Santos Toledo echó su suerte el día en que, siendo apenas un adolescente, hizo un cartel para la bodega en que trabajaba. Hay orejas saladas rezaba el texto concebido con tanto acierto que le abrió las puertas de la Escuela de Dibujo Diego Rivera de Centro Habana; a cuyas aulas siguieron las de Dibujo Topográfico y Cartográfico Militar, en sus años de recluta.
Más fue el magisterio de Esteban Ayala, el Rey de la Tipografía; y de Raúl Martínez, grande en el diseño y la pintura, el que finalmente ayudó a pulir el talento innato de quien es en la actualidad uno de nuestros más sobresalientes diseñadores, merecedor en 2016 del Premio Eduardo Muñoz Bach que otorga en dicha disciplina la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, UNEAC.
En esa ocasión, el jurado atendió a sus destacados aportes en el diseño para la promoción de espectáculos teatrales y musicales; así como en la concepción de campañas publicitarias integrales en el ámbito de la cultura.
Una treintena de exposiciones fuera y dentro de Cuba ha realizado este artista, en cuya obra sobresalen, además, los más de 500 carteles dedicados a personalidades de nuestra cultura; las carátulas de discos, portadas de libros y diseños para interiores; intenso quehacer resumido el pasado año en la muestra que con motivo de sus cinco décadas de vida artística exhibió en las ciudades de Santiago de Cuba, Cienfuegos y La Habana.
Al igual que el resto de la población, en los últimos meses Santos Toledo ha estado observado las normas de distanciamiento social, desde el cual accedió a un intercambio con el Blog Cubarte, con esa amable capacidad de síntesis de que ha hecho gala en sus diseños.
Desde el punto de vista artístico, en qué ha ocupado esta etapa de distanciamiento social.
“En diseñar, haciendo proyectos, conformando ideas, pensando en el futuro, que debe ser con mayores ganas.”
La cultura y, en ocasiones, también el deporte, han sido temas en su obra. Como diseñador, ¿le ha inspirado en algún momento una experiencia tan insólita como la que estamos viviendo?
“Esto ha sido una experiencia única. Es una fuerza que te aguanta a estar tranquilo, a estar estable y, sobre todo, a cuidarse. Porque así mismo tienes que cuidar a los tuyos y a tus semejantes, tratando de que el tedio no te abrume, ni te saque de tu espiritualidad, tu amor y tus deseos de vivir”.
La celebración de sus 50 años de vida artística fue una jornada intensa. ¿Alguna novedad estilística o técnica a partir de entonces? ¿Le dio nuevo impulso?
“Sí, al no coincidir con Gardel, 50 años, no son nada. Siempre hay algo nuevo que hacer, algo nuevo que te inspire, algo nuevo que homenajear. Sobre todo, en la cultura y, cuando uno está vivo, siempre tiene los deseos de diseñar nuevos retos. Como novedad estilística: avanzar y tratar de fundir la obra individual con el diseño por encargo”.
¿Interrumpió algún proyecto artístico la aparición del virus? ¿Tiene previsto alguno para cuando arribemos a lo que se ha dado en llamar “nueva normalidad”?
“Sí, interrumpí una exposición personal en México, además de tres proyectos de ambientación que, a su vez, estaban relacionados con la cultura y que eran muy importantes para mí, pues fundían el diseño gráfico con mi obra individual.
Pero este tiempo me ha servido para perfeccionar los matices de creación que tenía para ellos y, cuando arribemos a la normalidad, los retomaré todos con muchos más deseos de ampliar mi currículo”.
Con ese espíritu permanece por estos días Santos Toledo, un artista en cuya obra se materializa de constante la frase martiana Honrar, honra.
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