La mujer nos supera en todo cuanto hace


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Algunas personas afirman que detrás de un gran hombre hay una gran mujer. Los que así piensan ignoran que la mujer y la grandeza son sinónimos y que ellas nacen con la capacidad de convertir en oro todo lo que tocan. No podría concebirse gloria alguna sin la mano delicada y fuerte, sin la compañía y el consejo certero.

No existe otra criatura tan dotada para la pasión. No habita la tierra una que entienda mejor lo que significa el sacrificio. Cualquiera puede ser su origen. Enredo de genomas o costilla arrancada, la mujer nos supera en todo cuanto hace. Ella pone sentido en nuestra ruta.

Demuestra que no existen imposibles cuando la voluntad es la bandera. Mira de frente y en su crítica hay bálsamo, en su consejo, luz.  Dejó de quedarse en casa a la espera de buenas noticias para la mesa familiar y fue a la calle, a la fábrica, a las aulas, al congreso, al escenario.

Hizo ella misma el pan y nos mostró el sabor que sus manos le imprimen a todo. Se negó a ser el símbolo de la belleza y se volvió la huella de lo útil. Se puso un maquillaje, esta vez de sudor, y demostró que ambos sexos obramos con igual mérito cuando la meta es el bien de los nuestros.

La mujer extiende su protección para los hijos. Administra el amor para su familia. Expone valiente su rigor para la causa. Pero si esa mujer viste de rojo, azul y blanco, si hay un poco de palma en su figura, es entonces más grande, porque es inmenso su linaje.

Son benditas sus manos de coser banderas. Su vocación de que nunca es suficiente. Su sonrisa de que un triunfo nos espera o su voz que dice Empínate porque la Patria aguarda. Cuando es cubana, no hay barreras que no puedan vencer su solidaridad y su arrojo.

A la mujer de nuestra Isla, la federada, se le unen en el pecho la flor y el machete afilado. No se pueden tasar las dimensiones de su alma, la hondura de su beso. Tienen en el genoma el valor de Mariana, el empuje de Celia, la dulzura de Vilma.

En estos duros años de pelear contra molinos el impulso de las mujeres definió nuestra suerte en la batalla. El Comandante en Jefe las halló propicias para llevar la luz a las montañas, para empuñar fusiles y defender el honor de sus hijos, para hacer la conquista también del surco, la medalla, el laboratorio.

Organizadas por una sociedad que amplifica sus sueños, alertan oportunas. Demostraron con creces su valía en cada logro donde su mano combina la intransigencia y la ternura. La mujer se hizo internacionalista, miliciana y vanguardia. No quedó un solo sitio donde no se probara su voluntad de hacer.

En sus 60 años las federadas no solo han hecho revolución sobre la marcha. También marcaron el paso en ese andar hacia estadíos superiores. En la cultura la huella de las féminas tiene la omnipresencia. Sin su aporte estaríamos desorientados e incompletos.

Llegamos en inocente plan de hacerles un homenaje y ellas, mujeres al fin, alertan que algo falta por hacer. Nos convocan a aplazar la fiesta porque el mundo aún precisa de sus servicios. Nos dejan en la antesala del aplauso, con las palabras agolpadas en la boca, viéndolas transformar en milagro lo común, observándolas hacer el sortilegio de que la tarea parezca menos dura, convenciéndonos de que si ella nos acompaña es en verdad posible ese mundo mejor.  

Por: Abel Padrón Padilla, Ismael Francisco, Irene Pérez, Redacción Cubadebate.

 


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