Mentes callejeras: La lista interminable


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Vivimos en una gran aldea. Ese es el signo del Siglo XXI; esta aldea en la que existimos poco a poco ha ido borrando los límites de la originalidad entendida como algo inamovible y marcada por una singularidad a toda prueba. Esa ausencia de contaminación era el signo distintivo de algunas corrientes artísticas de la que no se debe excluir a la música.

Pero el mundo cambió, las generaciones cambiaron y con ellas sus formas y medios de expresarse; la música de estos tiempos es un reflejo de esos cambios y a ella debemos otorgar el beneficio de la duda. Ese constante dudar es la causa que me permite (re)pensar determinados presupuestos que hoy definen a la música de estos tiempos y que el mercado y los postulados estéticos han denominado música urbana, englobando sonidos, ritmos o una poética muy particular.

En Cuba la música urbana gana cada vez más adeptos y cultores, mientras se fusiona con el amplio caudal sonoro que nos ha caracterizado. De esa mezcla comienzan a salir productos de baja factura y otros que acusan particularidades muy específicas que le distinguen; a esta última corriente se puede adscribir el trabajo de la formación holguinera Mentes Callejeras y su fonograma titulado Lista negra.

La visión cubiche de lo urbano ha evolucionado de la imitación abierta hacia una mirada interna en busca de recursos expresivos más cercanos al bailador y oyente de estas tierras, que a diario es bombardeado de modo indiscriminado con propuestas donde la mediocridad y otros males imperan. Atrás quedan los años de parecerse a “fulano de tal”; lo que no excluye tomar recursos que funcionan en todos los públicos.

Los integrantes de Mentes Callejeras conocen esos recursos y los emplean acertadamente en aras de lograr la necesaria comunicación con sus seguidores; del mismo modo que no objetan tomar en préstamos sonidos, giros musicales u otro elemento que les conecte con su entorno cotidiano; es que hacer música urbana con cierta originalidad ha sido una constante entre quienes desde el oriente de la Isla se insertan en estas lides.

Lista negra es un fonograma pensado y hecho para un público muy específico, aunque ello no excluye el que atrape a oyentes periféricos; es que su concepto está más cerca del divertimento y el goce que de la experimentación o las búsquedas estructurales que a gritos se les pide a muchos de los cultores de lo urbano y que ya comienzan a aflorar. El goce no debe avergonzar a ningún músico de cualquier tendencia; y el divertimento es directamente proporcional a la propuesta textual que se nos presenta; y a ese fin concurren los invitados que enriquecen esta propuesta. No importa que sean lugares y recursos comunes, se trata de alimentar el alma un sábado en la noche cuando el ocio lidera nuestras energías.

De la periferia al centro – es decir, del oriente a la tendencia habanocentrista — es la ruta que nos proponen estos jóvenes músicos holguineros sin el temor de ser tachados de imitadores; a fin de cuentas, en tiempos de redes sociales y globalización generalizada, nadie escapa a las comparaciones.

Tener una Lista negra nunca ha sido una vergüenza; me atrevo a decir que aquel que no la tenga Ꞌno sabe lo que es la vidaꞋ, y si además le pone música, entonces las cosas se ven color rosa en esta aldea que habitamos.


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