No se ama lo que no se valora, actitud a la que sólo se arriba tras el conocimiento y la admiración de determinado sujeto o fenómeno. Por ese conocer, admirar y valorar, se desliza cada año Rutas y Andares para descubrir en familia, programa de la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHC) que busca despertar un arraigado sentido de pertenencia, a partir del cual la comunidad se involucre activamente en el cuidado y conservación de los bienes patrimoniales acumulados en La Habana Vieja.

De ahí que cuando ya se anuncia la decimonovena edición de esta propuesta veraniega, dedicada insoslayablemente al aniversario 500 de la ciudad, no pueda dejar de pensarse en todo lo que ha contribuido a que sea más amada y respetada por sus habitantes, e incluso, por quienes desde otras provincias vienen a disfrutar de las opciones del proyecto.

Cerca de 17 mil personas, cifra récord, participaron el pasado año de Rutas y Andares; programa que constantemente se renueva gracias a las iniciativas de sus organizadores en el Departamento de Gestión Cultural de la OHC; las nuevas obras de restauración en el Centro Histórico y las sugerencias que aporta el propio público.

Sin embargo, no son sólo las temáticas las que se han venido enriqueciendo y actualizando, pues en aras de resultar cada vez más inclusivo, el programa incorpora desde hace algún tiempo el servicio de traducción para sordos e hipoacúsicos; más recientemente los Andares Virtuales para las personas con algún tipo de discapacidad y, este año, las opciones nocturnas para los niños que, por determinada patología, no puedan exponerse a los rayos solares.

En su decimonovena edición, prevista para desarrollarse del 3 de julio al 20 de agosto próximos, los interesados podrán disfrutar de 10 Rutas, 5 Andares y unos 170 talleres de verano, dirigidos a los diferentes grupos etarios.

No sólo los especialistas de la OHC servirán de guías a los participantes; sino también los infantes que han sido adiestrados como parte de la formación vocacional que se les da a los más pequeños en La Habana Vieja; así como líderes de algunos barrios y comunidades que este año han ganado protagonismo, a partir de ese empeño por involucrar cada vez más a los pobladores.

Muestra del creciente interés que despierta el programa, resulta el hecho de que en esta ocasión no se otorgarán los tres premios que conceden los organizadores, de acuerdo a la cantidad de Rutas y Andares que haya cubierto cada familia o individuo; pues cada vez año crece considerablemente el número de quienes cumplimentan el mayor número de opciones.

Con un antecedente directo en aquel Andar La Habana que, primero por las ondas de Radio Habana Cuba, y desde 1985 por la televisión, nos llevó durante décadas a recorrer la ciudad y su historia de la mano del Dr. Eusebio Leal Spengler; Rutas y Andares logra, además del enriquecedor intercambio directo de los guías con el público, en el propio escenario de los acontecimientos, proporcionarle a este una opción recreativa de alto vuelo para los meses del verano, etapa en la que la mayoría de la población disfruta de sus vacaciones.

Y, sin que sea menos importante, resulta una propuesta que pretende contribuir, desde su propio nombre, a la unidad de esa célula fundamental de la sociedad que es la familia, tal como expresara en una ocasión el propio Historiador de la Ciudad, al referirse a este proyecto:

“Renueva nuestras esperanzas en que la familia consolidada sea, siga siendo y se prolongue hacia el futuro como la clave para el entendimiento, la clave para la comprensión, la prosperidad y el futuro de Cuba”.

Mas, aunque parezca imposible superarse, Rutas y Andares para descubrir en familia aspira a que la del aniversario 500 de la capital sea una edición muy particular, según apuntó al Blog de Cubarte la directora del Departamento de Gestión Cultural de la OHC, Katia Cárdenas:

“Creo que desde todas las perspectivas vamos a estar bordando un homenaje muy sui géneris a la ciudad, el cual se va a distinguir por esa participación ciudadana en el proyecto; porque entendemos que una forma de celebrar a La Habana es, precisamente, enseñando a sus pobladores a que esta ciudad es suya; a que se apropien simbólicamente de sus valores y que esa es una forma de defenderla y conservarla para la posteridad”.