Fernando Ortiz Fernández, el tercer descubridor de Cuba


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Foto tomada de Revista Cine Cubano

Fernando Ortiz nació en La Habana el 16 de julio de 1881. De madre cubana, doña Josefa Fernández y González del Real, y padre español, don Rosendo Ortiz y Zorrilla, Ortiz tuvo su primera formación en Menorca, donde permaneció hasta la obtención de su bachillerato en 1895. Posteriormente, matriculó en la Universidad de La Habana la carrera de Derecho Penal. En esa oscilación geográfica de sus años formativos, Fernando Ortiz se encuentra, otra vez, en el escenario peninsular donde continúa sus estudios jurídicos, obteniendo el título de Licenciado en Derecho por la Universidad de Barcelona en 1900 y el título de Doctor con una tesis sobre Derecho Penal en 1901, en la Universidad Central de Madrid. Toda esa formación es ratificada cuando en 1902 obtuvo el título de Doctor por la Universidad de La Habana. Por tanto, su formación jurídica marcaría parte de su trayectoria investigativa. Cuando Ortiz se encontró nuevamente con la vieja Europa fue para cumplir labores diplomáticas como funcionario de la joven República de Cuba, entre los años 1902 y 1905.

La influencia de su formación jurídica, unido al ambiente permeado del impacto del positivismo y del auge de la criminología se plasmaron en el primer libro publicado por Fernando Ortiz en 1906, titulado Los Negros Brujos, que sería el primer gran resultado de una serie nombrada el Hampa Afrocubana, que completarían Los Negros Esclavos y Los Negros Curros. En aquel primer texto se abordaban un conjunto de supersticiones, en este caso “la brujería” que condicionaba al negro a cometer un crimen. El joven Ortiz había estado influenciado por lo grandes exponentes de la antropología criminal como el académico italiano César Lombroso, quien lo influyó en sus años en Italia, e incluso redactó una carta colocada en el texto a manera de prólogo.

Desde el punto de vista institucional algunas de sus primeras responsabilidades en Cuba estuvieron relacionadas con la institucionalidad judicial, en este caso la fiscalía de la Audiencia de La Habana, justamente en el año en que se iniciaba la Segunda Intervención Militar en Cuba. No obstante, dentro del mundo cultural sobresale su ingreso al año siguiente en la Sociedad Económica de Amigos del País, organismo que llegó a dirigir en años ulteriores. También cabe destacar dentro de su intensa vida académica la obtención de la cátedra de Derecho Público de la Universidad de La Habana en 1908. Para la segunda década del siglo XX Ortiz comienza a colaborar con la revista Bimestre Cubana, que pertenecía a la Sociedad Económica de Amigos del País y de la que llegó a ser director. Por tanto, aquí estamos hablando de un hombre del mundo de la cultura que también llegó a insertarse en cargos de dirección, con una interesante labor como gestor cultural, más allá de su propia obra, además de su incursión en el mundo de la política, pues en 1917 fue electo representante a la Cámara. De este órgano legislativo llegó a ser vicepresidente.

La obra académica de Fernando Ortiz continuó acrecentándose durante estos años con obras destacadas como Las rebeliones de los afrocubanos (1910), La reconquista de América (1910), Entre cubanos. Psicología Tropical (1913) y Los Negros Esclavos (1916). Los vaivenes y acontecimientos convulsos de la política republicana llevan a Fernando Ortiz a interesarse más por el mundo político; comenzó a militar desde 1917 en el Partido Liberal, donde empezó a identificarse con la izquierda dentro de esa entidad partidista. Durante los años veinte fue parte de ese intenso mundo de eclosión cultural que vivió la época. Cuando fue elegido presidente de la Sociedad Económica de Amigos del País, constituyó la Sociedad del Folklore Cubano desde aquella sombrilla institucional que le permitió dar pasos posteriores, como fue la creación en 1924 de la revista Archivos del Folklore Cubano, en la que publicaron artículos grandes figuras de la intelectualidad de la época.

En el itinerario de la obra de Ortiz se encuentran, en los albores de la década del veinte, importantes publicaciones resultantes de sus investigaciones, como La fiesta afrocubana del día de reyes (1920), Los cabildos afrocubanos (1921), e Historia de la arqueología indocubana (1922). Fernando Ortiz desarrolló una interesante relación con aquella generación joven de los años veinte, en particular con los miembros del Grupo Minorista, sin llegar a pertenecer a dicha organización. En 1923 el sabio cubano publicaría la primera edición de su Catauro de cubanismos, que reúne algunos de sus aportes dentro del mundo de la lexicografía. Otros grandes resultados de este primer lustro de los años veinte fueron La decadencia cubana y Glosario de afronegrismos.

Para el segundo lustro de los años veinte se debe destacar el contexto de la llegada al poder de Gerardo Machado, cuyo programa fuera apoyado por Fernando Ortiz por representar la renovación de la política del país con importantes propuestas como la derogación de la Enmienda Platt y la revisión de los tratados internacionales. Fernando Ortiz realizó algunas labores oficiales durante los primeros años del gobierno de Machado, principalmente en reuniones internacionales como las Conferencias Panamericanas y el Congreso Internacional de Americanistas de Roma. También creó, en 1927, la Institución Hispanocubana de Cultura, organizando un gran número de conferencias que formaron parte del ambiente académico de la época, así como la revista Surco, creada en 1930como órgano de esta institución. Después del cambio de la política de Machado, a fines de la década, Ortiz se va alejando hasta su ruptura definitiva con el gobierno de Machado que se reflejó muy claramente en un manifiesto titulado Base para una efectiva solución cubana. Este le valió el exilio de su tierra, y escogió los Estados Unidos para pasar dicho período. 

Después de la dictadura de Machado, Fernando Ortiz regresó a Cuba, pero se aleja de la política, centrándose en su obra investigativa. Fundó la revista Ultra, sucesora de la efímera Surco, dentro de la Institución Hispanocubana de Cultura. Después de esa década de los años treinta, publicó en 1940 el Contrapunteo cubano del tabaco y del azúcar, donde saca a la luz intrincados temas económicos y sociales asociados a ambas industrias.

Con mayor madurez intelectual, publicó obras clásicas para las ciencias sociales cubanas como El engaño de las razas (1946), La africanía de la música folklorica de Cuba (1950), Los bailes y el teatro de los negros en el folklore de Cuba (1951 )y Los instrumentos de la música afrocubana (1952).

Fernando Ortiz, quien fuera nombrado por Juan Marinello como uno de los descubridores de Cuba, junto a Colón y Humboldt, fue un fundador de los estudios relacionados con la presencia y el legado de las culturas africanas en nuestro país. Se desempeñó en el ámbito del derecho, la arqueología, la historia, pero fue sin dudas dentro de la antropología, la etnología y los estudios sobre el folklore donde se observan sus principales aportes. Su concepto de transculturación sintetizó los complejos fenómenos culturales.

Falleció en La Habana el 10 de abril de 1969. Su nombre quedó inscrito como ningún otro en el desarrollo científico social de Cuba durante el siglo XX. Varias instituciones culturales llevan en la actualidad el nombre de Fernando Ortiz, pero es la Fundación Fernando Ortiz, creada en 1995, la que constituye el eslabón directo de continuidad de su obra.     

 

Palabras de alguien cuya grandeza no fue obstáculo para mostrar el exquisito valor de la sencillez y la humildad. Audio tomado de Fernando Ortiz: la voz del último enciclopedista


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