Kiki Corona: «Prefiero la sorpresa de los retos por venir, a la planificación calculada de lo que sigue»


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Fotos tomadas del Facebook del artista.

 

Enrique Kiki Corona (La Habana, 13 de enero de 1960) es un creador respetado no solo por su calidad como intérprete, también por la altura de sus composiciones y producciones musicales. En 1976 integró el movimiento de la Nueva Trova con el grupo Río Negro. Ha incursionado en la realización de música para cine, radio y televisión. Un artista con aplaudida claridad en lo que escribe… y canta.

Kiki, dónde crees que nació tu verdadero interés por la música y cuánto aportó tu paso por algunas agrupaciones cubanas.

La música siempre fue una constante en casa desde que tengo uso de razón. Recuerdo que los fines de semana, mis padres reunían en "descarguitas" a muchos intelectuales y artistas, que de tanto verles y empatizar con ellos, acabábamos por decirles tíos. Así las cosas, con apenas cinco años fui acompañado a la guitarra por mi papá o por: Carlos Puebla, Ñico Rojas, José Antonio Méndez y hasta Portillo de la Luz, en una suerte y descubrimiento de prácticamente todos los géneros de la música y el cancionero cubanos.

Corrían mediados los 60s, pleno en escaseces y apagones –recuerdo— pero, hasta con la tenue luz de un quinqué, se armaban aquellas agradables tertulias sabatinas hogareñas. La salita de nuestra casa de la calle 70 y 7ma B en Playa, se vio siempre iluminada los sábados de tarde y noche en las guitarras tocadas indistintamente o todas a la vez, por: Jesús Ortega, Leo Brouwer y Carlos Emilio Morales, con las voces de María Cervantes, la muy joven y calma Miriam Ramos o la apasionada Soledad Delgado.

Creo que los mejores juguetes que pude tener en mi infancia, fueron: un piano, una guitarra y el placer de cantar temprano o escuchar verdaderos conciertos improvisados en casa – ¡qué te voy a decir! — una infancia muy feliz.

Mi acercamiento a la música más en serio, fue cuando matriculé en el Conservatorio de Marianao: Alejandro García Caturla y luego –pasado algunos años— mi integración a varias agrupaciones me aportaron riquezas adicionales, amigos invaluables, conocimientos y disciplina que intento, me acompañen hasta el final.

Considero que no eres un artista “mediático”; sin embargo, todos conocen y admiran tu trabajo. ¿Te separas de ese aparato propagandístico? ¿A qué se debe eso?

En su interpretación más sencilla, el principio de: La navaja de Ockham, como filosofía; indica que las explicaciones nunca deben multiplicar las causas sin necesidad. Cuando dos o más explicaciones se ofrecen para un fenómeno, la explicación más simple, es siempre la más cercana a tu verdad. Nunca fui mediático porque el acto en sí, consiste en prepararse para serlo y definitivamente, siempre me costó mucho trabajo asumir papeles protagónicos pese al ego inflamado por respuestas populares favorables y eventuales. Es tan simple como que, no estuvo nunca en mí, el ánimo de ser famoso o popular, no es mi personalidad. Me siento mucho más cómodo abrigando y abrigado con mi música y canciones sin posturas u obligaciones. Esa, es la explicación más sencilla que te puedo ofrecer. A mi juicio, nadie podría o sabría apartarte realmente de lo que no deseas o  no quieres tener, las páginas de tu derrotero, las escribes tú.

Mi generación creció escuchando distintos temas infantiles en tu voz. ¿Qué  te inspiró a cantar para este público? También quisiera conocer tus consideraciones sobre dos grandes de la música latinoamericana para niños: María Elena Walsh y Teresita Fernández.

Todo comenzó como un juego de ensayos y errores –debo confesar—. Mis primeras canciones infantiles fueron escritas a solicitud de otras dos grandes intelectuales cubanas: Celia Torriente y Enriqueta Almanza, quienes me sugirieron la posibilidad de ampliar el diapasón creativo intentando hacer canciones para niños. Jamás sospeché que fuera a ser tan importante y decisivo en mi carrera como compositor. Luego todo cayó por su propio peso, con la creación habitual de canciones para programas de televisión; dejó de ser un encargo para convertirse en una necesidad de expresión y una constante en mi obra.

Mucho debo agradecer a eruditos en el género como: Jesús Caldas, Julio Cordero, Ana Nora Calaza e Ileana Vázquez, quienes con su apoyo y consejos me ayudaron a encontrar este camino que sigo recorriendo con el mismo ánimo y entusiasmo de la primera vez. Crecí escuchando canciones de Teresita Fernández, Gabilondo Soler y la Walsh.

Debo haber andado en los tiempos, por iguales senderos, pues todos ellos comenzaron haciendo obras para adultos y sin embargo, los atrapó la magia de la música y la creación para niños, haciéndose inexorablemente imprescindibles y dulcemente obligados para todos los que escuchamos sus entregas luego.

En tu “hoja de servicio” aparece música para cine y televisión, productor discográfico de artistas como Elena Burke (la gran Señora) o David Torrens… ¿Qué te falta por hacer y con quién todavía no has podido cantar?

La vida me ha dado la posibilidad de colaborar, escribir o producir para muchos artistas cubanos y extranjeros y nunca me he puesto en serio a pensar qué me faltaría por hacer o conseguir, prefiero la sorpresa de los retos por venir, a la planificación calculada de lo que sigue. Lo cierto es que he tenido la suerte de hacer lo que he querido y podido hacer. Otro asunto bien distinto es el de los sueños por realizar: cuánto hubiera querido hacer un dúo real con Ignacio Villa, componer una "Nana" para la voz de Yma Sumac o estrechar la diestra de James Taylor…Los sueños, sueños son y en mis fantasías, los he logrado hacer realidad, más de una vez.

Kiki, ¿qué importancia le concedes a la poesía en toda tu música? ¿Prefieres este género literario u otros?

Aunque siempre he sido un ávido lector de cuanto buen libro cae en mis manos debo reconocer que la poesía rimada en metros como la redondilla, sonetos, cuartetos y jácaras, constituye –en mi opinión— el vehículo ideal para expresar ideas en canciones. La poesía lleva, intrínseca y silenciosamente, la música hasta que la sabes descubrir ante tu curiosa mirada, como desnudando con ternura a una hembra veleidosa y gentil.

Trabajas para rescatar la obra de grandes compositores; pienso ahora en tu hermoso disco con canciones de Sindo Garay. ¿Qué importancia le concedes a la memoria?

Otra de mis pasiones es la historia de la música cubana y dentro de ella, la vida y obra de los compositores y cancioneros del siglo XIX y XX. Creo que sus motivos y vivencias son un legado imprescindible que debemos, a cada instante, rescatar y que ayudan a comprender quiénes somos y de dónde venimos. Al decir de Oscar Wilde: Un hombre sin memoria, no tiene porvenir, con lo cual estaré siempre de acuerdo porque, un hombre sin recuerdos, no puede soñar.

Anhelo que la vida me otorgue suficiente tiempo como para seguir descorriendo las cortinas de muchos creadores prácticamente desconocidos por las nuevas generaciones.

Insisto: ¿Por qué y para qué cantas y compones?

Es mi propósito, es una necesidad y mi razón de existir. Si alguien, alguna vez, resume en apretada síntesis mi “callado" paso por el mundo; preferiría pensara que: los dos días más importantes de mi vida fueron el día que nací y el día que comprendí por qué.

 


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