Aún estoy aquí seguirá interpelándonos


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Cuando se disipe la euforia por el éxito internacional (Oscar incluido) de la película de Walter Salles Aún estoy aquí –que estuvo precedido por una emocionada acogida en Brasil–, su tema seguirá interpelándonos.

El secuestro y la desaparición forzada del exdiputado Rubens Paiva forma parte de uno de los capítulos más tenebrosos de la historia latinoamericana. La desafiante integridad de su viuda, en cambio, es ejemplo de la resistencia a la brutalidad del fascismo.

Parte del efecto provocado por la obra de Salles proviene del hecho de que hablar de ese pasado es, en realidad, hacerlo sobre el más acuciante presente, más aún en un país que vivió, en fecha no muy lejana, un gobierno ultraderechista que no ocultó nunca su admiración por la dictadura militar.

Que la película haya influido en la conciencia nacional al punto de que la Corte Suprema aprobara investigar las circunstancias de la muerte de Paiva y reabriera el debate sobre la ley de amnistía, nos habla también del poder del arte para cuestionar, conmover y desatar reservas éticas en una sociedad.

Que aparezca en un momento en que el mundo, y en particular nuestro Continente, ven resurgir el más desenfrenado fascismo, otorga a la película esa dimensión adicional que el arte sabe cumplir y que nos toca apoyar frente a la sinrazón y la barbarie.

Desde la Casa de las Américas enviamos una felicitación a Walter Salles y al equipo de realización de esta excelente película.

 


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