Yanelys Encinosa: Esa posibilidad de fundar por la palabra (I)


yanelys-encinosa-esa-posibilidad-de-fundar-por-la-palabra-i

Foto tomada por Roberto Manzano en la Finca Museo Hurón Azul el 31 de marzo del año 2018.

Yanelys Encinosa es una abeja. La miel del arte —que endulza y cura—, es el objetivo de su labor incesante. Es hija, hermana, esposa, amiga y madre amorosa. Es ensayista, guionista, organizadora de eventos, editora y otras muchas labores relacionadas con la escritura y la labor promocional. Trabaja arduamente, asume riesgos, sueña con necesarios proyectos, aúna voluntades en torno a ellos y defiende sus anhelos tercamente, pues está convencida de que lo bello es útil. Confía en la inspiración y la perseverancia, en el poder del amor y la palabra. Su presencia casi ubicua en la vida literaria cubana es garantía de calidad y calidez. Los jóvenes la secundan, e igualmente los no tan jóvenes, porque encontramos en ella a la persona ideal para compartir y comprender nuestras utopías. Yanelys es, ante todo, poeta. No solo porque escribe versos, sino porque lleva en sí la marca fiel de quienes buscan a toda costa la belleza para, una vez encontrada, darla a los otros generosamente. Y, como nuestro Apóstol, cree «en el mejoramiento humano y en la utilidad de la virtud».

La poesía como expresión escrita de la sensibilidad, ¿cuándo aparece en tu vida?

Desde la escuela primaria intentaba componer estrofas en ocasión de fechas significativas, como ejercicio de clase o para algún concurso. Y aunque alguno alcanzó premiecillos escolares, no pasaron de ser meros intentos infantiles por cumplir con la tarea.

Fue en el preuniversitario cuando el influjo de mi profesor Cirilo González (en paz descanse), a quien recuerdo con mucha gratitud, me llevó a encontrar en la lectura de poemas de César VallejoPablo NerudaOliverio Girondo… un verdadero deleite, y luego a descubrir la necesidad de desbordar en versos mi sensibilidad. Versos que no son publicables, y que nadie leerá, fuera de las amigas cercanas a quienes se los mostré entonces, pero los recuerdo con el grato pudor de saberlos el origen, de encontrar en ellos el candor de un descubrimiento deslumbrante, aún sin pies listos para andar.

En la universidad la carrera de Letras me impuso la visión crítica, y la aplicación del estudio en la disección del texto literario, un oficio que en su momento castró un poco la libertad de la escritura poética, pues ante aquel maremágnum de lecturas, ante aquellas voces descomunales que comenzaba a descubrir, qué quedaba por decir. Apenas me atrevía a mostrar tímidamente algún texto a unos pocos amigos cercanos; sin embargo, ese aprendizaje formó un sedimento necesario que serviría de pasto para luego. Incluso, la elección de temas para los trabajos de las asignaturas mostró síntomas de mi inclinación hacia la poesía desde la lectura analítica, los abordajes ensayísticos e investigativos, que nutrirían también la creación lírica. Algunos de los poemas de entonces serían recuperados más tarde y formarían parte de mi primer cuaderno publicado.

Mi interés por la poesía como necesidad expresiva se consolidó cuando, recién egresada de la licenciatura, inicié mi adiestramiento laboral en el departamento de Creación Literaria del Centro Cultural Dulce María Loynaz. Allí tuve la dicha de tener como colega al poeta Roberto Manzano, en quien he encontrado un padre espiritual y un maestro que nutría diariamente mi conocimiento poético. De la más sencilla pregunta ganaba como respuesta, desde su sencillez y humildad natural, una conferencia magistral sobre el sentido de la poesía o de la vida. Trabajar en el mismo espacio junto a autores con una obra consolidada y a quienes admiro: Edel MoralesJesús David CurbeloBasilia PapastamatíuDaniel Díaz MantillaTeresa FornarisKarel Leyva; encontrar la hermandad en Ana Núñez González, Zurelys López Amaya; conocer gracias a la labor cotidiana a un número considerable de intelectuales, tanto consagrados como noveles; y máxime, habitar una casa iluminada por el influjo de Dulce María Loynaz; constituyó el caldo de cultivo ideal para que toda esa sensibilidad que venía removiendo tejidos desde los días universitarios tomara forma y germinara, justo en una etapa de florecimiento en que comenzaba a experimentar el regalo de la maternidad. De tal modo que aquel primer libro significó la gestación de una nueva etapa en mi vida.

Unos creen el acto de la escritura como debido a la inspiración, otros al diario acercarse a la página en blanco. ¿Cómo lo ves tú?

Coinciden en mí los dos modos de verlo, según el tipo de escritura del que estemos hablando. Puedo decir que experimento el reto de acercarme continuamente a la página en blanco, como ejercicio de la voluntad y el intelecto cuando se trata de la escritura en prosa, que en mi caso es el ensayo, la reseña, el artículo o la investigación literaria; también en la escritura del guion televisivo. Puedo mentalmente disponerme a sintonizar el pensamiento con la necesidad de abordar determinada cuestión intelectual que me haya planteado, y luego de ejecutado el proyecto, es decir, vertida la idea en la página, y tras varias revisiones, sentirme satisfecha con el resultado. Sin embargo, con la escritura poética es diferente. Para ella requiero de un estado especial, quizás lo que algunos llamarían inspiración.

No basta con poner el despertador para levantarme en la madrugada y café en mano traducir pensamiento y sentimiento. Me es imprescindible ese destello de gracia en el que la idea ilumina de golpe y conmina a anotarla en lo primero que encuentre a mano, y una vez arrojada afuera, como un parto, así prístina, virgen e incompleta, aplicar el pulimento, la vestidura de la técnica, ejecutar con las herramientas del ejercicio literario lo que será el producto final, el poema. Cuando he intentado escribir poesía por encargo he fracasado. Pues en mí la escritura poética parte de una motivación de la sensibilidad, de la necesidad y el impulso del espíritu, de una fibra que solo una vez removida por el espíritu podrá ser tocada por el intelecto para moldear la palabra como vehículo.

¿Qué poetas constituyeron o constituyen referentes para tu escritura?

Aparecieron en determinadas etapas de mi vida y luego han permanecido: César Vallejo, que me marcó profundamente desde las lecturas preuniversitarias y durante los estudios en la facultad de Letras; José Martí, a quien descubrí como una voz primordial cuando Ana Cairo Ballester, mi profesora de Estudios Martianos en la universidad, me exhortó a leer su poesía, y esta me curó de un golpe el mal influjo que habían causado en mí las inyecciones ideológicas que desde niña viciaron mi imagen del Apóstol, a quien veo hoy más allá del Héroe, como el Hombre y el Poeta Nacional; los escritores de la revista Orígenes, quienes buscaron lo Trascendente desde la palabra, en especial, me han influido el modo de nombrar las cosas de Eliseo Diego, y las búsquedas esenciales, tan martianas, de Fina García Marruz y Cintio Vitier;  Dulce María Loynaz, en cuya casa trabajé durante siete años y me adentré en esa poesía límpida que me había cautivado desde los días universitarios. Desde esa etapa estudiantil, y más aun con el inicio de la vida profesional, me he acercado asiduamente a voces más recientes de la literatura cubana, de las cuales he bebido a partir de su sólida obra lírica, y también de su labor docente, ensayística y de pensamiento poético; nombres como Roberto Manzano, Roberto Méndez, Jesús David Curbelo han sido sustanciales. Y claro, disfruto mucho leer a mis contemporáneos, no solo cubanos, sino de cualquier región del orbe, saber qué quieren decir y los distintos modos en que se pronuncian.

Desde muy joven has estado inmersa, ya sea como promotora, gestora, coordinadora, en diversos procesos culturales relacionados con la literatura, sobre todo con la poesía. Actualmente diriges el Centro Hispanoamericano de Cultura, y antes dirigiste la Casa de la Poesía de La Habana Vieja. Has sido el alma en los ya habituales encuentros de jóvenes poetas latinoamericanos que tienen lugar desde hace varios años durante las ferias del libro. ¿Ha lastrado de algún modo tu creación el asumir tales responsabilidades?

Definitivamente esas funciones han ocupado un tiempo vital que ha ido en detrimento de mi creación poética y ensayística, aunque no de lo que considero mi creación intelectual, pues en esta última veo incluida la labor de promoción cultural, que tiene en mí un lugar significativo, y la entiendo como otro modo de creación, en tanto procrea sensibilidad y me conecta de una manera distinta, también desde el intelecto, con los prójimos. Es un servicio que me aporta el regocijo espiritual de sentirme útil, al ofrecer a otros un aliciente en el disfrute de un producto cultural. No obstante, me siento siempre dividida entre dos pasiones, que pueden complementarse y equilibrarse, pero que aún no he logrado balancear con justicia en mi vida. Y cuando me entrego a una siento que estoy en deuda con la otra. Pienso que llegará el momento en el que habré de inclinar la balanza hacia el otro lado y le dedique más tiempo a la escritura; lo necesito. De seguro me seguiré sintiendo incompleta si no logro el equilibrio.

Sé que te apasiona la edición de libros. De esta pasión nace Costanera Editorial, en la que se publicaron varios títulos, confeccionados de manera artesanal, de autores cubanos y de otras latitudes. ¿Sigue vivo este proyecto?

Costanera Editorial nació de un sueño compartido con personas a las que quiero, Roberto Manzano y Ana Núñez, con quienes se gestó el sueño en el origen –ella, autora del primer título y productora, él, ilustró a mano cada una de las cincuenta cubiertas— y más tarde se han involucrado otros amigos como Alejandra Ferrer y Juan Nicolás Padrón, y hasta la familia, pues mi pareja, Abel Tamayo participa con el diseño, mis padres ayudan con la preparación de cubiertas de cartón reciclado, en fin, es un engranaje afectivo para realizar una obra colectiva. La idea surgió del impulso noble y genuino de contribuir con la necesidad legítima del escritor de conectar su obra con los lectores. Ante el alto flujo creativo de los autores cubanos, difícil de acompañar en toda su extensión por la industria editorial, entendimos oportuno y válido el esfuerzo autogestivo, la alternativa de la autopublicación y de la solidaridad entre escritores y amigos que le imprimieran al producto final el valor añadido del trabajo artesanal y el calor de sus manos. En la historia cultural cubana es sabido que varias editoriales provinciales y de la Asociación Hermanos Saíz nacieron del empeño y la entrega de unos pocos, muchas veces empalmando casi artesanalmente cada ejemplar. Y en América Latina el auge del movimiento cartonero como proceso cultural de resistencia ha dado señales suficientes de que en el actual contexto globalizador, tecnológico y de mercado, la estética del reciclaje y la labor manufacturera a pequeña escala contribuyen a recuperar el valor del libro como objeto.

Con tan nobles propósitos no hallo sano renunciar a este proyecto. Aunque detenidos en estos momentos por varios factores, ajenos a nuestra voluntad, seguimos madurando la idea, pensamos en los modos y caminos posibles para llegar a un entendimiento sabio con las instituciones y sus líderes, con la esperanza de que se comprendan con justicia las proyecciones y los beneficios de iniciativas como estas, de emprendimiento cultural y colaboración creativa, con tanto para aportar a los procesos intelectuales del país, toda vez que se les permita respirar y coexistir armónicamente con lo institucional.

¿Qué labor realizas actualmente en el terreno de la edición?

Desde el año 2020, en plena pandemia, inicié una labor que agradezco mucho, por cuanto de aprendizaje y aprovechamiento intelectual implica. Edito la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, que posee una vasta historia y es una de las más antiguas de las publicaciones activas hoy en Cuba; al decir de Araceli García Carranza, su jefa de Redacción, «es una verdadera enciclopedia de la cultura cubana», y donde han colaborado intelectuales valiosísimos de la nación. La Revista es dirigida por el escritor e investigador Rafael Acosta de Arriba, a quien agradezco mucho la invitación a trabajar en la edición –por recomendación de una buena amiga, Anette Jiménez, directora de la editorial del Centro Juan Marinello–; el diseño está a cargo de José Antonio González Baragaño, con amplia experiencia en el trabajo de la visualidad en la institución; participa activamente del engranaje Johan Moya Ramis, jefe del departamento de Publicaciones de la BNCJM; y colaboran un número considerable de escritores, historiadores, investigadores desde distintas regiones del país y radicados en el exterior. Hemos sacado a la luz en formato digital los dos números de 2020 con un esfuerzo excepcional debido a la situación de aislamiento por la pandemia: uno dedicado en especial al poeta Eliseo Diego y otro al historiador Manuel Moreno Fraginals, en ocasión de sus centenarios. Ahora preparamos el número 1 de 2021 en saludo al aniversario 120 de la Biblioteca Nacional.

Y la otra labor que me lleva al ejercicio cotidiano de la edición es la programación de publicaciones de la página de Facebook del Centro Hispanoamericano de Cultura, que en tiempos de pandemia se ha convertido en nuestro modo de existir de cara a la promoción artística y literaria, para mantener la conexión con los públicos. En este sentido se han diseñado secciones fijas para la divulgación de temas relacionados con las diversas manifestaciones creativas que atiende la institución. Y junto con Natalia Ruiz Galiano, especialista de Literatura, nos encargamos de la edición final de cada uno de los textos incluidos en la página, para lo cual aplicamos igual rigor editorial que el de una revista, pues –aunque por la extensión típica de las redes sociales los textos parecieran más sencillos–, tanto los especialistas en su investigación, como nosotras en la edición y corrección le imprimimos seriedad y la responsabilidad de corroborar fuentes e informaciones, más allá de los detalles estilísticos, para lograr publicaciones confiables, certeras y provechosas a los ojos de nuestros seguidores.

 


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte