Gerardo Alfonso: «Porque a La Habana todos los días alguien le canta»


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Gerardo Alfonso en homenaje a Silvio Rodríguez, 2006.

No es la primera vez que entrevisto al trovador Gerardo Alfonso; él es uno de los dos más viejos amigos que conservo; pero no lo entrevisto por esto, claro, sino porque siempre tiene entre manos un buen sueño y, aunque sea un lugar súper común, Gerardo sueña con los pies en la tierra, porque materializa lo que imagina.

Nuestra amistad hace que entrevistarlo, no es entrevistarlo, es oírlo contarme sus sueños presentes y futuros.

Así pasa con esta conversación que hemos construido para el Blog Cubarte, y en la que me cuenta su más reciente sueño grande que pronto saldrá a la luz en forma de libro: Cantarle a La Habana, una publicación de Ediciones Unión, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

                                    El Capitolio.                                                                                  El Castillo del Morro.

¿Cuéntame cómo es eso de que has estado investigando y escribiendo un libro?

Sí, un libro que se llama Cantarle a La Habana que es la consecuencia de una conferencia que di en la Fundación Alejo Carpentier que dirige la doctora Graziella Pogolotti, en 2013 a propósito de un ciclo dedicado a la ciudad, en el que varios profesionales intervinieron acerca de la arquitectura, de la sociedad, y de otros temas.

La doctora me invitó para que yo hablara de las canciones; ella hizo una introducción preciosa evocando sus momentos de juventud, sus andares por La Habana, y recordó cuando veía, en los solares, colgadas las sábanas blancas de los balcones.

Mi objetivo era explicar por qué La Habana es una ciudad a la que tanto se le ha cantado; soy partidario de que es la más cantada del mundo y esta investigación me ha demostrado que tengo razón.

Para aquella conferencia me apoyé en 70 u 80 canciones; de estas, 50 me las dio una periodista amiga mía de CMBF, Yasnieli Lorenzo y yo busqué el resto; utilicé imágenes de archivo de la ciudad en diferentes épocas, videos, y fui explicando las cualidades de la ciudad desde el punto de vista físico y cultural que hacen posible que aquí se geste a borbotones un montón de canciones.

Al terminar la conferencia que tenía cerca de 40 páginas, la doctora me la pidió. A los tres o cuatro meses me llamó por teléfono y me sugirió que hiciera un libro con la conferencia y entonces empecé a organizarlo con Ediciones Unión.

A la par fui buscando otras canciones, me aparecieron algunas… algunos editores, pero no se concretó nada, hasta que en el 2017 se encargó la edición a Jamila Medina, que es muy sagaz en el trabajo editorial y «me puso las pilas».

Ya hemos llegado a un cúmulo de casi 350 canciones o más; muchas son bailables, que responden a la idiosincrasia del cubano, temas que animan a las personas a levantarse día a día, y hay otras más melancólicas, de añoranza, que son hechas desde la lejanía, desde el exilio, o desde la ancianidad y los recuerdos de La Habana que ya no fue, y hay asimismo temas críticos, generalmente en manos de los cantautores. Hay varias visiones en los temas recopilados; unas, interpretaciones de la vida habanera un poco distorsionadas y otras son  alabanzas a la ciudad.

Aparecen las canciones del mundo, con 40 o 50 temas de autores como Joaquín Sabina, Juan Manuel Serrat, Ismael Serrano, casi todos los clásicos cantautores españoles pero también hay nombres desconocidos Eva Cobo o como la chilena Paz Mera, también argentinos, puertorriqueños, mexicanos, colombianos…

¿Todos hispanoparlantes?

No, no, no, también hay un japonés, el italiano Zucchero, un francés, un compositor de origen alemán, radicado en Estados Unidos, de allí Billy Joel, con Rosalinda´s Eyes, Barry Manilow, con Copacabana que es una historia lindísima de una mujer que trabajaba en una discoteca en los años 30.

En los bailables compilé todas las canciones de Formell y de muchos salseros de hoy; luego me fui a buscar a los compositores de antes como Arsenio Rodríguez, Ignacio Piñeiro, Enrique Jorrín,  y las rumbas de todas las épocas, desde Los Papines, Amadito Valdés…¡Es algo colosal!

Juan Formell.

Changuito.

Los compositores de otras épocas le dan al género bailable un matiz un poco más elegante que las letras de hoy, que son muy buenas pero son más directas, más en el lenguaje de la calle y aquellas son más poéticas, más inocentes, más ingenuas en cuanto a enfrentar el amor, tenían más pudor.

Pero existen composiciones bailables contemporáneas de buenas letras y muy efectivas en la comunicación….

Claro; aunque no tengan en muchos casos la lírica de los cantautores, tienen la función social que no alcanzan estos, pues como te decía, animan a la gente a vivir, para lo cual no es imprescindible la poesía sino lograr una comunicación, una energía, una adrenalina.

Después por contraste te encuentras la música alternativa, donde yo agrupé a artistas como Vanito, Boris Larramendi, David Blanco, Dagoberto Pedraja, Síntesis, X Alfonso, Dejavú, igual es monumental la producción, soy injusto si dejo de mencionar a algunos, son muchos con un lenguaje más entre lo urbano y la canción de autor.

Otro acápite es el dedicado a las Habaneras cantadas a La Habana, encontré cerca de 18; la Habanera es un fenómeno cultural, un modo de creación que tiene tanto valor, y yo no lo  conocía así,  sabía de la de Carlos Cano, que Liuba María Hevia cantaba y que por cierto está en el libro, sabía algunas cosas, pero de pronto descubrí todo su origen en Cuba en la primera mitad del siglo XIX. Se le puso ese nombre en España, porqué venía de La Habana y muchos musicólogos la han llamado «canto de ida y vuelta».

Liuba María HEvia en el 40 aniversario de la UNEAC.

La más vieja Habanera hecha aquí es El amor en el baile, de autor anónimo y que fue publicada en el periódico literario habanero La Prensa, un 13 de noviembre de 1842; La paloma, del español Sebastián Iradier, es la segunda reconocida y hoy es una de las canciones más versionada de la historia de la música universal compitiendo con Yesterday, de The Beatles.

La Habanera se convirtió en el vehículo cultural o artístico de los emigrantes españoles, los que venían  e iban y contaban en las Habaneras los amores que tenían y sus frustraciones.

En Cuba la música popular se fue yendo para sabores más intensos como el cha cha chá  pero en España, en Cádiz especialmente, se mantuvo fija y fuerte como una cultura muy sólida y aún hoy hay mucho amor por Cuba y por La Habana.

Por otra parte la Habanera es la base rítmica de casi toda la música occidental, hasta el propio reguetón tiene como base a la Habanera, la trova tradicional, el tango, el pop.

Es fascinante con la elegancia, con el amor con que aún le cantan a La Habana en España, se manifiesta en las canciones la fuerte aprehensión con Cuba.

Tengo entendido que hiciste un aparte en el libro para el maestro Jorge Anckermann…

Sí, lo merece; hay un grupo de canciones de este compositor muy valiosas; Anckermann era un compositor de zarzuelas que escribía prácticamente todos los días porque sus piezas se presentaban diariamente en el Teatro Tacón, en el Alhambra…Era un cronista, todas las canciones se referían a sucesos de La Habana y cuando lees las letras te das cuenta que en los años 20 y 30, las personas se comportaban en muchos aspectos igual que hoy; las noches habaneras tenían el mismo desenfado erótico; eso tiene que ver con la lujuria que parece ser una característica de los cubanos… yo pensaba que estábamos deformados en la actualidad, pero no, parece que siempre hemos sido así…

Háblame del segmento que recoge la producción de los trovadores.

Bueno, esta parte de nuestra historia musical es una maravilla, hay una enorme cantidad de canciones. Entre los compositores aparecen desde Sindo Garay, con sus canciones y las contestaciones que hizo a estas Manuel Corona — porque tú sabes que Corona le contestaba las canciones a todo el mundo—; Patricio Ballagas, un compositor tradicional que murió cantando con su guitarra en una fiesta, tiene una canción a La Habana que se llama Patú o los peligros de La Habana que no sé ni cómo la encontré porque no existen ni grabaciones.

Antonio María Romeu.

En este capítulo, al igual que en el resto, más o menos reuní las piezas, más que por lo cronológico, por el tema; después de los que te mencioné vienen  Ireno García, Polito Ibáñez, Silvio, con dos canciones emblemáticas para mí; luego sigue Carlitos Varela, Ángel Quintero, Tony Ávila, Heydi Igualada, Rita del Prado, Niurka Miniet, Martha Campos, Pavel Urquiza, como con cuatro o cinco canciones, Alfredo Carol; es una maravilla el discursar de estos.

Yo pienso que va a ser una cosa muy interesante para cada autor verse en el libro y confrontarse con los otros temas.

Pedro Luis Ferrer.

¿Aparecen el autor y el intérprete que popularizó cada pieza?

En muchos casos el intérprete es tan representativo que no puedo evitar reflejarlo; tienen tanto relieve que a mí mismo me da mucha alegría que estén. Hay temas que se conocen por una agrupación popular pero que el autor desgraciadamente es desconocido.

En esos casos aparece la foto del autor y del intérprete y la ficha de ambos, porque lo merecen igualmente… en muchas ocasiones, incluso en el cine, se ha sido injusto con los autores y en este libro no hay ningún autor desplazado.

Hay compositores tan remotos que no he encontrado ni una foto de ellos por ninguna parte, pero hay que buscar información sobre ellos y colocarla, en eso estoy todavía.

¿Qué otros textos contiene el libro?

Bueno, tiene un prólogo de Fidel Díaz Castro y una nota de contracubierta de la doctora Margarita Mateo Palmer, que agradezco mucho.

Aparece además la conferencia que dio inicio a este trabajo, la que expuse en la Fundación Alejo Carpentier en 2013; luego de esta yo añadí otro texto sobre la actualidad que también está en el libro y que aclara que la búsqueda mayor la inicié luego de aquella conferencia.

Incorporé también mi análisis y valoración de las Habaneras, un poco mi descubrimiento del gran fenómeno que significan; mi maravilla ante su vastedad y riqueza.

Ya yo vivía orgulloso de que en Cuba nacieron los ritmos más sonados en el mundo como el son, la rumba, el cha cha chá, porque el cha cha chá es la base musical del pop de Rolling Stones y The Beatles y por ahí… lo que pasa es que estos fueron más ingeniosos en el formato, más agresivos en la música  y más vastos en los temas, pero el cha cha chá tú lo oyes detrás de todo esto.

A eso súmale, la música tradicional campesina, el changüí, el sucu sucu, todo nuestro folklor, toda la música de cámara, todo nuestro patrimonio que yo admiraba, pero descubrí el valor real de la Habanera que es un fenómeno musical muy fuerte; hay tantos y tantos compositores y tantas obras hechas en Perú, en México, en cualquier país de habla hispana, que uno dice, bueno tenemos también esta bandera, y sin chovinismo creo que de esto hay que apropiarse, hay que acomodarlo, reconstruirlo y darle su justo valor y la promoción que exige.

¿En qué medida está representada la mujer?

Mucho, mucho; por suerte, Jamila, la editora es defensora de este asunto importante; hay muchas canciones en las que la mujer es protagonista.

El capítulo de las canciones del mundo, inicia con el tema Ricordis Habana, de una cantante chilena que yo admiro mucho María Paz Mera Lemp, y en él hay muchas compositoras mujeres.

En los segmentos Habaneras y trova hay muchas, muchas autoras o cantautoras; en las piezas bailables menos, pero no dejan de estar.

En todo el libro la representación de la mujer está bien balanceada.

Miriam Ramos.

Bueno y además La Habana es mujer, ¿Crees que es por eso que se le ha cantado tanto?

Quizás, pero fíjate que sin embargo se llama San Cristóbal... He pensado en hacer una canción a San Cristóbal de La Habana, pero no, porque La Habana es una mujer y tiene una bahía, no tiene una península.

¿Qué lugar ocupan tus canciones en el libro?

Al final de todas las canciones, puse 14 o 15 mías…

¿De cuántas de las que tienes?

Yo tengo muchas, veintitantas, incluso quité seis y dejé estas que te digo, y las pongo como resumen porque no quería diluirme entre todos los compositores ya que gracias a la pasión que siento por La Habana pude pensar y realizar un proyecto como este.

¿Qué se queda fuera del libro?

Miles de canciones a La Habana que están en lugares remotos… porque a La Habana todos los días alguien le canta, pero el libro logra reunir por primera vez  más de 300; podrían hacerse muchos más tomos con las que faltan, pero yo me conformo con estas que están entre las más representativas.

Tú dices que es colosal el número de canciones dedicadas a La Habana pero creo que igualmente fue colosal el trabajo de investigación…

Sí, realmente lo fue; hay una particularidad en el libro: son canciones todas dedicadas a La Habana o en las que se menciona; imagina que en un disco que contenga 10 canciones hay una que es  para La Habana, o de toda la obra de un compositor una es dedicada a esta ciudad, por tanto esta compilación es como extraer oro de una mina.

¿En qué instituciones encontraste los temas recopilados?

Buena pregunta. Estoy muy orgulloso del libro que estoy haciendo porque es un documento cultural singular teniendo en cuenta que va a agrupar información que no existe de conjunto, sino dispersa en lugares como el Museo de la Música, donde escudriñé todos los periódicos, todos los documentos; en la Biblioteca Nacional; en la Asociación Cubana de Derecho de Autor Musical (ACDAM), donde obtuve los nombres propios de los autores y su fechas exactas de nacimiento; en Internet busqué en muchos sitios, hay uno de la Universidad de Florida a quien Cristóbal Díaz Ayala, gran coleccionista de música cubana, donó 150 mil canciones y entre ellas encontré varias que le cantan a La Habana.

¿Qué aprendiste con este ejercicio de investigación?

A apreciar más la música cubana y quisiera poder cooperar de cualquier manera con los editores musicales para sacar a la luz ese mundo musical que existe pero está prácticamente dormido, empolvado, oxidado, oculto en el ayer y que tiene un valor de uso increíble para hoy, pero lo que pasa es que en la premura de la competencia nos olvidamos que existe esa riqueza y luego adoramos a un país como Brasil que tiene toda su cultura musical expuesta; oyes con la misma factura una pieza de Villalobos que una del último cantor que surgió, lo cual es muy rico y debería pasarnos también a nosotros.

El libro entonces puede ayudar a una estrategia de comunicación para promocionar los valiosos temas desconocidos. ¿No?

Sí, por supuesto. Te pongo un ejemplo. Yo recogí las Habaneras que han cantado unas jóvenes en diferentes concursos que son desconocidas pero son maravillosas canciones; también incorporé los temas que se han hecho por el 500 aniversario de la ciudad y rescaté los que se hicieron en los 80s en los concursos Mi canto a la ciudad y encontré a María de Jesús que canta dos canciones, una de ellas, La Giraldilla; ya me la había mandado Angelito Quintero pero no me había dicho que la cantaba ella.

Entre lo que hallé, gracias a un amigo coleccionista que se llama Abel, están piezas cantadas por Osvaldo Rodríguez, Annia Linares;  cantidad de intérpretes que hemos olvidado por diversas circunstancias, y que es un honor realmente que estén junto a los de hoy y a los de antes de ayer, porque todos le cantaron a La Habana, y así poder apreciar el inmenso caudal musical que hemos construido nosotros.

¿Para qué lectores pensaste este texto?

Para los lectores cubanos fundamentalmente, si luego se puede licenciar en otros lugares, perfecto, pero yo lo hice como un regalo de nosotros para nosotros.

¿Cuándo saldrá publicado Cantarle a La Habana?

Debía presentarse en la Feria del Libro de este año, pero como sabes los libros tienen planificada una fecha para entrar a imprenta; en este caso era octubre pero yo aún no lo he terminado, entre otras cosas porque tenía un estimado inicial de páginas pero creció mucho: de 385 a  más de 665 páginas; 400 fotos de autores e intérpretes; casi 350 canciones, y alrededor de 50 fotos de La Habana que van intercaladas entre sesión y sesión de canciones, porque quiero que el libro sea muy visual y por eso es tan grande.

Este libro merece tener mucha calidad, y Ediciones Unión me promete 500 ejemplares de lujo y una tirada de 5 mil, pero necesitamos garantizar que se haga con un papel que permita que las fotos se vean con la mayor nitidez posible. En este empeño estamos ahora mismo la editora y algunos colaboradores que me van a asistir.

Después de esta experiencia inédita para ti, ¿has pensado en realizar otras investigaciones en el universo de la música cubana o de otros temas?

Hace ya más de 20 años, yo había tratado de hacer el disco de la Luna con la multimedia y eso me llevó a caminos de investigación en diferentes disciplinas: astrología, astronomía, religión, superstición, literatura, pintura, pero no lo terminé.

Ahora, he pensado regresar a ese proyecto y hacer un libro, reinterpretar todos los textos originales que tengo; será un ensayo sobre las apreciaciones de un grupo de pensadores y escritores sobre la Luna.

Me parece interesantísimo porque sería una prueba de cómo las formas de la conciencia se interrelacionan; eso que uno se niega a reconocer en las religiones, lo descubre en la ciencia aunque está dicho con otras palabras porque son formas de la conciencia. Lo que se dijo en una canción, en un poema, se parece a lo que dijo un babalawo en una sesión espiritual; esta es una idea que tengo en punta.

¿Y tus canciones?

Siempre seguiré con mis canciones.


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