Porcelana china de Cantón


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Porcelana china de Cantón.

 

Por: M.Sc. Yosvanis Fornaris Garcell

Museo Nacional de Artes Decorativas

Sub Director General Técnico

Curador de Arte Asiático

 

Las guerras de sucesión dinásticas (Ming-Qing) en 1644, al igual que las rebeliones que tuvieron lugar durante el período de Kangxi (1662-1722) afectaron notablemente la producción de porcelana en la ciudad de Jingdezhen, centro neurálgico de producción del preciado bien cerámico en la nación. La inestabilidad e inseguridad que generaron estos ambientes beligerantes llevó a que los europeos buscaran un nuevo mercado donde abastecerse de porcelana. Los japoneses habían logrado producir desde un siglo atrás una maravillosa porcelana policromada que aún con influencias Ming, poseía un estilo propio. Ya habían transcurrido siglos de experimentación con esmaltes de disímiles temperaturas y colores en la ciudad de Arita, en la isla de Kyushu al sur del archipiélago Nipón, lo cual dio a lugar a una producción de porcelana muy sui géneris que era adquirida por los occidentales en la vecina ciudad portuaria de Imari, nombre con el cual los europeos bautizaron a estas piezas.

La porcelana japonesa comienza a alcanzar una gran popularidad en el mercado europeo, por lo que en China se tomaron medidas para competir contra ello. Una vez restablecido el orden y afianzado el poder del emperador Kangxi, los comerciantes chinos descubrieron una forma de contra arrestar el impacto que estaba teniendo la porcelana japonesa en el mercado.

En Jingdezhen se retoma la producción de porcelana con la gran calidad que siempre caracterizó a las materias primas de la zona, la inigualable habilidad de los artesanos y tecnología de los hornos, los cuales seguían siendo los mejores en el mundo. Pero solo se producen los cuerpos de las piezas a los cuales se les aplica esmalte blanco de alta temperatura. Las piezas eran luego trasladadas a Guangzhou para ser decoradas exclusivamente con esmaltes de baja temperatura. Los esmaltadores en esta ciudad eran maestros que dominaban la técnica a la perfección y lograron diseños y estilos únicos. La estrategia de producir las piezas en Jingdezhen pero esmaltarlas en Guangzhou abarató notablemente el costo de producción sin atentar contra la calidad artística. El plan funcionó y China volvió a ocupar el lugar de privilegio que siempre tuvo en el mercado.

Conocida como porcelana Guangcai (广彩) que significa “colores de Guangzhou” presenta un diseño completamente, como ya hemos planteado, elaborado con esmaltes de baja temperatura. Resulta el estilo más colorido en toda la historia de la porcelana en China. Entre finales del siglo XVIII y mediados del siglo XIX alcanza su cúspide. El empleo de una amplia gama de tonalidades se puede apreciar también en el vestuario de los personajes ilustrados. La composición consiste en cartelas en las que aparecen escenas -en su mayoría- en torno a viviendas. Dichas escenas están compuestas por numerosas figuras humanas y son sumamente descriptivas. Este es el motivo por el cual, cuando la misma composición aparece representada en los abanicos, hacen referencia a las “mil caras”. Un dato de interés es el empleo del esmalte rosa que desde el siglo XVIII se viene utilizando en la porcelana y el cual fue introducido en China por los occidentales. De la porcelana Guangcai nuestro museo posee importantes piezas del más alto nivel. Es posible, a partir de nuestra colección, ver la evolución que desde el segundo cuarto del siglo XVIII hasta la primera mitad del siglo XX experimentó este tipo de porcelana.

El arte para la exportación producido en el sur de China a lo largo del siglo XIX fue sumamente demandado en occidente, ya no solo se trata de Europa, sus colonias en el resto del mundo también van a consumir aquello en boga en las metrópolis. Un ejemplo bien claro lo tenemos en nuestra colección, donde aparecen obras de porcelana encargadas por familias de nobles cubanos a ser producidas en China entre finales del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX.

En este caso, podemos encontrar obras producidas exclusivamente para el comercio con Cuba, concretamente estamos hablando del fenómeno de la porcelana heráldica. Como lo indica su nombre, se trata de un tipo de porcelana en la que los Chinos plasmaron, por encargo de Occidente, la heráldica o en algunos casos los nombres de aquellos individuos que a través de las Compañías de las Indias Orientales, encargaban sus piezas a ser producidas en China (mayormente vajillas). Las factorías de Cantón recibían el encargo y a partir de ahí trasladaban el pedido a los talleres.

El Museo Nacional de Artes Decorativas cuenta con la vajilla de Doña María Luisa Calvo de la Puerta y Cárdenas, notable dama de la sociedad Habanera durante la primera mitad del siglo XIX, descendiente del primer Marqués de Casa Calvo. Aunque Luisa Calvo era descendiente de nobles, nunca heredó el título, sin embargo, su fortuna le permitió encomendar a China la producción de su vajilla de la cual hoy nuestra institución se place en atesorar unas 219 piezas entre las cuales se observan 35 tipos.

Podríamos también mencionar las piezas que de la vajilla del marqués de Almendares son igualmente conservadas en nuestro museo. Se trata de piezas de diversos formatos que nos muestran el característico colorido de la porcelana Guangcai donde el elemento más importante de su composición es la corona del marquesado y la frase “Exmo Sor Marques de Almendares”, ambos logrados con esmalte de oro.

 

En la imagen: Collage de fotos. Bandeja, Vajilla “Luisa Calvo”, porcelana china, esmaltes de Cantón, período Daoguang (1821-1850) de la dinastía Qing (1644-1911). Foto: Yosvanis Fornaris Garcell.


2 comentarios

María Teresa Pérez Lariño
24 de Junio de 2020 a las 08:09

Este artículo es resultado del trabajo de su autor durante varios años en China en una maestría sobre porcelana china, de ahí su valor. No está basado en un estudio referativo, sino en sus experiencias y conocimientos adquiridos en sus estudios.


Nerido
26 de Junio de 2020 a las 20:13

Me parece interesante tu artículo debido a los pocos o casi ninguno existente en Cuba desde esa perspectiva. Por otra parte, se nota la profesionalidad y el rigor científico de los análisis que haces, fruto no sólo del conocimiento adquirido en tu maestría en Asia, sino también de aplicaciones concretas a la realidad de tus colecciones, estimando la introducción acertada de métodos que te llevaron a tales conclusiones. Te felicito y aún puedes hacer mucho en el MNAD y en otros museos que pudieran tener vacíos en ese conocimiento.

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