Los prejuicios nunca le han cedido espacio a lo nuevo…


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 Covidianas –del profesor y crítico de arte Jorge R. Bermúdez- es un libro (digital) nacido en medio de la pandemia y que será presentado durante los días de la Feria Internacional del Libro de La Habana en la sala Abre la Muralla, del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, en La Habana Vieja.

 Es un texto que, en formato de e-book, sintetiza una personal memoria de estos casi dos años de necesario aislamiento que sin lugar a dudas han dejado huellas; de ahí que la primera pregunta a Bermúdez sea, ¿acaso sirvió de refugio personal? 

Covidianas existe por la pandemia. De lo contrario, nunca me habría motivado escribir los artículos, cuentos, poemas y valoraciones artísticas que hacen su contenido. Incluso, el título: neologismo resultante de la unión de “covid” y “cotidianeidad”, nació al paso de su escritura, como algo cuasi natural, en razón de la diaria relación entre la situación pandémica existente y las noticias sobre sus efectos en la salud humana y la economía a nivel global.

De hecho, todo acto creador es una forma de refugio ante la áspera verdad de la realidad. ¿De qué otra forma se podría concebir un testimonio artístico o literario en situaciones difíciles y hasta adversas?

¿Cómo estructuraste el libro?

El libro lo estructuró el día a día. De ahí un orden que va del ensayo histórico sobre las principales pandemias que han afectado a la humanidad hasta un cuento de amor que titulé En sana distancia, seguido de un número de artículos como el apocalíptico sobre la Isla de Pascua, o la histórica foto del Papa Francisco, ante una plaza vaticana vacía de fieles por la pandemia. No obstante, en cuanto a los artículos correspondientes al capítulo El humor en tiempo de pandemia (caricaturas, carteles, apropiaciones de obras maestras del arte nacional  y universal), sí precisé de un orden a posteriori de su escritura.

Ha sido el testimonio de este tiempo ¿palanca impulsora o solo herramienta?

Los dos a la vez…, y cualquier otro testimonio del momento que se aviniera con el desarrollo de los contenidos.

En tiempos de pandemia, como en cualquier otro, la única gratificación posible para un creador, es la salud mental y espiritual, y ambas tienen por únicos garantes la salud física y una disciplina de trabajo que solo se adquiere con los años.

No  siempre las crónicas periodísticas «coagulan». En tus Covidianas, ¿cómo han empleado es género?  

 En cuanto a los géneros, no siempre me los propongo de antemano, sino que nacen a la par del propio discurso con el que expreso mis experiencias y sentimientos del momento. De ahí que de un artículo pueda pasar a un poema, o viceversa, a veces, sin una real transición de carácter cognitivo.

En el caso particular de Covidianas, pienso que ha sido un estado existencial-emocional en permanente guardia ante el diario acontecer de los hechos. Al final, para sorpresa mía, los géneros con sus respectivos contenidos como que se fueron organizando entre ellos mismos, al dictado de un ritmo interno e intenso del que no siempre fui del todo consciente o, al menos, predispuesto para ello.

¿Primer e-book?, ¿cómo valoras el empleo de lo digital en el contexto actual?

El libro digital es un paso lógico del desarrollo tecnológico y científico en las comunicaciones con vista a una sociedad e identidad humana globales.

De hecho, la Historia empieza con la escritura. Sin embargo, ello no quiere decir que antes no hubiera historia; lo que no hubo fue registro escritural. De ahí que en la Prehistoria, la memoria humana fuera el único libro posible; libro para oír, no para leer. Y de ahí, también, la importancia que tenían “los más viejos” de la comunidad. La muerte de uno de ellos era un libro irremediablemente perdido; a no ser que otros miembros del citado “grupo de riesgo” lo memorizaran, aun cuando le quitaran o le pusieran algo de su propia cosecha: causa primera de una naciente manipulación y tergiversación de la información, la misma que hoy infesta a una parte importante de los medios de comunicación hegemónicos, tanto visuales como audiovisuales.

En consecuencia, la Historia como tal empieza con el libro manuscrito; la divulgación de su información era selectiva, dado el número limitado de copias resultantes del proceso escritural manual. Todo lo cual explica que fuera privativa de una o más personas, y, en el mejor de los casos, de la biblioteca de una institución representativa del poder de lo establecido; verbigracia: la Iglesia en la Edad Media.

El libro impreso, tal y como lo conocemos hoy día, nace en el Renacimiento, con la invención de la imprenta y el tipo movible hacia mediados del siglo XV. Sin embargo,  los prejuicios nunca le han cedido espacio a lo nuevo. Por ejemplo, un joven creador como el genial pintor Rafael, no quería libros impresos en su biblioteca, porque para él solo los manuscritos eran verdaderos libros. Hecho que explica que en toda época hay prejuicios hacia las nuevas formas de comunicación.

Hoy día, son incontables los escritores que aceptan el libro digital a regañadientes, porque para ellos el verdadero libro sigue siendo el impreso. El síndrome Rafael, por llamarlo de alguna forma, se repite…, y se repetirá siempre, independientemente de que al final, por ley de la vida, lo mejor de “lo nuevo” se imponga. Al menos, no se tendrán que deforestar grandes extensiones de bosques para hacer papel; aunque, es muy probable que se abran minas cada vez más profundas para extraer los nuevos minerales a utilizar en la consecución de los novedosos medios de comunicación.

El hombre es el mismo y otro.

Eres un intelectual con varios libros publicados, todos en papel, ¿extrañarás este soporte? 

Vivo a horcajadas entre dos siglos, aunque con más tiempo en el otro que en éste, por lo que es obvio que mi ideal de libro sea el impreso. Con él me acuesto, lo palpo, lo estrecho contra mi pecho, y, a veces, hasta lo beso.

En cuanto a extrañarlo, no creo que el tiempo me depare esa posibilidad, en razón de los años que tengo. Aunque, a fuer de sincero, tal y como están las cosas, ya empiezo a sentir su ausencia.

Covidianas, por ejemplo, tendrá existencia inmediata gracias al libro digital y al Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau de La Habana Vieja, aunque mi sueño será siempre verlo como libro impreso.

 

 


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