La conferencia «El legado de Fidel Castro: un diálogo por la justicia», impartida por el narrador y ensayista cubano Abel Prieto Jiménez en la Casa de las Américas, se convirtió en un encuentro fraterno que reunió a representantes de la Plataforma de Diálogo Interreligioso de Cuba, periodistas, investigadores, artistas, escritores y trabajadores de la institución.

El evento contó además con la intervención especial del Dr. Enrique Alemán, director del Proyecto Quisicuaba, y destacó el profundo sentido ético y humanista del líder histórico de la Revolución Cubana, su visión de la justicia social y su impacto tanto en la sociedad cubana como en naciones hermanas.

Los participantes subrayaron la dimensión cultural de las políticas de educación y salud pública gratuitas impulsadas por Fidel tras el triunfo de 1959, así como sus posturas sobre los derechos humanos y la importancia que otorgaba a la espiritualidad. En su visión, la cultura no solo enriquece y ennoblece, sino que transforma profundamente a las personas.

Aunque se reconoció que las opiniones sobre las acciones y el liderazgo de Fidel Castro pueden ser polarizadas, los asistentes coincidieron en la necesidad de examinar críticamente cómo su llamado constante a la unidad y la solidaridad ha beneficiado a comunidades vulnerables y ha servido de guía para numerosos líderes en América Latina y el mundo.

Los representantes religiosos enfatizaron que la justicia no es solo un concepto político, sino un principio espiritual que debe orientar nuestras acciones. Además, varios integrantes de la Plataforma de Diálogo Interreligioso compartieron testimonios en los que expresaron gratitud por pertenecer a colectivos donde prevalecen la igualdad, el humanismo, el respeto a las creencias, el compañerismo, el amor y el compromiso con la Patria.

El encuentro concluyó con un llamado a la acción: se instó a las comunidades religiosas, al Estado y al pueblo cubano a trabajar juntos por la dignidad humana, el entendimiento mutuo y la construcción de un país mejor. El cierre estuvo marcado por una emotiva oración que expresó el anhelo colectivo de unidad y paz en un mundo fracturado por diferencias ideológicas, políticas y sociales.