La Fiesta del Tambor en Cuba, lo mejor si de cuero y ritmo se trata


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Recientemente culminó otra edición de uno de los festivales de música mas importantes de nuestro país, la gran Fiesta del Tambor. Cada año fortaleciendo el interés de mostrar lo que nos hace sin iguales, esos profundos sonidos emanados de membranas vibrantes que nos atan a nuestra tierra desde hace siglos.

Un evento multidisciplinario que no deja escapar ningún pilar de nuestra cultura que esté vinculado a ritmos, bailes, canciones, música, tambores, y encuentra espacio en cada rincón de La Habana para comenzar la rumba y celebrar. Además, permite el intercambio con culturas musicales de todo el mundo.

 

Esta vez, se hizo tributo a España, país que nos legó muchísimo y que aún mantiene latente esa conexión ineludible que nos hermana. Una semana donde se juntaron ambas culturas en rumbas, bulerías, coplas, sones e incluso jazz, para ser disfrutados por todos los públicos. Se abrieron las puertas para un anhelado encuentro con artistas y agrupaciones como Ketama, Patax y Falete. Además del intercambio con excelentes instrumentistas como la pianista Laura de los Ángeles y el cajonero Israel Suárez “El Piraña”, quienes se mantuvieron bien activos durante estas jornadas, entre clases magistrales y conciertos, como solistas y artistas invitados.

Notable en esta edición fue llevar esta fiesta hasta el más grande de nuestros escenarios, el Teatro Karl Marx, y la invitación a disfrutar de excelentes artistas del panorama musical internacional, que se hizo sentir a través de las interpretaciones de cada uno de los presentados, tanto los ya mencionados invitados de España como otros, entre ellos el trío de norteamericanos Mark Guiliana (percusionista), Jason Lindner (pianista) y Chris Morrissey (bajista ), así como las excelentes intervenciones de los mejores exponentes de la percusión cubana.

Si de lo mejor se trata, la primera gala en el Teatro Karl Marx fue realmente abrumadora. Baterías, pailas y congas fueron parte crucial de este espectáculo, ocupando todo el escenario adornado como un gran almacén de instrumentos. Sin ánimos de exagerar, fueron despampanantes los duetos en el drums protagonizados por Rodney Barreto, Oliver Valdés, Ruly Herrera y Ruy Adrián López Nussa, a los que se sumaron las improvisaciones de Giraldo Piloto y Samuel Formell, junto a sus respectivas orquestas Klímax y Van Van.

Esa noche las congas se hicieron representar por agrupaciones rumberas de la casa como Timbalaye y Los Papines, acompañados por la fresca y jovial interpretación de Más con Menos, momento en que las pailas, a cargo de Eduardo Ramos, tuvieron su esplendor.

Pero la rumba no quedó ahí, sino que tuvo un espacio especial dentro de la fiesta. El parque del Teatro Karl Marx, conocido en este evento como el “Salón de la Rumba”, se vistió de gala para recibir a miles de seguidores del género dentro y fuera de Cuba. Escenario que acogió calurosamente agrupaciones como Yoruba Andabo, Ronald y Explosión Rumbera, Obbini Batá y los Muñequitos de Matanzas.

La Fiesta del Tambor también posibilitó el disfrute de un duelo de ritmos que traspasaron la tradicionalidad del parche y la baqueta, transformándose en voces que suenan desde la tierra como tambores. De ahí la presencia de artistas versátiles como Alaín Pérez, Erick “Cimafunk”, La Papina de Cuba y Brenda Navarrete.

Por otro lado, no fuimos pocos los que nos acercamos a la Casa de la Música de Plaza 31 y 2 para aprender y aprehender actualizadas maneras de interpretar los instrumentos de percusión, a través de las clases magistrales de los cubanos Rodney Barreto (drums), Tomás Ramos “el Panga” (congas) y del cajonero español Israel Suárez “el Piraña”.

Espacio que además permitió dar a conocer, como cada año, las jóvenes promesas de la percusión cubana entre los participantes de la Competencia Internacional de Percusión. El concurso que, a su vez, tiene un alto valor educativo respecto a este ámbito de nuestra música, tanto por la variedad de ritmos y géneros cubanos que en él se abordan, como por la interacción directa con figuras emblemáticas de la talla de Ruy López Nussa, Enrique Plá, Giraldo Piloto, Tomás Ramos “el Panga”, Oderquis Revé, entre otros.

Como aspecto negativo debemos señalar que muchos quedamos con ganas de disfrutar del gran Diego El Cigala e incluso de su avisado sustituto, Pancho Céspedes, en la Gala Final. Otros se sintieron decepcionados al no contar con la presencia de Falete en el “Homenaje a Paco de Lucía”, o de Daymé Arocena en la noche de “Sorpresas del Festival”.

Desafortunadamente estos no fueron los únicos sinsabores del evento, debido a que muchas de las presentaciones quedaron marchitas por un desacertado trabajo en el montaje de los espectáculos. Fallas en la ecualización del sonido provocaron que no se entendieran las interpretaciones de Timbalaye y no se escucharan las improvisaciones en el cajón de El Piraña junto a Giraldo Piloto y Klímax durante la “Noche Sabian”. Además, la disposición de los instrumentos no fue la mejor en todas las presentaciones, lo que imposibilitó visualizar la excelente técnica empleada en la ejecución del drums por el norteamericano Mark Guiliana, durante su intervención en el Karl Marx.

No obstante, la música, siempre que sea buena, no se hace marcar por nimiedades, y si es hecha por un tambor cubano mucho más. Este evento estuvo colmado de eso, de lo mejor si de cuero se trata y dejó, por consecuencia, grandes expectativas para la siguiente edición.

Definitivamente este es un evento necesario para el desarrollo de nuestra música, dentro y fuera de esta isla, tanto por su valor educativo como su capacidad de develar la valiosa historia de nuestros instrumentos y raíces a través de la simbólica y protagónica utilización del tambor. Esta fiesta tiene el valor de ir más allá de los estereotipos que nos acechan, acercando a todo tipo de público al consumo de la buena música cubana en vivo, latente e inquebrantable.


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