El nombre de Ileana Ríos nunca ha aparecido en las marquesinas de los grandes teatros del país, ni en los programas de los conciertos del Festival Internacional Cubadisco o el de Varadero. Sin embargo, muchas veces suya ha sido la responsabilidad de garantizar esos pequeños detalles, en ocasiones pedestres que, unidos al talento artístico, hacen la magia del espectáculo.
Desde hace casi cuarenta años, esta mujer, que también podría llamarse alegría, pasión o perseverancia, desempeña una profesión, no por anónima para el público, prescindible para que desde la platea se alcen los aplausos una vez que cae el telón.
Productora ejecutiva de teatro, danza y espectáculos, fue el primer calificador ocupacional que la acompañó durante una etapa, hasta que ganó el de directora en esas lides, pasando a encabezar así un equipo que debe satisfacer -en lo que al sostén material de la propuesta cultural se refiere- las expectativas de artistas, representantes o directores: desde unos metros de madera, hasta la merienda del colectivo; no importa si en lo más crudo del período especial o en épocas de mayor bonanza económica.
Quizás de tanto andar por el mundo aspirando, junto a grandes bocanadas de satisfacción, los riesgos que se ocultan tras las polvorientas bambalinas, desde mucho antes de la epidémica amenaza permanece convaleciente en casa, donde aún a distancia su creatividad ha encontrado cause en la producción de Oficio de Isla, obra sumamente compleja que recién dirigiera Osvaldo Doimeadiós; o haciendo ingeniosas manualidades; por no hablar de los llamados por ella in-versos, poemas en los que vierte sus inquietudes existenciales.
En medio de su indetenible quehacer, hizo un alto para compartir sus experiencias con los lectores del Blog Cubarte.
¿Qué características de la profesión te hicieron dedicarte a ella?
“Definitivamente, la pasión que demanda; aderezada con un alto nivel de organización, rigor, responsabilidad, olfato para el peligro y un enorme respeto para todos los que, al final de cada producción, estuvieron conmigo”.
¿Con anterioridad a esto te sentías atraída por el mundo de la Cultura?
“Mucho. De pequeña vi todas las obras que se estrenaban en el Teatro Martí … Y nada de portarme mal, ni quedarme dormida y mucho menos llorar por irme antes de tiempo.
Me fascinaban los Carnavales; me llevaban los domingos para ver el desfile de las carrozas y comparsas desde el muy ilustre Centro Gallego. Pero más pequeña aún, cuando todavía no sabía leer ni escribir, mi padre me subía al mostrador de la bodega donde yo recitaba extensas poesías que sabía de memoria. Incluso, así gané mi ¨primer salario¨: un quilo de oro 18 que conservé hasta que la necesidad económica lo convirtió en 75 pesos para subsistir un tiempo.
Mi temprana juventud y la que le siguió tuvo el privilegio de vivir momentos bellos y esplendorosos de la cultura cubana: un teatro Amadeo Roldán que vibró con los conciertos de Leonora Rega, Moraima Secada, Omara Portuondo, Elena Burke… Llegaba a casa con la promesa de volver a asistir el siguiente fin de semana”.
En una etapa tan difícil como los inicios del Período Especial, trabajaste en el Gran Teatro de La Habana. ¿A qué apelaste para responder a las demandas de la programación? ¿Qué enseñanza te dejó esta etapa?
“Apelé a la creatividad de los artistas que se programaban. Eran momentos en que nadie soñaba con elefantes blancos y sí con presentar y regalar sus creaciones. Contrariamente a lo pensado, la programación creció y los grupos hacían gala de buen arte e imaginación. Podías encontrar unas largas tiras de papel reciclado puestas a la entrada de la sala con un impreso que decía: «Aquí iba una alfombra roja, o una hoja de papel colgada con un rostro pintado y el texto: ¨Debió ir un cuadro de la señora de la casa¨.
Entre las grandes enseñanzas que me dejó esta etapa, atesoro particularmente una que repito con orgullo y fue una sentencia del Maestro Armando Suárez del Villar, a partir de una necesidad de producción que yo, después de haber indagado, pensaba no se podía garantizar. Al buscar la respuesta en el lugar que me había indicado y resultar positiva, me taladró con la mirada y me traspasó con la voz cuando me dijo: ¨EN PRODUCCIÓN, EL NO, NO SE LO DA UNO¨.
En fin, te resumo, que si las cosas quieren hacerse nada puede impedirlo. El camino a recorrer será otro, nada es rígido, mucho menos la vida. Los procesos especiales precisan de personas con pensamientos especiales”.
Formar parte del equipo de Polo Montañez en los años 2001 y 2002 significó, en cierta medida, un cambio en tu trabajo. ¿Qué te aportó esta experiencia?
“Esta producción fue muy particular, tan corta como intensa. La historia del año y medio a su lado, si la escribo, sería un libro de muchos tomos o un solo cuento que nunca tendría final.
Su popularidad, antes que en Cuba, fue en Colombia; en jornadas de promoción extenuantes. Conocimos el país completo y eso garantizó su éxito en la venta de discos y en el público de sus conciertos. Palpé de cerca la fama de un artista desde la humildad más grande que pueda imaginarse, con las concebidas ¨perretas¨ de un guajiro que quería regresar a su campo, asfixiado por los comportamientos que le exigía una vida Cinco Estrellas.
Es un trabajo del que no tienes idea hasta que lo enfrentas, de cientos de detalles, perfeccionista y sin margen al error. Dejas de ser tú para pertenecerle hasta que el sueño, por el cansancio, los separe. Me aportó mucho, fue una producción hecha día a día; pero las infinitas emociones, aún las tengo a flor de piel”.
Entre otros escenarios de gran complejidad en que te has desenvuelto, como la Feria Arte en La Rampa o el sello discográfico Colibrí, supongo que el Encuentro de Voces Populares es también uno de los hitos importantes en tu carrera. ¿Qué nuevos elementos te introdujo?
“Supones muy bien. Fue un hermoso trabajo de manos de la Maestra Argelia Fragoso y su representante, Vivian Llanes, convocado por la Oficina VP Producciones y que tuvo el apoyo incondicional del Instituto Cubano de la Música.
Fueron seis años de encuentros mágicos, cálidos, agradecidos y disfrutados por los invitados, por el público y por quienes participaron en los Talleres de Canto Popular que se impartían como parte de los mismos.
Como premisa, no admitió concesiones y predominó en cada edición el buen gusto y el refinamiento, obligándonos para ello a la elección de un arte popular, pero exquisito; y a asumir criterios de alto vuelo estético para el diseño de esas producciones.
Mediante los Encuentros de Voces Populares constaté el respeto que, en todas las latitudes, se le profesa a la música cubana y de ellos conservaré, como un grato recuerdo, la revista que se publicó con un resumen de sus primeros cinco años”.
Tratar de satisfacer las expectativas de artistas y representantes, debe ser complicado. En sentido general. ¿Te ha sido difícil mantener una buena atmósfera de trabajo? ¿Cuáles han sido tus premisas para que así sea?
“No, no me ha sido difícil. Quienes me conocen saben que la sonrisa y la alegría las llevo como estandarte. Como dice el poema de Miguel Hernández: defendiendo la risa pluma por pluma. Nunca aceptaría un trabajo que no me hiciera feliz; por eso, gracias a todos los que me llamaron y me confiaron sus sueños… Polo Montañez, Sara González, Argelia Fragoso, Ivette Cepeda, Anaís Abreu, Yaíma Sáez, Sory, Karel García, Osdalgia… y tantos otros responsables de mi risa, que es la única premisa para que el equipo elegido por mí se contagie de buena energía desde las primeras horas de comenzar el trabajo.
Aunque, y cito ahora a nuestro poeta: ¿Quién le dijo que yo era risa siempre, nunca llanto? También he sufrido de incomprensiones; pero, por fortuna, tres líneas sinceras me bastan para olvidarlas, dejarme convencer y volver a empinar el papalote”.
¿Qué características personales, a tu entender, deben tener un productor y un director de producción?
“Son profesiones que aglutinan a disímiles personas bajo su mando; por eso debemos saber escucharlas, respetarlas, creer en ellas, comunicarnos. Solo así puedes liderar y lograr que vayan a tu lado. En un equipo de producción todos son importantes y valiosos; lo que sucede es que, en mi caso, me corresponde la titánica labor de organizarlos”.
¿Cómo aprecias el desempeño de esta profesión en Cuba actualmente?
“Puedo creer que la mejor manera de hacer producción fue la que yo aprendí. Soy, y lo digo jocosamente en serio, una productora con pedigrí. Me enseñaron los mejores de esos tiempos: Babi Díaz, Rafael Fresnedo, Clara Rodríguez, Ernesto Acuña, Tony Henríquez… Eran todo terreno. Se me antoja que la producción es como la arquitectura: todos beben de las mismas aguas del saber, pero después cada uno construye su mejor obra.
He trabajado con jóvenes muy talentosos que ya nos sacan ventaja por el dominio de las nuevas tecnologías. Sus códigos son otros. Te confieso que si hacemos buenos equipos todos aprendemos juntos. La producción también cambia con los tiempos; la mía, al final, quedará como libro de consulta y eso también la inmortaliza.
Mientras, el relevo la asume con la frescura de sus días, demostrando que productor se nace en cualquier tiempo. Solo tienes que prepararte”.
Al finalizar un espectáculo o cuando se acaba de escuchar un disco, los elogios y aplausos los reciben los artistas. ¿Cómo te has sentido en esos momentos? Ante tamaño “anonimato”, ¿cómo es posible mantenerse tantos años ejerciendo, con alegría y rigor, este trabajo?
“No me daña. Trabajas para un artista y su público y si un teatro se viene abajo róbate un ¡Bravo! y la última fila de aplausos. Te tocan, solo que no vienen desglosados.
Pero también es muy lindo si el artista te nombra y te reconoce. Aunque los programas de mano se crearon para estos trabajadores del anonimato, quedamos para siempre acreditados en ellos.
La respuesta más breve es la que más años me consumió: ¡Amándolo! La producción no es tibia, ni término medio, ni complemento alguno: es ella en su totalidad. O la amas o no llegas a puerto”.
30 de Abril de 2020 a las 12:42
Demás de todas esas cosas maravillosas es la mejor tía del mundo su familia la Ama por toda la intensidad de su esencia!
30 de Abril de 2020 a las 13:02
Ella tiene todos los aplausos, todos los bravos y la gran algarabía q puede representar el final de cualquier función, es grande como cada artista a los que le ha producido, porque sencillamente es una artista de la producción, y muchos productores deberían beber de su SABIDURÍA y su SONRISA que contagia, gracias Ily y gracias Adalys por este lindo regalo
30 de Abril de 2020 a las 17:23
La Habana Mi(Tu) Doña Coqueta se la debo a la Señora de los Ríos y estaré -lo estoy- inmensamente agradecido.
30 de Abril de 2020 a las 20:02
Felicito a la periodista y a cubarte, es una entrevista que hace justicia a una persona a quien mucho admira el gremio artístico y una profesional de alto nivel cuyos métodos se deben estudiar. Además permite conocer el importantisimo valor de la producción, cuando es digna y eficaz. Se debería hacer un ciclo de actualización con esa temática y otras relacionadas, es un campo que se ha desestimado y requiere mayor preparación y reconocimiento.
30 de Abril de 2020 a las 20:19
Escogió ser Productora y los que la conocemos de hace muchos años, sabemos que es de las mejores del país en esta especialidad pero creo que cualquier otra profesión que hubiese escogido la desarrollaría con el mismo éxito, por ser una persona excepcional. Doy gracias a la vida por contar con su trabajo y mas aún con su amistad.
1 de Mayo de 2020 a las 13:58
Muy bonita entrevista.. Felicidades Ileana y gracias por compartir con todos tu bonita historia en el mundo de la cultura cubana.. Aplausos.!!!!
25 de Mayo de 2020 a las 02:49
Felicidades Ili por tus éxitos y profecionalidad
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