Orlando, el presidente inquieto, de todos y por todos


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Orlando García Martínez (1951), Presidente del Comité Provincial de la Uneac en Cienfuegos. / Foto del autor.

Diríase que le posee el ansia del moscardón, por su vivacidad y capacidad de desplazamiento. En extremo ágil para sus cerca de setenta años, desanda Cienfuegos e interviene en cada proceso que nos ataña en la vida social, cultural y política. Escribe en el periódico local, participa en la mayoría de los eventos y de forma regular es consultado por muchos jóvenes, en tanto fuente activa de sus investigaciones.

Hombre de la intelectualidad, del Partido y la Revolución, no comulga con los ambivalentes, ni con quienes no defienden la causa que considera sagrada. Cuando se habla con él, precisa partirse del anterior entendido.

Le conocí en 1993, acabado este autor de terminar la Licenciatura en Periodismo en la Universidad de La Habana e iniciándose en el oficio de manera profesional. Él había cursado la especialidad de Historia en la de Las Villas y ya llevaba seis años al frente del Comité Provincial de la Uneac. Lo ha hecho desde 1987 (fecha de la fundación de dicha instancia en Cienfuegos) hasta el día de hoy.

Orlando García Martínez (1951) es el presidente de un Comité Provincial de mayor longevidad en el cargo. Cómo ha podido lograrlo –en medio de un universo de tantas sensibilidades humanas y problemáticas, y además sin renunciar a su copiosa obra que incluye cerca de quince libros de autoría individual o colectiva—, es la pregunta que muchos tienden a formularse. A mi juicio, cinco son las banderas que ha ondeado este buque insignia de la intelectualidad cienfueguera para llegar a buen puerto a lo largo del tiempo: inteligencia, tacto, paciencia, valor y visión.

Al iniciar la conversación, le pregunto su criterio sobre una frase célebre de Woody Allen con la que, al menos yo, cada día concuerdo más: «Los intelectuales son como la mafia, solo matan a los suyos» y la increpa, argumentando que solo son casos excepcionales los de ese tipo, puesto que la inmensa mayoría, en Cuba, opera de acuerdo con la divisa martiana de «con todos y para el bien de todos».

En cualquier caso, él sí sería una de las excepciones que irían contra el axioma del creador de Annie Hall. Porque Orlando García Martínez jamás ha atacado a un compañero, sino todo lo contrario. Si bien quizá no todos le agradezcan al grado debido por su acción benefactora, muchos le deben el encauce de sus obras y carreras en esta provincia. Para mí, como para tantos otros miembros de nuestra organización e incluso quienes no lo sean, ha estado ahí, siempre, en función de deshacer entuertos, procurar soluciones y posicionarse siempre a favor de lo correcto. Su modo de actuación, por tanto, devino guía para quienes deseen seguir su ejemplo.

El foco del diálogo, por supuesto, se desplaza hacia la organización y sus compromisos actuales, a las puertas de su inminente aniversario 59. Orlando recuerda cómo «hace un año salíamos los delegados de escuchar el discurso del Presidente de la República Miguel Díaz-Canel Bermúdez en la clausura del IX Congreso de la UNEAC, y sentimos cuanto había crecido y cambiado el diálogo de los artistas con las máximas autoridades del país, iniciado antes por Fidel en las memorables sesiones de la Biblioteca Nacional José Martí los días de junio de 1961».

«En esa alocución el Presidente cubano enfatizaba la vigencia de las ideas de Fidel recogidas en Palabras a los intelectuales afincado en el principio, compartido por la vanguardia artística y literaria, de que el derecho a la libertad se ejerce con responsabilidad y ética profesional para alcanzar una verdadera democratización de la cultura, sin resquebrajar su unidad en la diversidad de miradas estéticas que enriquece el diálogo entre tradición y modernidad, desde la búsqueda y la experimentación de los escritores y artistas».

Considera que «quizás sin la euforia sentida en aquel momento por la hondura crítica, el alto nivel intelectual y el minucioso análisis de los problemas culturales resumidos en la intervención de Díaz-Canel, todos entendemos mejor la perspectiva futura en lo económico, social y político de la creación artística y literaria en Cuba, que inexorablemente conduce, en la coyuntura actual, al enfrentamiento a la hegemonía cultural ejercida por los grupos de poder del mundo capitalista neoliberal sobre la mayoría de los países».

«Nos percatábamos en las palabras del Presidente de la República la pertinencia del fortalecimiento del trabajo institucional de la cultura exigido por los miembros de la UNEAC y constatamos cómo había centrado la atención de la máxima dirección del país en el diálogo sincero, profundo y urgido de amplitud social para seguir empujando la Nación, bajo la convicción también martiana de que Patria es humanidad».

Recuerda el entrevistado cómo «Díaz-Canel exigía a todos los actores culturales, sociales y políticos respuestas precisas, sin dilaciones innecesarias ni posturas demagógicas o dogmáticas para encarar errores, enmendar distorsiones y encauzar  la correcta aplicación de la política cultural, basado en el diálogo, el intercambio plural y la reflexión colectiva, alcanzada desde rutas zigzagueantes signadas por múltiples visiones y experiencias individuales atesorados en la memoria histórica de la Revolución».

Todavía retumba en nuestras mentes –prosigue– las agudas críticas al trabajo insuficiente de las industrias culturales y el llamado a fortalecer las relaciones entre los creadores del ámbito cultural de obra relevante y el sistema institucional de la cultura, el MINTUR, el ICRT, la prensa escrita y demás entidades estatales. Siguieron meses de atento seguimiento, por el propio Presidente, de las acciones emprendidas para darle solución a los problemas identificados por los creadores de mayor prestigio cultural.

En consideración del presidente del Comité Provincial de la UNEAC en Cienfuegos «no ha quedado acuerdo del Congreso sin someterse al escrutinio colectivo. En los medios de comunicación aparecen reflejados, no sin cierto asombro en muchos ciudadanos, los encuentros con artistas y escritores que denotan la constancia de un estilo de trabajo, basado en el diálogo continuo con todos los actores sociales, e impulsado por Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba, General de Ejército, Raúl Castro Ruz, y la máxima dirección del país».

Interrogado en torno a un asunto tan sensible como el siguiente, apunta: «Es cierto que el trabajo institucional marcha por derroteros favorables en el ámbito cultural de Cienfuegos. Sin embargo, en ocasiones percibimos la falta de un enfoque sistémico en el abordaje del hecho cultural en lo cotidiano, capaz de involucrar al creador en la gestación de la toma de decisiones institucional y en otras oportunidades afloran las insatisfacciones por la perdurabilidad de enfoques conceptuales enfrentados en la Empresa Provincial de la Música, al coexistir dos formas antagónicas de promoción de la obra musical: una respaldada de forma presupuestada y la otra por la llamada oferta y demanda propia del mercado.

En su opinión «sigue poniéndose de manifiesto la necesidad de revertir a nivel de país la situación de las instituciones encargadas de representar y defender los intereses profesionales y las condiciones de trabajo de los artistas en la esfera musical, quienes en tiempos de la pandemia por la Covid-19 han recibido la atención del Estado. La protección salarial alcanzó a todos los creadores artísticos y literarios vinculados laboralmente a las instituciones estatales».

Aprecia que «sin dudas, la fortaleza de las relaciones establecidas por las organizaciones de la vanguardia artística y literaria con las instituciones estatales subordinadas al Poder Popular en la provincia de Cienfuegos y el PCC permitió encarar satisfactoriamente la pandemia. Tampoco quedaron excluidos del análisis necesario los artistas y escritores cuyos ingresos dependen de la venta en el mercado a través de la Empresa de la Música, ARTEX, el Fondo de Bienes Culturales y el Centro Provincial del Libro y la Literatura».

Particular atención se brinda en la provincia a los artistas de mayor jerarquía acogidos al estatuto de «independientes» que comercializan a través del Fondo Cubano de Bienes Culturales y a los músicos que trabajan en las instalaciones del MINTUR, sectores afectados por la disminución de la afluencia de turistas a Cuba.

Son tiempos en que se imponen soluciones satisfactorias para músicos, artistas visuales, artesanos artistas y escritores cuyos ingresos monetarios dependen de la comercialización de sus obras, sostiene.

A modo de conclusión, el intelectual cienfueguero estima que «en la mente de los actores culturales y políticos que enfrentan las contingencias de la pandemia y los tiempos futuros de afectación económica está presente el Fidel Castro que nos precisó que Salvar la cultura es lo primero en la Revolución».

 

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