más aislada y en muchos de ellos sus métodos son altísimamente respetables. Yo no puedo trabajar si no estoy en concordancia con todo lo que me rodea. Ese universo que construimos; que tanto nos cuesta construir para llegar a hacer lo que queremos hacer”.

La capacidad para defender un criterio y, al mismo tiempo, la de saber reconocer cuando este puede ser enriquecido por otro miembro del equipo, también fue muy bien valorada por Darín, quien dijo creer firmemente en el debate, en el intercambio.

“Una cosa que a nosotros nos gusta mucho de la historia, nos gustó mucho de la novela y hemos defendido a ultranza, dentro de lo que fue el desarrollo del guion y el proyecto, es la composición cromosómica del grupo de personas que componen esta historia.

Esta sensación que uno tiene de que, más allá de que hay algunos casos verdaderamente arquetípicos, en esa composición cromosómica prácticamente se podría reflejar algo parecido a lo que puede ser la composición de una comunidad. Desde el que esté más abajo, con el que esté más arriba.

Lo que demuestra de que cuando llueve, nos mojamos todos. Es algo que dicen a menudo en España y a mí me impacta mucho esa frase. Sobre todo, a la hora de hablar de diferencias sociales y de posiciones dentro de una comunidad: Cuando llueve, nos mojamos todos. Y eso está muy claramente reflejado en la historia de la que nos enamoramos y lo que defendimos para trasladar a la película”.

 


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