Lourdes Pasalodos haciendo memoria: una sección para la UNEAC


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Con todo respeto, discrepo de los convencionalismos que aún lastran algunos historiadores que dudan de toda fuente que no sea escrita, lo cual implica cuando menos, un doble error: absolutizan lo escrito como si no estuviera también mediado por sujetos e intereses, sobre todo al publicarse o concebirse como testimonio, y desechan los aportes, autenticidad y frescura de una buena entrevista con las personas adecuadas; y entre estas primeras en cultivar lo que es hoy nuestra sección de Crítica e Investigación de Cine, Radio y TV, destaca Lourdes Pasalodos Díaz, que así inicia este proceso por el cual valoramos los aportes de tal sección al patrimonio atesorado por la UNEAC, de cara a su aniversario 60.

Agradezco profundamente a Lourdes, a pesar de sus ocupaciones y dificultades, el exquisito rigor y minuciosidad que empeñó, y no merece menos que enriquecer este artículo con sus citas textuales, en las que nos cuenta:

«En el año 1982 participé por primera vez en un Premio Caracol en calidad de periodista de El Caimán Barbudo. Presidía la entonces Sección de Cine, Radio y Televisión, Pepe Massip, quien fuera creador del concurso.

«Guardo memoria de una sesión nocturna con un número notable de participantes en un salón del Hotel Habana Libre. En esa ocasión y siguientes la asistencia era considerable e incluía a miembros de la UNEAC en las provincias.

«En líneas generales los programas abarcaban la exhibición de audiovisuales, el análisis de programas radiales y sesiones “teóricas” que devenían asambleas de producción porque los creadores establecidos y debutantes afrontaban no pocas dificultades para hacer sus obras».

Las discusiones en ese y los siguientes concursos llegaron a ser muy polémicas, porque la muchachada emergente de los 80 pugnaba por abrirse paso en las industrias. Entre los participantes más activos y apasionados de esa generación recuerdo a Juanpín Vilar, Orlando Cruzata, los hermanos Dalton y Camilo Hernández. Y como antagonistas -también vehementes- a Moya, entre los más incisivos. Asistían directivos de los medios que tomaban nota y no pocas veces ofrecían justificaciones en lugar de explicaciones sin concretar las soluciones.

«La Sección radicaba en un cuarto pequeño del fondo de la casa de la UNEAC donde apenas cabían dos personas de pie. Invariablemente permanecían allí Pepe Massip, la secretaria ejecutivísima Kenia Campano, la secretaria Mirna y podían encontrarse algunos creadores como Isabel Aida (de la radio, que era del Ejecutivo), Liset Vila, Iris Dávila, Mirta González Perea, Jorge Pucheaux…»

Lourdes enfatiza que no existían grupos por especialidades, sino algunas subsecciones; las secciones fueron creadas cuando aquella sección pasó a ser Asociación.  No había un espacio particular para la crítica, el cual surgió en un encuentro que no recuerda si fue en Santiago de Cuba o en Camagüey, pues eran tiempos en los que había mucho trasiego desde y hacia las provincias; y continúa, «… entre los críticos presentes recuerdo a Rolando Pérez Betancourt, que es una persona clave si de reconstruir la memoria se trata».

La subsección de la crítica agruparía a una buena parte de quienes la ejercían entonces, como Azucena Plasencia. En reunión en la Sala Villena tuvo lugar la elección del ejecutivo mediante voto secreto. La propuesta para encabezarla era Mario Rodríguez Alemán, y en la candidatura entre otros, estaban Lourdes y Rolando. Lourdes obtuvo la mayoría de los votos, lo que realmente los sorprendió dado el magisterio de Rodríguez Alemán (aunque añado a Lourdes que su obra periodística de ella ya era muy respetada), y acordaron con Massip que Mario fuera el presidente, y ella propuso a Rolando al segundo puesto, «en consideración a su ya largo y fructífero ejercicio de la crítica». Con ellos tres quedó conformado el primer ejecutivo de la subsección. Sin embargo, continúa Lourdes:

«Ya Mario estaba enfermo y poco pudimos hacer. No obstante, tanto la Sección como las subsecciones tenían mucha actividad y siempre había creadores allí. La Sección discutía con los directivos de los medios sobre diversos problemas casi siempre relacionados con la producción y el financiamiento. Ello era al mismo tiempo una contribución al mejor desempeño de los creadores y su obra y una deformación de la verdadera esencia del trabajo de la UNEAC.

«Por aquellos años recuerdo un debate con cineastas, en las afueras de la Sala Villena, en los jardines, para discernir si el cine cubano estaba o no en crisis. Fue una reunión endemoniada en la que Julio García Espinosa calificó la crisis como “crisis de crecimiento”. No hubo ganadores ni perdedores, pero alguien sufrió una alevosa pérdida material: habían averiado ex profeso el auto de Rolando.

«Se me pierden ahora en la memoria las tareas que realizábamos, casi todas relacionadas con el ejercicio de la crítica, los contenidos de los encuentros y sesiones teóricas. Fuimos incorporando nuevos miembros y miradas, como las del doctor Vicente González Castro, quien sentó cátedra desde su primera intervención en un Caracol, también en el Habana Libre.

«Cuando Liset Vila ocupó la presidencia, hubo no pocos cambios necesarios y favorables y se dinamizó la actividad de tal modo que puede afirmarse que hubo un visible salto cualitativo del trabajo. Recuerdo entre las personas más activas a Víctor Buttari».

Rememora Lourdes la contracción en la actividad y participación de los miembros hacia los años 90: era el Período Especial. «Yo estuve entre las personas que dejó de acudir a la casona de 17. Me reincorporo activamente cuando era presidente José Ramón Artigas y Teresa Valdés que encabezaba el grupo de la crítica, nos llamó a filas a Soledad Cruz, pionera en las lides de la crítica de los medios desde Juventud Rebelde y había estado varios años como embajadora de Cuba ante la UNESCO, y a mí», y añade que entonces captaron a Paquita Armas y Sahily Tabares, entre otras personas, y luego el doctor Avelino Couceiro se incorporó al trabajo; y concluye:

«En lo personal me mantuve activa algunos años más, organizamos y sistematizamos un espacio para el examen de diversos temas que luego fue bautizado como Moviendo los Caracoles, dio nombre a Web y aún funciona».

Es esta Web que el lector consulta, y que hoy tan útil es como tribuna para toda Cuba, y el mundo, para entre otros tantos propósitos, justipreciar los aportes de nuestra sección, y a la postre, de toda la UNEAC a la cultura cubana y universal.

Y para ser justos, puntualicemos que esta ha sido la más reciente, pero no la única contribución de Lourdes Pasalodos a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, quizás no tan activa  como los años que rememora -entregada ahora a su obra literaria-, pero con aportes como este, obviamente, no menos valiosos.


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