EN CARTELERA: Todos los hombres son iguales


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La compañía matancera Teatro El Portazo presenta en su sede del café Biscuit esta puesta de Pedro Franco a partir del texto de Yunior García. Fotos: Nórido y Vila

A partir de una historia sencilla, a golpe de peripecias desatinadas y en buena medida iconoclastas, se arma un espectáculo muy visual, en el estilo de cierto teatro musical, con la estética pirotécnica y desprejuiciada del pequeño cabaret y evocando (para de alguna manera embromar) los formatos de algunos programas de la televisión comercial.
 
Pero en Todos los hombres son iguales, el más reciente estreno de Teatro El Portazo hay otras pretensiones, que trascienden la mera lentejuela: se quiere hacer una crónica (una entre tantas) de una época compleja para el país y el mundo, pletórica de contradicciones y desafíos.

Y la mirada, como ya es habitual en El Portazo, no es cándida; es sarcástica, beligerante y conflictiva, por momentos epatante. No obstante, no se cierran las puertas a la esperanza, a la posibilidad de un mundo mejor en medio del caos contemporáneo.

Nadie espere una reflexión sosegada, de honduras filosóficas: el cabaret tiene sus lógicas. Y tampoco estamos ante un planteamiento inapelable y que propicie consensos apacibles. Pedro Franco toma el texto de Yunior García para ofrecer una visión del contexto que le tocó, que nos tocó… en la misma línea (aunque quizás sin las contundencias dramatúrgica y conceptual) de sus anteriores espectáculos.

Las ganas de hacer teatro, el entusiasmo, la entrega y el ímpetu de los actores, el brillo del entramado visual y la banda sonora, los referentes compartidos… resaltan una manera de asumir la escena y la comunicación con el público. Teatro El Portazo hace rato que ha consolidado un sello.

 
 
 
 
 

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