Oscar Jr. Rodríguez Martínez y la musealización de la memoria


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Que te corto las orejas, 2018. Mixta sobre lienzo. 200 x 135 cm.


Por estos días la Casa Guayasamín, en Obrapía no. 111, invita a los transeúntes a disfrutar de una exposición del artista de las artes plásticas Oscar Jr. Rodríguez Martínez (Florida, Camagüey, 8 de febrero de 1979); un conjunto de lienzos en los que se representan objetos estrechamente vinculados desde la cotidianeidad a la memoria del artista para emerger desde el arte en un sutil rugido que nos re-coloca en la interacción de tres ámbitos del espacio museal: la cultura, la identidad y el patrimonio.

Los objetos del silencio, nombre de la muestra, deleita en un primer plano por el absoluto protagonismo de cada uno de sus objetos-personajes, para luego, en una segunda zona de recepción, convocar inesperadamente al desasosiego mediante un hermético conjunto caracterizado por una vibrante atmósfera de blancos, negros y grises. ¿Sueña su artífice con la representación documental de estos objetos? ¿De su significación por encima de lo que son? ¿Desde qué perspectivas asumir el juego expresivo de libres pinceladas y la manifiesta intención de citas lingüísticas tradicionales en notas de evidente hiperrealismo fotográfico? Como ha indicado el teórico Tomislav Sola, historiador del arte y doctor en museología de Croacia: “Los museos no son importantes por sus colecciones, sino por la significación cultural de las piezas que en ellas se atesoran”.

La tregua silente, 2017. Mixta sobre Playwood. 120 x 180 cm.

Así, pretenden estas líneas presentar Los objetos del silencio como la expresión cultural de un proceso de patrimonialización de vida cotidiana, donde el referente, más allá del ámbito social que cómodamente podría explicarse desde el sujeto creador (autorreferencial) rebaza lo individual para erigirse en signo de memoria colectiva, específicamente al de una generación, la de Oscar Jr. Martínez. De modo que, objetos-documentos y obras-textos se despliegan por la sala principal y las galerías de la Casa Guayasamín para ofrecer a la red de instituciones de la Habana Vieja, Patrimonio de la Humanidad, una especie de musealización de la memoria.

 

       El Guerrero romántico, 2018. Mixta sobre lienzo. 200 x 135 cm.                   H i- Fi I, 2016. Mixta sobre Lienzo. 150 x 100 cm.

 

 

¿Cómo ha logrado Oscar Jr. articular una tesis que apunta a la defensa del patrimonio en su diversidad cultural? ¿Cómo puede darse continuidad a un tema sin acariciar el agotamiento visual y cosmogónico dentro de una continua producción artística? Un buen punto de partida para entender esta muestra expositiva como discurso museal podría estar en la persistencia de una ética artística y temática en el autor. Sin límite de resistencia (2002), Tema con variaciones (2004), Raspados (2005), Con la fuerza del guerrero (2009) y La pesadilla recurrente (2010), develaron en Oscar Jr. una ingeniosidad razonada que deviene clave en su quehacer y es que, consciente de las lecciones de la Historia del Arte, sin reparar en estamento alguno, indaga el autor con seriedad en los intersticios de la cultura popular e institucionalizada en un tema que lo inscribe en esa corriente que epistemológicamente los filósofos han definido por “artificación”, especie de enfoque o perspectiva desde la cual la relación entre arte y ciencia (o ciencia y arte) con el medio circundante encuentra equivalencia en la racionalidad. Oscar Martínez no solo reconoce el devenir de la ciencia en aquellos artefactos que acompañan nuestras vidas, sino también en las propiedades que le otorgan connotación simbólica. Recordemos de las referidas exposiciones, por ejemplo, el peligro de la integridad estructural de un diamante ante la presión de una llave inglesa aludida en “El inútil intento de poner a prueba tus límites”; la instalativa representación de una de las más importantes teorías de la física en “Todo es cuestión de apoyo”; la aparente compatibilidad entre la frágil bombilla eléctrica y la metálica tuerca en la que se inserta en “Sin límite de resistencia”, o cuando en un proceso de masculinización de prendas femenina penetra en los roles de géneros en tiempos de “modernidad contemporánea” con “El adorable dolor de tenerte conmigo. Como cierre de dicho antecedente, el triunfalismo tecnológico del patrimonio industrial cubano mediante una locomotora a la que humaniza en las piezas “Con la fuerza del guerrero” y “El valor del guerrero”, heroísmo que con divertimento aplica a un melancólico traganíquel en “El guerrero romántico”.

            Conciencia colectiva, 2018. Mixta sobre Lienzo. 180 x 140 cm.               16 MM de Magia, 2018. Mixta sobre Lienzo. 150 x 120 cm.

¿Puede la representación indicar un camino a la patrimonialización? La arquitecta Eliana Cárdenas y el sociólogo Manuel Castell establecen pautas teóricas esenciales en la relación que se establecen entre urbanismo, identidad y patrimonio. Ella, al indicar la incidencia de la percepción y representación en la construcción de identidad “sobre todo, a través de los valores asignados por la población al ambiente en que habita, como resultado de las relaciones entre uso y significado”; él, al precisar que solo es posible determinar la identidad urbana a partir de la representación de los significados otorgados por la comunidad a los elementos urbanos.

Los objetos… han dejado a un lado el color como signo interpretativo de vigor en la conexión pasado/presente para, en lugar del convencional goce retiniano, develarnos una espiritualidad inquebrantable ante el tiempo y el avance tecnológico. Entre “La tregua silente” (2017), “El Guerrero romántico” (2018), “Hi- Fi I” (2016), “Conciencia colectiva” (2018), “16 mm de magia” (2018) y “Como un susurro indetenible” (2018) y “Las palabras que nunca te dije” (2016), “Las cartas que nunca te escribí” (2016) y “La Cantante” (2016) existe un manifiesto diálogo de tecnología y arte, objeto y sujeto, contendor y contenido, signo y significado que desborda con creces el concepto del personal piano de cola, el pesado traganíquel, el antiguo gramófono o el radio y el lejano equipo que hace posible el disfrute de filmes de 16 mm o el acto que desde el día a día se convierte en aliado de nuestra vidas como el reloj despertador, el teléfono tradicional, la máquina de escribir o la máquina de coser. Aquí y allá, elementos todos de la comunicación, de la personal y de la social; de la íntima, pero también de la pública. En un aparente discurso de lo objetual, un universo cosmogónico con el que Oscar no solo parodia sino también con el que juega semánticamente mediante los títulos de obras.

Las palabras que nunca te dije, 2016. Mixta sobre Lienzo. 99 x 145 cm.

 

Las cartas que nunca te escribí I, 2016. Mixta sobre Lienzo. 130 x 150 cm.          La Cantante, 2016. Mixta sobre Cartón Masonite. 160 x 139 cm.

Confesaba el poeta alemán Johann Wolfgang von Goethe en las postrimerías del siglo XVIII que “el museo le proporcionaba la oportunidad de profesar lo que a menudo se ha denominado la religión del arte: experimentar un sentimiento que le sobrecogía por creer en su valor trascendental”, idea que desde la razón traducía del siguiente modo: “Lo que realmente producía una verdadera convulsión interior era precisamente esa puesta en escena de los objetos, el espectáculo de su organización, disposición y representación espacial; el aura de sacralidad y contextualización ritual que envolvía esa escenificación, es decir, la interpretación museográfica”. Objetos del silencio tiene en los objetos representados, en las obras pictóricas, en su organización, disposición y representación espacial, un denominador común: el silencio de los objetos, un modo particular de narrar la relación entre el hombre y la realidad en un itinerario que va desde “lo sensible” hasta “lo museal”.

Asistimos pues, en la Casa Guayasamín, a la puesta en valor de una singular colección de obras de arte o ingenios tecnológicos que como documentos del pasado se vuelven presente. Asistimos, desde esta concepción, a la representación de nuestra memoria sociocultural, o más bien, de uno de sus múltiples fragmentos; laten en ella los valores que el coleccionista de forma paciente desea destacar, un discurso que desde la museología contemporánea parece estar diseñado, en lugar de la totalidad de los receptores, de aquellos que tienen el poder de darse en sus exponentes una representación. ¡Bienvenidos a la musealización de memoria!


1 comentarios

MIGUEL PULGARON
3 de Abril de 2019 a las 19:25

HOLA...ME RESULTA MUY INTERESANTE EL TEMA,INDISCUTIBLEMETE HAY UNA MEMORIA ,UNA HISTORIA,UNA VIDA EN CADA OBJETO CURIOSO....SIN FALTA PASARE A VER LA EXPO.......DE ALGUNA MANERA TRABAJO EL TEMA CON INTENSION DECORATIVA............AH! POR LAS IMAGENES VEO UN OFICIO PICTORICO ADMIRABLE.....UN SALUDO

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