Julio M. Llanes: “Soy un convencido de que leer es vivir”


julio-m-llanes-soy-un-convencido-de-que-leer-es-vivir

Foto: Vicente Brito/ Escambray.

Muchas han sido las muestras de generosidad y compromiso con su pueblo, dadas en estos días por los escritores y artistas cubanos. Una de ellas lo es Leer en casa con Julio M. Llanes, a través de la cual uno de nuestros más destacados autores de la literatura infantil y juvenil ha puesto a disposición de los lectores una selección de sus textos en Hero, el portal web de la cultura espirituana; entre ellos un fragmento de la novela inédita Los caminos del viento, con la cual obtuviera recientemente el Premio Alejo Carpentier.

Acerca de esta iniciativa y otros aspectos de su prolífera carrera literaria, el también destacado promotor cultural accedió a intercambiar con el Blog Cubarte.

¿Cómo surge esta idea de aportar con tus obras a las lecturas en casa?

“Leer en casa con Julio M. Llanes, es una idea que me surge cuando siento la necesidad de contribuir a esta gran batalla nuestra contra la epidemia. Pienso que cualquier manifestación: artística, científica, informativa o de ficción, tratada con imaginación, enriquece al receptor.

Pero considero que la lectura no debe quedar como un hecho relegado, pues es la manera más universal de adquirir cultura, de indagar en el ser humano y en el mundo que lo rodea. Por eso seleccioné textos para niños, adolescentes, jóvenes y adultos –para adolescentes desde 12 hasta 120 años, como me gusta decir—textos de amor y desamor, literatura de viajes realizados, novelas históricas.

En estas circunstancias actuales el entretenimiento es bueno y necesario, pero no basta. También podemos entretenernos, conmovernos, reflexionar, enriquecernos espiritualmente con la lectura. Leer relatos, libros; sentir y pensar es un ejercicio insustituible que ensancha nuestros horizontes y nos enseña a descifrar otros textos. La vida es un gran texto múltiple y difícil. Podemos transitar por otras vidas y otros mundos. Soy un convencido de la idea de que leer es vivir”.

La importancia de la lectura en la formación del individuo la habías explicitado ya en Che: entre la literatura y la vida. ¿Cómo ves el comportamiento de este hábito en los tiempos actuales con la llegada de las nuevas tecnologías a las que ahora mismo apelas? ¿El que ahora publiques textos breves tiene que ver con la apreciación que tienes de la lectura en internet?

“Ese es un libro que quiero mucho porque el Che es un paradigma de lector. Cuando investigué esta faceta suya quedé deslumbrado al descubrir lo que la lectura había significado en su formación, en su vida y en su conducta.

Ciertamente, ahora seleccioné de diferentes obras algunos textos cortos para «lectores impacientes», y otros para aquellos más familiarizados con la lectura. Apelo a internet, a lo digital, porque es una vía a la cual me obliga el distanciamiento que ahora se requiere, además no tengo libros en librerías, pero propongo también libros completos.

No significa que crea se debe leer solo cosas cortas, como si estuviéramos apurados en el ómnibus. El gusto por la lectura hay que cultivarlo y en ello tienen un gran papel los mediadores: padres, maestros, bibliotecarios, promotores culturales, etc. Creo que el uso de las nuevas tecnologías debe ayudarnos a leer más, a profundizar, no ha convertirnos en lectores de prólogos. Internet nos puede ayudar también a no creer ciegamente en internet, a formarnos criterios propios”.

¿Cómo avizoras el futuro del libro de papel?

“Hay defensores a ultranza de ese formato que hablan de poder tocar, oler, etc. y también, detractores que apuestan todo a la inmediatez o a que alguien le diga «me gusta». Creo que seguirá existiendo el formato de papel o, mejor dicho, coexistiendo con otros formatos.

Esa misma pregunta se la harán en el futuro los lectores del libro en formato digital. Pienso que el uso de uno u otro formato es una discusión secundaria: lo importante es leer, leer siempre, independientemente del formato”.

Pienso que la ética, destacar los valores humanos, están en el centro de tu obra; y que la Historia y sus personajes paradigmáticos, del modo en que los abordas, no han sido para ti más que vehículos idóneos para su reafirmación, sobre todo en niños y adolescentes. ¿O lo que te ha motivado es sencillamente contar la Historia; hacerla conocer de una manera más humanizada y atractiva de como se hace generalmente en nuestras aulas?

“Creo en la ética y en los valores humanos, tanto en la literatura como en la vida. En Todo lo que usted necesita es amor, una novela juvenil mía publicado en Ecuador, el personaje adolescente tiene un padre escritor que le recrimina porque este lo discute todo, «choca de frente». Y el hijo, molesto toma del librero del padre su último libro, en cual el protagonista defiende la verdad aunque le cueste la vida, mientras le pregunta si la verdad es solo válida para la literatura y no para la vida…

Me interesa el mundo de los valores, pero no me gustan las recetas, ni encasillarme en mundos ideales. Por eso también escribo novelas de conflictos y problemas de adolescentes y jóvenes en sociedades contemporáneas. Creo en el hombre y sus circunstancias, disfrutado por un lector que sienta al personaje como a un ser humano.

Para mí la historia es algo esencial, sin pasado no hay futuro. ¿Por qué despojar a la Historia del impulso emotivo que yace en su raíz? Indagar en la Historia y contarla de una manera amena, conmovedora, que motive, no como un aluvión de fechas y hechos, hacerlo con personajes creíbles, cuestionadores, comprometidos, ya sean reales o imaginarios, ha sido mi divisa después de investigar profundamente hechos históricos y personajes de nuestra historia y nuestra cultura.

Creo que por eso María Teresa Andruetto, escritora argentina Premio Andersen, expresó: «Todos hablamos de valores queriendo decir cosas muy distintas. Pienso ahora en Paquelé de Julio M. Llanes. Un libro así pone en juego la defensa de los valores de un pueblo. Yo que soy una lectora apasionada y persistente, me he dejado conmover hasta las entrañas por ese libro; y se han conmovido como yo, muchos lectores en su país y el mío».

En fin, no pretendo hacer una simple copia amena, yo intento dar mi visión del personaje y su circunstancia, que no siempre coincide con la versión tradicional u oficial”.

En una entrevista afirmaste que no recreas la historia, sino que la interpretas. Abúndame en esta idea.

“Cuando me acerco a un hecho y personajes históricos, lo hago mirándolo desde todos los ángulos. Cruzo información, trato de meterme en la piel de los personajes que lo vivieron; tomo en cuenta las circunstancias que lo rodearon. Los contextos múltiples que Carpentier mencionaba.

Cuando hice Paquelé, ese protagonista niño negro juguetón que la esclavitud marca, no olvidé que vivía en Sancti Spíritus, y me hice un mapa de calles e instituciones, de lugares importantes, para que él comenzara a sentirse espirituano en su camino a ser cubano. A tal punto lo hice, que la ciudad también se convirtió en un personaje.

Cuando escribí Las palomas de Guillén, no me puse a contar anécdotas del poeta, por muy interesantes que fueran. Utilicé como leitmotiv la pasión del poeta por las palomas. Lo estudié a fondo y me metí en su piel, para sentirme como él.

En el prólogo el estudioso Ellis dice; «Ha presentado todo empleando una atractiva forma narrativa: con Guillén en el papel de narrador en primera persona».

 «Se lee y se cree. Se cree como si escucháramos al propio Guillén», expresó también el actor Alden Knight, quien lo ha interpretado durante años al decir sus poemas. De igual manera, cuando escribí Alicia, el vuelo de la mariposa, yo podía haber contado decenas de sus anécdotas y muchos episodios de su vida de una manera más o menos atractiva; pero comprendí como ella misma expresara, que su vida era un gran ballet, por eso, cada capítulo es un ballet relacionado con episodios de su vida. Me aprendí sus gustos, detalles suyos al hablar. Y en gran parte del libro ella se convierte no solo en protagonista, sino también en narradora que observa, siente, se angustia y emociona; lucha, y cuenta los avatares de su vida personal y profesional.

Fíjate que en todos mis libros hay muchas referencias intertextuales, fragmentos de otras obras, dichos, escenas de otros textos que se abrazan a la mía y ambas dialogan con el lector como si quisiera recordar que nada parte de sí mismo”.

Siempre me ha llamado la atención que fueras profesor de Química y no de Historia o de Literatura, al menos.

“No desdeño la Química, pues es un mundo donde las sustancias reaccionan y se transforman en otras. Hay belleza y magia y la profesión del magisterio posee saberes envidiables. Todo lo que uno aprenda, lo enriquece. Pero, evidentemente, la pasión por la Historia siempre me conquistó. A la Literatura llegué por las lecturas, por el afán de querer narrar lo que leía, observaba o vivía. Ahora la Química es un recuerdo y la ficción o realidad de la escritura, una manera insoslayable de vivir”.

¿Entre tantos premios que has recibido, tuvo el Alejo Carpentier alguna connotación especial?

“Es cierto que he recibido muchos premios en la Literatura Infantil y Juvenil, con libros de relatos históricos, de cuentos, y novelas de conflictos y asuntos en torno a adolescentes y jóvenes; novelas, ensayos como Che: entre la literatura y la vida; novelas-biografías como Alicia, el vuelo de la mariposa. Me alegran porque son un reconocimiento y me hacen sentir activo y, además, hacen más visible a cualquier escritor.

El Premio Alejo Carpentier de novela, recientemente obtenido, me alegra no solo porque sea importante, sino también porque fue con una novela histórica de la esclavitud, la identidad y el mundo colonial de Trinidad de Cuba en el siglo XIX. Un texto que el mismo Carpentier quiso escribir, según confesó en su diario de Venezuela, el cual me costó muchos años de trabajo.

Agradezco los premios y los respeto, pero no creo mucho en los premios como únicos legitimadores del valor de la escritura. Para mí el mejor premio es el reconocimiento de la crítica y, sobre todo, del lector; la perdurabilidad en el tiempo de una obra.

Tengo varios libros con seis ediciones, no los encuentro ya en las librerías, los lectores me los recuerdan cuando converso con ellos en una esquina o por correo y facebook. No hay premio que pueda sustituir la interrelación entre un escritor y sus lectores”.

Además de alguna otra obra que de seguro estás escribiendo y de esta iniciativa que recién has acometido, ¿estás ocupado en algún otro proyecto de promoción cultural?

“Siempre tengo proyectos de promoción cultural. A veces pienso que son muchos. Cuando hice el libro del Che, me hice el proyecto de recorrer universidades, instituciones culturales de nueve provincias cubanas para acercarlo al lector y lo hice.

Cuando escribí el texto sobre Guillén, estuve numerosas sesiones como si fuera un lector de tabaquería con los torcedores de tabaco de mi ciudad. El día que me quieras y Paquelé los he leído y comentado en numerosas escuelas y universidades de Cuba y otros países.

Ahora mismo tengo un proyecto llamado Catauro de libros interesantes y esenciales, que realizo con la Facultad de Adultos Mayores de la Universidad José Martí de Sancti Spíritus. Desarrollé un curso sobre novela histórica. Pero el mayor proyecto realmente es cuando me solicitan, alumnos o profesores de escuelas o universidades, que realice un encuentro, una lectura con ellos. Eso, realmente, es una de las cosas que más me agradan.

Una vez un crítico me preguntó qué era para mí lo más importante en la vida. Le contesté que tener un proyecto. Llámese Amor, Patria, Familia, Un libro. Una vida sin proyectos no tiene sentido”.

 


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte