La Uneac entró a mi vida por Sancti Spíritus


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“Tomamos a Sancti Spíritus como cuartel para institucionalizarnos, unirnos a la cultura”, expresa Larry Morales, 45 años después. (Foto: Granma).

Al calor de la edición, de los desvelos por ver brotar sobre el papel en blanco las primeras letras, de los debates —en algunos momentos acalorados— para que El Vaquerito. Jefe del pelotón suicida del Che y Las Farfanes salieran casi a la perfección bajo el sello de Ediciones Unión, nació una propuesta. Pasados 45 años, lo que pudo parecer un hecho fortuito quedó como un momento especial para Larry Morales Rodríguez.

“Tomás Álvarez, con su novela en brazos, me habló de crear el Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, (Uneac) en Sancti Spíritus con tanto amor y fervor que fue imposible negarme”, evoca el hijo de Ciego de Ávila en la memoria de aquellos días, cuando la historia de Roberto Rodríguez Fernández, el joven que perdió la vida durante la batalla de Santa Clara, lo mantenía en vilo.

En su provincia natal, Larry —como se le conoce dentro y fuera de su Morón amado— no había oído escuchar ninguna intención de aunar a los intelectuales. Por tanto, se aventuró con más certezas que dudas en la propuesta que sembró lo que hoy conocemos como Comité Provincial de la Uneac en Sancti Spíritus, del cual fue su primer presidente.

“Fue un momento interesante porque conocí a personas muy profesionales, bellas de espíritu y de alma. La ciudad de Sancti Spíritus siempre me ha conmovido por su historia y por los vínculos que tiene con mi provincia. Fueron esos los impulsos por los que me entregué de lleno a colaborar con la Uneac”.

Este escritor, que ostenta el Premio Mundial César Vallejo 2023, otorgado por la Unión Hispanomundial de Escritores, en Perú, se propuso entonces, a pesar de las distancias entre su tierra y la ciudad del Yayabo, hacer realidad aquel sueño, en el que lo acompañó otro coterráneo: Ibrahim Doblado del Rosario, poeta y narrador.

“Trataba de asistir a las actividades más importantes. Conocí en esos años a Antonio Díaz, el pintor de los tejados; Esbértido Rosendi, Benito Ortiz, con quien dialogué más de una vez sobre su obra pictórica y primitivista. También logré hacer una amistad muy linda con Julio Llanes, quien fungió como el segundo presidente de la Uneac en Sancti Spíritus. Creo que el territorio le debe mucho”.

Los recuerdos se agolpan con rapidez, mientras Larry Morales, quien dirige desde hace más de dos décadas la filial de la Fundación Nicolás Guillén, en Ciego de Ávila, vuelve a los años fundacionales de la organización de vanguardia en este territorio. Lamenta y no encuentra la causa exacta por la que no estuvo presente el 5 de octubre de 1979, cuando en un mínimo espacio en los altos de la Biblioteca Provincial Rubén Martínez Villena, se fundó oficialmente el Comité Provincial.

En ceremonia sin grandes bombos, el pequeño grupo de artistas e intelectuales acordó, desde entonces, representar lo mejor del arte y el pensamiento cubanos en la dimensión espiritual de la nación; una tarea nada fácil en el contexto espirituano, aún de estreno en la configuración de sus estructuras socioculturales, tras el complejo proceso de la División Político-Administrativa del país.

“Primero, radicamos en la misma biblioteca, pero luego recuerdo mucho las actividades que hacíamos en una calle muy cercana a la Iglesia hermosa que tiene la ciudad —Pancho Jiménez No. 3—. Disfruté de los tríos, de su gente. Puedo decir que la Uneac entró a mi vida por Sancti Spíritus y, los avileños, aunque teníamos a Camagüey con más vínculos, tomamos la provincia como cuartel para institucionalizarnos, unirnos a la cultura. Ahora que lo pienso, creo que es un fenómeno digno de estudiar. ¿Qué tenía el territorio que provocó eso?”.

¿Embrujo? ¿Talento? ¿Pensamiento? Tal vez puedan resultar atributos para que Sancti Spíritus —cuando no muchas personas confiaron— haya tenido prontamente su propio Comité Provincial de la Uneac.

Luego, Larry Morales, precisamente, fue también el primer presidente de su homólogo en Ciego de Ávila, constituido el 4 de diciembre de 1987.

“Tomás Álvarez tenía una broma en las reuniones nacionales de la organización. Le decía a Abel Prieto que le había aportado un presidente de provincia a la Uneac. Y aunque entonces dejé de ser miembro del comité espirituano, no pude jamás romper mis vínculos con esa ciudad tan linda y con sus artistas. Espiritualmente viven en mí. Por ello, voy cada vez que me han invitado a un evento, porque no quiero traicionar a la provincia que me tiró su mano”.

¿Qué significa para usted formar parte de esa organización?

La Uneac es una institución verdadera. Nació porque era necesario aglutinar a la masa de artistas que antes del triunfo de la Revolución estaban desatendidos.

No podemos olvidar que surgió al calor de las conocidas Palabras a los Intelectuales, expresadas por Fidel Castro. Las mismas mostraron la luz, el camino, los preceptos de la política cultural de nuestro país que aún defendemos como vanguardia creadora.

Justamente, en los tiempos tan complejos que vive Cuba, ¿cuáles son los retos que tiene la organización para mantener sus esencias?

El gran reto es atesorar la memoria histórica para que el futuro conozca cuán largo y tortuoso ha sido el camino de la Revolución, tanto por bloqueos, difamaciones, por situaciones económicas reales e, incluso, por otras que no dependen de nosotros.

Creo, con total seguridad, que nuestra responsabilidad es inmensa, sobre todo ahora que estamos económicamente maltrechos. Pero nos corresponde ayudar a sacar a Cuba de ese problema y de todo lo que atente contra su proyecto social. Quienes hemos tenido oportunidad de viajar a otros países, sabemos lo que significa estar organizados como nos lo permite la Uneac, lo que significa tener las ideas claras y lo que significa la valentía para defender criterios y principios.


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