Los museos de La Habana Vieja en la red cubana


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Museo de la Cerámica, Habana Vieja.

El Blog Cubarte publica temas de la clase Historia del coleccionismo y los museos de la Facultad de Artes de la Conservación del Patrimonio Cultural de la Universidad de las Artes (ISA).

Una aproximación a la génesis y desarrollo del coleccionismo y los museos en La Habana Vieja revela la imposibilidad de comprender su caracterización y funcionamiento a partir de la organización y el sistema legislativo que guía el Sistema Nacional de Museos de la República de Cuba por el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura; en tanto los museos subordinados a la Oficina del Historiador de la Ciudad, a diferencia del resto del país, responden a la defensa integral del patrimonio cultural del Centro Histórico, e incluso, buena parte de ellos fueron creados como consecuencia y en función de ese objetivo.

Dentro de la historia del coleccionismo y los museos en Cuba es preciso entonces abordarle como estudio de caso, como expresión de un fenómeno cultural que tiene por centro la gestión del patrimonio cultural del territorio (1). Un punto de partida para conocer el accionar de estas instituciones, pudiera estar en su interna dialéctica entre teoría y praxis museológica o gestión patrimonial. Intentemos, por esta ocasión, introducir el tema.

En el año 2000, en el marco de la Feria Internacional del Libro de La Habana, Marta Arjona, entonces Presidente del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, tras elogiar la arquitectura italiana —a quien estaba dedicada la edición— enuncia el desarrollo en Cuba del estudio, restauración y cuidado del patrimonio construido. En sus palabras Arjona revela dos importantes aspectos para entender el lugar de los museos subordinados a la Oficina del Historiador de La Habana en el sistema de museos en Cuba. En relación con sus fundamentos teóricos anuncia:

En sentido general, los criterios sobre la restauración y conservación en nuestro país están basados en estudios, experiencias y conclusiones que van desde la Carta de Atenas hasta la Declaración de Oaxaca. Estos documentos bases, resultado de conferencias, congresos, y convenciones internacionales, han devenido en obligados materiales de consulta y de hecho, han conformado una filosofía de la restauración, que todos nosotros, de una u otra forma, la hemos asumido en la proyección de nuestro trabajo. (2)

De modo que, si la rehabilitación del Centro Histórico está subordinada a una experimentación con centro en las coordenadas locales, el accionar de sus directivos está en correspondencia con el marco teórico que se consolida desde el acontecer internacional con el patrimonio cultural. En segundo lugar, indica:

Volviendo al Centro Histórico de La Habana, en 1981, las obras de restauración de la ciudad las atenderá la Oficina del Historiador. Eusebio Leal asume esa responsabilidad y comienza a desarrollar un proceso socio-cultural que desborda todas las perspectivas, al integrar las obras de restauración con proyectos sociales dirigidos a la atención de escuelas, hospitales maternos, albergues para ancianos y una infinidad de instituciones culturales, como museos, salas de conciertos y otros que han convertido al Centro Histórico de La Habana Vieja en una ciudad dinámica, en la que se puede apreciar el resultado de una dedicación, de un esfuerzo, de un entusiasmo que se realiza. (3)

Dentro de las perspectivas que se desbordan en la experiencia cubana a las que se refiere Martha Arjona, es preciso ubicar el sistema legislativo implementado por la República de Cuba. En lugar de la Vicepresidencia de Museos, en el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, los museos del Centro Histórico de La Habana son atendidos por la Subdirección de Gestión Cultural que se subordina a la Dirección de Patrimonio Cultural, hecho que no indica un aislamiento total entre un sistema y otro; téngase en cuenta que en materia de categorización (4) e informe estadístico, el Centro Histórico de La Habana tributa al Consejo Nacional de Patrimonio, pero será, desde la Subdirección de Gestión Cultural, donde un equipo de especialistas se ocupa de orientar y encauzar la dinámica cultural de todas las instituciones del Centro Histórico.

En el III Encuentro de manejo y gestión de Centros Históricos, en el 2003, Eusebio Leal recrea la escena en que calígrafos chinos le revelan el texto de una teja encontrada en intervenciones de las primeras casas en 1981: “La mano ejecuta, lo que el corazón manda”. El objetivo era ilustrar cómo se forjó en la recuperación de La Habana Vieja, una serie de principios que perduran desde entonces, tales como: “El concepto de la emergencia latente en el Centro Histórico y más allá, que nos lleva a luchar por salvar todo lo que podamos, más, mucho más del plan que tendríamos preconcebido, preestablecido”; “que debíamos tratar de luchar por el todo y no por una parte” y “que debía haber una defensa igualmente vigorosa de la arquitectura contemporánea y de la moderna, de la última modernidad” y concluye: “Era necesario conceder una dinámica al patrimonio construido y verlo en el tiempo, en el espacio hasta hoy. Y así fue surgiendo la familia de los restauradores y fue surgiendo el espíritu de la restauración”. (5)

Como introducción a dicha contextualización desde la museología propiamente dicha, asomémonos a dos textos que centran la atención en el carácter histórico de la museología y su contemporaneidad en La Habana Vieja. En el primero de los casos, un conjunto de reflexiones ofrecidas por el Dr. José Linares en el libro Museos, tiempo y luz, publicado por Ediciones Boloña en el 2013. Pepe Linares, como se le nombra cotidianamente, vincula la génesis del Museo de La Ciudad, el 8 de octubre de 1942 en el entresuelo del Palacio Municipal, con el papel de su director, Emilio Roig, Historiador de la Ciudad, desde 1943:

La gestión del Dr. Roig está caracterizada por un extraordinario dinamismo y su gestión en todas direcciones con instituciones e intelectuales de la época (entre ellos el sabio cubano Fernando Ortiz) dirigidas al rescate y obtención de importantes objetos y al enriquecimiento de una gran biblioteca, que comienza con la donación de la suya propia. Este hecho de desarrollar conjuntamente museo y biblioteca, reviste especial importancia y convierte a la naciente institución en un verdadero “centro de saber” al servicio de todos. (6)

Desde la década del 40 del siglo XX, La Habana Vieja es un espacio en el que el museo interactúa con otra institución, en este caso con la biblioteca; hecho que, como en la antigua Atenas, desdibuja el contemporáneo concepto de museo como templo reservado a lo sagrado o recinto en el que se percibe el aurea de lo considerado reliquia histórica, muestra sus exponentes en una connotación mucho más humanista y, por tanto, más cerca al público receptor. Obsérvese además que el autor destaca en esa época un extraordinario “dinamismo y gestión”, en “todas direcciones con instituciones e intelectuales”.

Sin embargo, en el caso de las instituciones museo-archivo-biblioteca debe tenerse en cuenta como antecedentes la fundación de museos en Cuba desde finales del XIX, entre ellos, el Museo Municipal de Santiago de Cuba, fundado por Emilio Bacardí en 1899 y el Museo Municipal de Cárdenas, por Oscar María de Rojas, en 1900 (7). Un caso singular, para ofrecer validez a la importancia de la praxis en relación con toda teoría en el ámbito cultural, fue la creación del Museo “Provincial” de Camagüey en 1920 por Mariana Betancourt Garay. (8)

¿De dónde proceden las colecciones que se expusieron en estos primeros museos municipales? El sentido patriótico que poseían estas instituciones avala la convocatoria por parte de los promotores o miembros de patronatos a la donación de piezas consideradas reliquias históricas. La profesora María Mercedes García Santana en el estudio Coleccionismo y museos en Cuba (siglo XVI-primera mitad del XX), apunta que en el caso del Museo Bacardí “el proceso de coleccionar objetos para el futuro museo, tuvo como principales promotores a Emilio Bacardí, Federico Carbó, José Bofill entre otros. Se interesaron especialmente por recolectar objetos representativos de las guerras de independencia y objetos de significación artística” (9), subrayando las donaciones hecha por patriotas santiagueros o sus familiares junto a “medallas provenientes del Ayuntamiento, los trajes de maceros, el Pendón de Castilla y grabados de la Diputación Provincial”. (10)

Con razón al rendir homenaje a Emilio Roig en el aniversario de su natalicio, el 21 de agosto, el Programa Cultural de la Oficina del Historiador en su edición de agosto/2015, además de recordarle como el fundador de los Congresos de Historia, destaca dentro del legado que ha seguido Eusebio Leal, su capacidad para aglutinar a intelectuales de diferentes tendencias “en pro del rescate de la historia y los valores nacionales”; señalándolo como el “historiador, periodista, investigador, conferencista y animador de importantes empresas culturales y patrióticas” (11). La plural participación en la defensa del patrimonio cultural es un factor inherente a la Oficina del Historiador desde su fundación, en 1938.

En términos contemporáneos José Linares tras apuntar la labor del Dr. Eusebio Leal como continuador de Roig, y señalar la rehabilitación del antiguo Palacio de los Capitanes Generales para un museo que ocupa todo el inmueble, refiere:

[…] el museo es un fenómeno de creación cultural que se retrotrae a culturas anteriores a nuestra era y que, como fenómeno, ha sufrido un largo, profundo y complejo proceso de evolución y sedimentación de conceptos, inseparables de la evolución misma de la humanidad. El hombre moderno ha sabido beber en estas fuentes y plantearse su propia idea del museo; ha buscado respuestas a su época. (12)

Linares reconoce en el museo una institución que, sin perder su esencia, se enriquece para devenir expresión de su época y responder a los retos contemporáneos, retos que por la dinámica cultural resultan continuos.

El segundo de los textos referente a la contextualización de los museos en esta área corresponde a Margarita Suárez, Directora de Museos del Centro Histórico, y aparece formando parte de la presentación de la Guía de Museos de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, publicado por Ediciones Boloña, en el 2014:

La publicación de la Guía de Museos de la Dirección de Patrimonio Cultural de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, nos brinda la feliz oportunidad de conocer cuán amplias y diversas son las colecciones que han atesorado durante muchos años estos treinta y un museos y casas especializadas, cuya labor sociocultural se relaciona con el proceso de restauración del Centro Histórico, para exaltar y perpetuar, con acciones diseñadas de manera individual y colectiva, sus valores culturales, enriquecer la espiritualidad de la población y contribuir a la reafirmación de nuestra identidad nacional. (13)

Los museos de la Oficina del Historiador, como indica Lisset González Navarro, “entran en un organigrama que articula diferentes instituciones culturales” (14), un sistema en el que no solo hay museos, sino también galerías, casas especializadas, salas de conciertos, bibliotecas y el archivo histórico. Desde esta perspectiva resulta necesario abordar sus museos y colecciones como estudio de casos, es decir, desde su particular contextualización. Es preciso destacar aquí el hecho de que museos y casas especializadas funcionan como un sistema institucional en función del proceso de restauración del Centro Histórico, hecho con base histórica y cultural en La Habana Vieja desde el primer cuarto del siglo XX.

Los museos de La Habana Vieja son, como ha afirmado Leal, partes de la totalidad del Patrimonio Cultural del Centro Histórico de La Habana. Es posible el estudio de su historia, pero entender su misión lo será solo desde esa totalidad.

 

Notas:

(1) Las reflexiones aquí expuestas constituyeron puntos de partida al trabajo de diploma “Estudio museológico de la colección de crucifijo del Museo de Arte Sacro de La Habana Vieja”, de la estudiante Ivet Enamorado Rodríguez en la licenciatura en Artes Plásticas en el perfil de Conservación, Restauración de Bienes Muebles en la Universidad de las Artes en junio de 2016, trabajo tutoreado por el autor de este trabajo. 

(2) Martha Arjona Pérez: “Homenaje”, en Recuento, pp. 87-88, Consejo Nacional de Patrimonio, La Habana, 2003, pp. 84-88.

(3) Ibíd., p. 88.

(4) “La creación, categorización, recategorización, extinción y extensión de los museos son aprobadas por el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural”. V.: Artículo 7 del decreto No. 312/2013. 

(5) Eusebio Leal Spengler: “La Cultura, única certeza para un proyecto sostenible”, p. 14, en Manejo y Gestión de Centros Históricos, Ed. Boloña, La Habana, 2006, pp. 13-25.

(6) José Linares: Museos, tiempo y luz, pp. 53-54, Ed. Boloña, La Habana, 2013.

(7) V.: María Mercedes García Santana: Coleccionismo y museos en Cuba (siglo XVI-primera mitad del XX), p. 50, Ed. UH, La Habana, 2017. 

(8) V.: Nérido Pérez Terry: “Museo Ignacio Agramante: Medio siglo de diálogo cultural”. Antenas (15):44-49, Camagüey, mayo– agosto de 2005.

(9) María Mercedes García Santana: Ob. cit., p. 147.

(10) Ibíd., p. 149.

(11) “Homenaje a Emilio Roig”, Programa Cultural, 14(8):2, Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, agosto de 2015. 

(12) José Linares: Ob-cit., p. 54.

(13) Margarita Suárez: “Presentación”, en Dirección de Patrimonio Cultural: Guía de Museos, p. 7, Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, Ed. Boloña, La Habana, 2014. 

(14) La autora declara en su tesis un total de 52 instituciones. Lisset González Navarro: “El Museo de la Farmacia Habanera como caso”, p. 1. Tesis en opción al título de Máster en Conservación y Restauración del Patrimonio Cultural, Centro de Estudio de Conservación, Restauración y Museología, Universidad de las Artes, La Habana, 2014.

 


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