Magic flute: los sonidos más hermosos de jazz en estos tiempos de los que no se habla


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Néstor Torres y Orlando Valle "Maracas"

Es uno de los instrumentos imprescindibles en la música cubana desde hace más de un siglo. La lista de hombres destacado ejecutándola es bastante prolifera y cada día se enriquece; y sin embargo rara vez hay un evento musical que le honre como merece. Se trata de la flauta y de los flautistas.

El Festival Jazz Plaza de este año ha abierto las puertas al protagonismo de este instrumento en uno de sus conciertos donde coinciden dos de nuestros mejores flautistas del momento: José Luis Cortes y Orlando “Maraca” Valle junto a invitados de lujo como lo son La Orquesta Aragón, el boricua Néstor Torres y José Loyola; todo un lujo musical para quienes asistan pues sobre el escenario de la sala de conciertos convergerán algunos de los estilos más contemporáneos de ejecutar ese instrumento junto al toque tradicional que aportaran La Aragón y José Loyola.

Con semejante elenco se impone, más que juzgar la presentación, entender desentrañar algunos de los antecedentes del impacto de los flautistas cubanos dentro del jazz y la música latina en general en los últimos tiempos.

El peso fundamental de la flauta dentro de la música cubana ha recaído fundamentalmente en el formato de la charanga danzonera y sus subsiguientes expresiones como el Cha Cha Chá, la Pachanga, el ritmo Tira-tira y el mismo Songo; lo que no excluye su presencia en otras formaciones más recientes como Irakere, Afrocuba y Opus 13; entre otras menos conocidas y difundidas como Estudio2 de Bayamo; algo similar ocurría con este instrumento dentro del entorno primario de la Nueva Trova; y pienso en los casos Moncada, el grupo de Pedro Luis Ferrer, Manguaré, Girón y otros grupos.

También ha tenido importancia su impronta dentro de formatos experimentales como el grupo Oru del guitarrista Sergio Vitier donde el instrumento era ejecutado por Genaro García Caturla, o el paso de Lucia Huergo por el grupo Síntesis.

Con estos antecedentes se hace necesario entonces preguntarse: ha tenido peso el papel de la flauta y los flautistas dentro del jazz cubano. La respuesta es más que afirmativa y sus orígenes se remontan a los años cuarenta del pasado siglo e involucra nombres como los de Antonio Arcaño, José Ondina y Belisario López. Una revisión de los temas compuestos por estos músicos ya avizoraba pasajes de amplio espectro jazzístico en sus ejecuciones; solo que formaban parte del entorno charanguero más clásico.

Llegada la década del cincuenta y con el auge del Cha Cha Chá el papel de la flauta comienza a ganar relevancia con la presencia de Danilo Lozano, José O´Farrill, José Antonio Fajardo y sobre todo Richard Egües; quienes asumirán el jazz como un componente importante no solo en sus ejecuciones sino en los solos que ejecutan desde sus respectivas orquestas. Sin embargo será a partir de las grabaciones de las descargas cubanas que se comenzará a definir un sonido jazzístico dentro de la ejecución de la flauta en Cuba muy particular; y ese sonido definirá la posterior carrera de músicos como Dave Valentín o Johnny Pacheco y con ello el papel de este instrumento dentro de fenómenos musicales importantes como la Salsa y el Latín Jazz.

Pero el momento de gran peso dentro de la flauta y los flautistas cubanos dentro del jazz llegará tras la aparición de Irakere y el trabajo del flautista, clarinetista y saxofonista Paquito de Rivera en un comienzo; lo que marcaba una continuidad y ruptura estilística en cuanto a la ejecución y presencia de este instrumento en la música cubana de la segunda mitad del siglo XX.

Corresponderá a José Luis Cortes, “el Tosco”, el papel de ser líder y la mayor influencia de las nuevas generaciones de flautistas dedicados exclusivamente al jazz en Cuba, todo ellos sin demeritar el trabajo de músicos de la talla de Germán Velazco, Lucia Huergo, Orlando Sánchez “Cubajazz”; José Carlos González, Fernando Acosta, Lucia Huergo, Hammady Despaigne, entre otros; cuyo instrumento fundamental eran la familia de saxofones o el clarinete.

El Tosco impuso un estilo y sonido en la flauta que establecía una línea directa con el trabajo de Richard Egües que provocó una revolución en la forma de improvisar en la que se fundían la tradición y la vanguardia en cada uno de sus pasajes; y de ello se aprovechó primero Chucho Valdés en Irakere y posteriormente el mismo tras la fundación de NG la Banda.

Orlando Valle "Maracas"

Orlando “Maraca” Valle

Con tal antecedente y tan ilustres influencias llega a la escena musical Orlando “Maraca” Valle quien iniciara su aprendizaje dentro del jazz alternando con el grupo de Felipe Dulzaidez, continuándolo posteriormente con la formación del pianista Emiliano Salvador y su graduación profesional en Irakere a donde fue llamado a sustituir a su ídolo: el Tosco.

Si Cortes fue el cordón umbilical directo de Richard Egües a las nuevas generaciones; Maraca se dedicaría a estudiar a profundidad el estilo y los sonidos generados por casi todos los flautistas que le antecedieron sin importar escuela o tendencia. Lo importante era entender la evolución del instrumento en la música cubana y a partir de esa impronta redefinir su status como instrumento solista en el jazz cubano y en todo el conjunto de la música popular contemporánea.

Y lo logró. Tanto que desde la flauta de sistemas es capaz de reproducir el sonido de la flauta de madera y en cada nota recrear una tradición que ya arriba a su primer siglo de preponderancia. Mas si ello no bastara ha agrupado en cada cluster un átomo sonoro de los grandes flautistas tanto cubanos como universales devolviendo a la flauta esa magia que siempre estuvo presente desde el mismo instante en que el jazz y la música cubana se reencontraron abiertamente en los años cuarenta.

Tal vez ya sea hora de que se mire a la flauta con el mismo prisma que se ofrece al piano, la percusión y al saxofón y que en un futuro se le devuelva su protagonismo en estas lides musicales.

 

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