Hemingway y las dos esculturas del Floridita: un espíritu, una presencia…


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Hemingway y las dos esculturas del Floridita: un espíritu, una presencia…

Por Gladys Rodríguez Ferrero

Hemingway ha venido a formar parte del panorama cultural y turístico de esta Isla. Luego de sus veintiún años de residencia en Finca Vigía, en San Francisco de Paula y una década, anterior a esta decisión, visitando frecuentemente La Habana y hospedándose en el Hotel Ambos Mundos.

Muchos son los vínculos que lo unen, profundamente, al archipiélago cubano: el mar, la abundante pesca, la idiosincrasia del cubano, la Habana Vieja, Cojímar, San Francisco de Paula. También al Ambos Mundos, al Terraza y al Floridita. Al ser entrevistado por el Noticiero de la Televisión cubana, en 1954 tras haber obtenido del Nobel de Literatura, declara ser un cubano sato.

Sus lazos con El Floridita, ese famoso y centenario bar que todos conocen, aunque sea de oídas, y muchos anhelan y quieren visitar. La creación por Constante, Constantino Ribalaigua quien fuera dueño del mismo, del Papa Special: doble de ron, sin azúcar y con limón, surge de una conversación entre este famoso cantinero y Hemingway.

Y, tal vez, el visitante se extrañe al penetrar en ese recinto que abriga la cuna del daiquirí, al descubrir la existencia de dos esculturas en el bar: una muy cerca de la otra, pero distantes en el tiempo, el estilo… cercanas en la evocación del personaje que sirviera de inspiración a dos maestros de la escultura en Cuba en dos épocas bien diferentes una de la otra.

Y el espíritu del escritor parece flotar en el ambiente del Floridita. Y, en el sitio de la barra que durante años ocupara Hemingway, un daiquirí resume el frío de la bebida frapeada. Y ahí está usted, no importa de dónde proceda, pero está ahí, rindiendo sus honores al dios de bronce de la literatura norteamericana.

Dice mi amigo Roberto F. Campos que “La idea de preservarlo en su rincón fue de los 65 trabajadores del establecimiento, donde se presta servicios, sobre todo, a estadounidenses, canadienses y españoles”.

Y me permitiré una pequeña discrepancia. En realidad, la idea de preservar en el bar el sitio preferido de Hemingway surgió en el otoño de 1957. Fue una propuesta que hiciera a Constante el comerciante español Jesús Pernas, dueño de un almacén en La Habana y amigo de Papa, como solían llamarlo los amigos.

El busto fue ejecutado en mármol por el escultor cubano Fernando Boada Martín (1902- 1980). Graduado de Escultura en la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro en el año 1925. Boada fue un excelente retratista. Autor de obras escultóricas importantes como la Cabeza de Martí, de cuyas reproducciones vendió un gran número para Europa, así como también la cabeza del filósofo Enrique José Varona y la de Julio Antonio Mella y varios e importantes monumentos funerarios que pueden ser contemplados en el Cementerio de Colón, como el dedicado a Jeannette Ryder.

Hemingway y Boada trabaron relaciones amistosas y Papa aceptó posar para él. Fueron dos sesiones de trabajo y la última tuvo lugar el 17 de noviembre de 1955. Su escultura tiene el mérito de ser el “único retrato escultórico realizado al natural en vida de Hemingway”, según apunta el biógrafo ruso Yuri Páporov. Fue expuesta, por vez primera, en el vestíbulo del desaparecido cine Rex, en el otoño de 1957, en ocasión de una exposición personal del artista.

Y, como para dar fe de este testimonio, tomado por Páporov a Boada, se atesoran, en la biblioteca de Ernest Hemingway en Finca Vigía, dos ejemplares de un libro dedicado a la obra artística del escultor cubano. Uno de los ejemplares cuenta con la siguiente dedicatoria manuscrita de puño y letra del artista visual: Al ilustre novelista norteamericano Ernest Hemingway. Con el sincero afecto de F. Boada. 25-12-59

El sitio del Floridita fue inaugurado hace 64 años, en abril de 1958. Lleva una inscripción que dice: “A nuestro Ernest Hemingway laureado con el Premio Nobel. Sus amigos del Floridita”. Ernest Hemingway, enemigo de las celebraciones oficiales, no asistió ni a la inauguración de la exposición ni a la del sitio que le dedicaran sus amigos.

La escultura que preside, desde julio de 1962, el memorial a Ernest Hemingway, en Cojímar, es copia de este busto que realizara el propio Boada. Y, como en esa fecha escaseaba el bronce, solo pidió a los pescadores cojimeros que consiguieran el material. Ellos fueron juntando propelas, tornillos, piezas y cuanta cosa vinculada a los barcos estuviera elaborada en bronce. Es así como se ejecuta este homenaje público y popular a Papa. Y sepa usted que, es también luego de su muerte, el primer monumento que se erige al escritor norteamericano en el mundo. Fue develado el 21 de julio de 1962, el mismo día en que el autor de El viejo y el mar hubiera cumplido 63 años, coincidiendo con la inauguración del Museo Ernest Hemingway.

El 27 de octubre de 2003, 45 años más tarde, el Ministro de Cultura Abel Prieto devela una nueva escultura para preservar el sitio preferido del escritor. Otro escultor cubano, esta vez José Villa Soberón es el autor de la misma. Villa se apoyó en fotos del escritor norteamericano y trabajó junto al también escultor Rafael Gómez y los fundidores artísticos Luis Álvarez y Javier Trutié.

La escultura tiene el peso aproximado de unos 300 kilos, elaborada totalmente en bronce, y frente a ella permanecen un libro y unos espejuelos, también en metal. En la barra un daiquirí real, que se cambia diariamente como homenaje perenne a los gustos de Papa.

Villa es también autor de una vívida imagen, en el mismo metal, de John Lennon, ubicada en un parque del barrio habanero de El Vedado y otra del Caballero de París, personaje legendario caminante de las calles de la capital cubana. Muy importante, en su obra, es la figura de José Martí, en su época juvenil, que exhibe la fragua Martiana. A la que podríamos añadir la del Gabo, Gabriel García Márquez, enclavada en el Palacio del Marqués de Arcos en la Plaza de la Catedral, en ocasión del nonagésimo aniversario del nacimiento del escritor colombiano.

Y sí, con un busto realizado por Boada y una escultura, a tamaño natural, de Hemingway recostado a la barra, ejecutada por Villa Soberón, queda escoltada la banqueta en la que acostumbraba a sentarse el escritor norteamericano para tomar su trago favorito, el Papa Special.

En este mismo espacio también pudiéramos vislumbrar, a Cecilia Valdés, la hermosa mulata de la Loma del Ángel, tomando una champola deliciosa, en la Piña de Plata. El Floridita abrió sus puertas en julio de 1817, en una de las esquinas más concurridas de la Habana Vieja. Y justo en ese espacio no solo podemos imaginarnos a Papa sino también a Leopoldina, aquella otra bella mulata, aquella mujer especial que le acompañara durante muchos años en Cuba.

 

Fuentes Utilizadas:

Fernando Boada. Síntesis de su obra artística. Prólogo M. Isidro Méndez. Epílogo Ángel N. Pou. Traducción al inglés: Ana Ma. Brul. Dra. Ana Rosa Núñez, Margot Gómez Calvo. La Habana. 1959

Campos, Roberto F. Hemingway, su busto y el turismo en Cuba. On line

Páporov, Yuri. Hemingway en Cuba. Siglo veintiuno editores, S.A de CV, México 1993


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