Museos y colecciones para la nueva normalidad en América Latina. Retos para la gestión y el consumo del arte en la era post-covid


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La nueva normalidad, como un periodo indefinible, a todas luces dilatado en el tiempo, que delimitará nuestras futuras relaciones sociales, igualmente, influirá en nuestras interacciones en el plano cultural. La paralización inicial de eventos, proyectos y exposiciones por todo el mundo, el cierre temporal de los museos y centros de arte, que trajo consigo la emergencia de la crisis sanitaria covideana, influyó asimismo en los mecanismos de respuesta y la búsqueda de soluciones quizás no enteramente nuevas, pero ahora entronizadas en las prácticas diarias de la gestión museológica.

La resiliencia y aporte del personal de los museos y centros de arte (curadores, restauradores, investigadores y técnicos…) supuso un cambio de mentalidad, no por urgente menos necesario. Muchas fueron las muestras de solidaridad, a través de la entrega de materiales (mascarillas y guantes, sobre todo) que trabajadores de diferentes museos del mundo donaron al personal médico para su enfrentamiento al covid-19, y ya luego en la segunda etapa incluso puntualmente en el apoyo a las campañas de vacunación iniciadas en Ciudad de México, por ejemplo.

Por otro lado, es un hecho la impronta de la aplicación de las TICs en los procesos de comunicación y apertura de la labor museal al gran público. Aunque algunas estrategias del uso de las tecnologías y la web para amplificar el trabajo cultural de estas instituciones han sido explotadas con desigual intensidad en la región latinoamericana en lo que va de milenio, es indudable que, en las actuales condiciones de distanciamiento social y restricciones de movimiento, se incrementó exponencialmente su empleo sistemático. En la medida en que hemos tenido que reinventar nuestra relación con la cultura, y por tanto reconfigurar poco a poco el tejido social desde los aportes individuales y colectivos, cabe preguntarse ¿qué nuevos retos supone la gestión y mantenimiento de los acervos artísticos en momentos como los que vivimos? ¿Cuál será el impacto en su consumo regular por parte de un público cuya movilidad puede verse restringida de un momento a otro al espacio nacional, provincial, citadino, hogareño? ¿Cómo mantener “vivos” y “abiertos” estos grandes espacios expositivos?

Han sido varias las crisis que el museo como institución y modelo ha enfrentado, y si supo repensarse y sortear (más o menos) dificultades insoslayables (desde la última crisis económica de 2008), este es sin duda un momento inédito, que remueve todas sus bases y estipula inevitablemente un reordenamiento. El derecho a la cultura ejercido para (y por) el espectador tanto como por los gestores culturales ha de encontrar en los acervos artísticos regionales la manera de (auto)identificarse y proyectarse, en aras de construir una visión más democrática sobre el presente y el futuro inmediatos. De hecho, en el escenario postcovid el museo se erigirá como un importante agente de recuperación emocional para toda la sociedad, independientemente de su papel como dinamizador de la cultura y el turismo de cada país. 

El análisis e instauración de protocolos de seguridad para la gestión museal, una vez abiertos los espacios, así como las estrategias compartidas a nivel internacional harán de la praxis futura un escenario común. Los sitios web de la UNESCO y el ICOM, como resultado de consultas a sus instituciones miembros, proponen pautas y sugerencias disímiles para fortalecer tanto el trabajo al interior de las instituciones como su proyección hacia el público. El patrimonio (artístico) es un bien común que ha de ser/estar accesible y para lograrlo intervienen muchos agentes (culturales o no). Se ha de entender cómo la colaboración y el trabajo en red, el intercambio y las alianzas intersectoriales redundarán en la búsqueda de soluciones para fomentar la resiliencia de las diversas comunidades, favoreciendo la inclusión.  

Los retos que el museo y los centros de arte con colecciones propias enfrentaron en el 2020 fueron muchos, máxime cuando se vieron imposibilitados de mantener su programa de actividades y compromisos de exhibición presenciales. El impacto que el cierre/cuarentena ha tenido en sus presupuestos aún no se sabe a profundidad, aquellos con apoyo estatal (parcial o total) acusaron mejor el embate de ver reducidas sus utilidades por concepto de ventas de entradas y alquiler de espacios. Una vez abiertos, con las limitaciones de aforo y demás protocolos a implementar para la seguridad sanitaria de los visitantes y el personal del museo, para muchos será difícil la recuperación sin un agresivo y necesario respaldo de los gobiernos de cada nación. En el caso de México con más de 800 museos, se espera que algunos cierren de forma permanente, pues incluso los de carácter privado han enfrentado conflictos para mantenerse y solicitan donativos de urgencia. Impedir la reducción de la plantilla de trabajadores podría ser una batalla inminente a nivel regional. El rescate gubernamental debería ser premisa y no un deseo de buena voluntad. Como tesauros, los museos son esenciales para el futuro de todos, no solo como narración identitario-cultural y referente en épocas de crisis y desastres naturales (véase lo sucedido en Puerto Rico tras el Huracán María y la respuesta de los museos en apoyo a las comunidades), sino también como agentes proactivos de la economía nacional.

Por otro lado, a esta difícil situación deberíamos sumar, el recargo por pago de seguros y la transportación de obras, tanto como el continuo trabajo de conservación y restauración que toda colección a resguardo debe tener. Cuando las exposiciones cuentan con un 90 % de las piezas de la propia colección y no dependen tanto de préstamos y coordinaciones dificultadas en el nuevo escenario, se logra una autonomía que de otro modo ha de conciliar programaciones, negociar tiempos y costos específicos. De ahí el llamado a la solidaridad y flexibilidad entre instituciones y coleccionistas.

La caída del turismo a nivel internacional y la actual reducción del aforo en espacios cerrados, afectó (y sigue afectando) la situación financiera de los museos a escala global y especialmente en América Latina, lo que influye en el viraje hacia la comunidad, los eventos y proyectos en micro-escala (presenciales o virtuales) que apuntan a un modelo de museo sostenible, del que se viene hablando hace tiempo, quizás más aterrizado en las necesidades de su público directo, sin desatender por supuesto aquel que con el turismo cultural en algún momento volverá a incorporarse.  Se han realizado diversos webinarios y paneles sobre el estado de los museos y su futuro a mediano y largo plazo, en la nueva normalidad; se ha debatido acerca de la impronta y necesidad de la digitalización de las colecciones y el uso, abierto y transparente, de los contenidos asociados a ellas; al tiempo que se busca ampliar el tópico de la “experiencia” museal por parte del visitante (presencial o virtual) a través de nuevas maneras del consumo digital contemporáneo. Se trata de combinar procederes tradicionales y las TICs (realidad aumentada, interactividad a través de aplicaciones descargables, etc), en función de cada museografía o curaduría, desde el propio comienzo del proyecto, en dependencia de los públicos a los que va dirigido y el tipo de experiencia que se quiera brindar. El punto está en mantener clara la misión de cada museo, y no sobresaturar tampoco lo digital como moda, perdiendo de vista el público. Se hace urgente los estudios de público que por lo general no se realizan sistemáticamente en nuestras naciones. Trabajar cada vez más junto a las comunidades, ejerciendo un papel (con)formador de la sociedad y sus realidades inmediatas, es de hecho un camino aún por recorrer en la labor de muchos museos y centros de arte de la región (el Museo de la Solidaridad Salvador Allende, MSSA, de Chile, ha desarrollado acciones interesantes en esta línea).    

A lo largo de este periodo que va desde marzo 2020 a la actualidad muchas iniciativas digitales mantuvieron “vivas” y “abiertas” las colecciones de los museos y centros de arte. No se trató únicamente de “migrar” a la web las exposiciones físicas inauguradas o presentar materiales de eventos anteriores de una nueva manera en el contexto digital, si no de producir contenidos específicos para las distintas plataformas de promoción (redes sociales y/o sitios web) y dinamizar la percepción que del trabajo museal se tiene por el gran público, incluso dirigido a aquellos sectores de la población que no visitarían al museo de forma regular.

Llevar el museo a la casa fue no ya lo único que se podía hacer durante largos meses de encierro, sino una estrategia de promoción que si bien debe servir de acicate para el (futuro y) potencial visitante, obviamente supone un proceso de adaptabilidad por parte de los gestores de colecciones y su labor mancomunada con los departamentos de comunicación. La sinergia lograda redundará en cómo los contenidos son producidos, promocionados, y finalmente consumidos. En el contexto latinoamericano, existen aún museos y centros de arte que no explotan a profundidad las posibilidades de la web, aunque el último año obligó a muchos a reorientarse en ese territorio aún por conquistar.

También hay que tener en cuenta la necesidad de capacitación como productores de contenidos digitales que el personal del museo ha de tener, y de la que adolece como generalidad. No pensar que aquellos encargados de las actividades educativo-comunicacionales son los únicos llamados a generar dichos contenidos de forma creativa. Boris Groys habla incluso de cómo la barrera entre el artista y su público se adelgaza hasta casi desaparecer porque “los creadores viven rodeados de productores de arte, más que de consumidores.” (1) Por qué no pensar igualmente que producir atractivos contenidos (digitales) sobre el arte y las colecciones, de alguna forma, es tarea de todos los que trabajamos con ellas.

Durante la pandemia, el uso de las diversas plataformas (Instagram, Facebook, Twitter, You Tube, blogs personales y sitios web institucionales) vio florecer un sin número de propuestas de disímil calibre estético, referidas a exposiciones on-line, (2) galerías de imágenes de piezas de las colecciones, visitas virtuales a las muestras permanentes o temporales, videos de artistas incluidos en las exposiciones y sus procesos de trabajo, así como de los curadores aportando ideas acerca del proyecto curatorial en cuestión o sobre determinadas obras y períodos artísticos (Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba, Museo de Arte Moderno de Bogotá, MAMBO, Colombia). Otros museos apostaron por visibilizar, además, materiales que amplían la experiencia y el conocimiento sobre diversos temas afines a las exposiciones y el momento que vivimos (feminismo, racismo, salud, nueva normalidad), a través de  podcasts como los del Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la UNAM, México; iniciativas como la que desde el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) propone un conjunto de diez playlists, disponibles en Youtube y Spotify, y una serie de videos a cargo del docente e investigador Eugenio Monfeau quien fue invitado por el museo para, a partir del núcleo de la exposición Latinoamérica al sur del Sur, proponer relecturas (sonoras) de las obras de la colección incluidas en la muestra.

Asimismo, se da la adecuación al espacio digital de programas, juegos y actividades educativas, antes en formato presencial, para ser descargados directamente (sitios web del MALBA, el Museo de Arte Moderno de México o el Museo de Artes Visuales de Chile, por solo citar algunos), la concepción de talleres y cursos en línea a través de plataformas como Zoom, Google Meet, entre otras; incluso se convocan residencias artísticas virtuales como aquella titulada “Héroes y Villanos” del artista Javier Fernández, quien a su vez dicta clases en streaming (Zoom) con previa inscripción, que luego son trasmitidas por el canal y página del museo (MAMBO) en Youtube y Facebook.     

Todos estos loables esfuerzos por mantener vivos y abiertos los museos a un clic de distancia, de traerlos a nuestras casas, invita también como sugiere el MAM (México) a registrarnos/fidelizarnos y crear colecciones (galerías) propias con obras de su colección, y a compartir luego quizás los trabajos creativos como usuarios/visitantes con el hashtag #ElMAMdesdeCasa. Otros nos retan a recrear piezas de su colección con lo que tenemos a mano los hogares siguiendo los challenges iniciales internacionales convocados a partir de colecciones europeas y norteamericanas. Como ellos, infinidad de museos y centros de arte ponen a disposición no solo las obras sino las historias detrás de ellas en las voces de sus conservadores, curadores, investigadores, propiciando esa voluntad “coleccionista” de un público de diversa composición etaria y amplio espectro de intereses (el MSSA convocó por ejemplo al uso de un filtro en Instagram bajo el rubro: “¿qué obra de la colección eres?”, y las réplicas fueron interesantísimas).

Fomentar un consumo regular de arte regional en similares condiciones de acceso respecto a aquel realizado y conservado por tesauros europeos o norteamericanos, ya entronizados en la memoria visual del público mundial, es una labor ingente de promoción que apuesta por el conocimiento y la necesaria valoración de nuestros acervos. Sinembargo, la asunción y apuesta por lo digital, urgente por la coyuntura actual pero para nada transitorio, comporta otro factor a tener en cuenta: ¿quiénes son los “conectados”?, en ese todos que la red (in)visibiliza, ¿quiénes están incluidos? En 2002, el ensayista de origen africano Olu Oguibe, hablaba de la “vulnerabilidad de los no conectados” (ya sea por aversión a la tecnología, o limitantes económicas y/o técnicas), (3) algo que, en determinados sectores poblacionales y regiones de América Latina, África y del propio contexto de los países desarrollados, sigue siendo una deuda a saldar. Frente a ellos, ¿qué han de hacer los museos para atraerlos, incorporarlos a las diversas narrativas de la nación a la que pertenecen? ¿La brecha se agranda o no, con el uso de lo virtual?

Trabajar desde la imaginación y la inclusión, parece ser la respuesta, en medio de una crisis sanitaria y de desarrollo global que transformó la percepción del futuro de nuestras sociedades. En el contexto cubano y por extensión latinoamericano en el debate sobre las desigualdades de accesos y proyección desde el ecosistema cultural, destacan los museos y centros de arte como puntos focales de resistencia en el aprovechamiento de las capacidades de las redes/tecnologías, como nodos en los procesos de colaboración interinstitucional e intersectorial. Unidas la gestión colectiva y la voluntad indivual, en el reconocimiento del quehacer de las comunidades, apostamos todos por el cambio esperado del paradigma museal. 


(1) Lídia Penelo. “Gucci y Damien Hirst hacen lo mismo, fabrican objetos de lujo” (Entrevista a Boris Groys), Público, Barcelona, 8 de febrero de 2021. (http://www.publico.es/360178/gucci-y-damien-hirst-hacen-lo-mismo-fabrican-objetos-de-lujo )

(2) Muchas son las muestra on-line en casi todos los museos de la región, alojadas en los propios sitios web de los museos como San Ildefonso y MUAC-UNAM en México, o el Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico, incluso siendo parte de macro-proyectos como Google Arts & Culture, que iniciado en 2011, abarca ya en la actualidad obras y contenidos de 2000 museos de 70 países, aun cuando el arte latinoamericano y sus colecciones no esté ampliamente representados, desde sus sedes originarias. 

(3) Olu Oguibe (2002). “La conectividad y el destino de los no conectados”, Criterios #33, La Habana, pp. 135-149.

Bibliografía:

Figueroa, Cristina (2020). “Internet y pandemia: ¿La conexión “democrática” del Siglo XXI?”. En http://laventana.casa.cult.cu/index.php/2020/05/15/internet-y-panemia-la-conexion-democratica-del-siglo-xxi/

“Museos y COVID-19: 8 pasos para apoyar la resiliencia de las comunidades”. En https://icom.museum/es/covid-19/recursos/museos-y-covid-19-8-pasos-para-apoyar-la-resiliencia-de-las-comunidades/

NEMO, Estudio. (2020). “COVID-19: Iniciativas y Acciones de los Museos en la Crisis”, En https://evemuseografia.com/2020/04/21/iniciativas-y-acciones-de-los-museos-en-la-crisis-covid-19/

Oguibe. O. (2002). “La conectividad y el destino de los no conectados”. Criterios #33, La Habana, pp. 135-149.

Peneli, Lídia. “Gucci y Damien Hirst hacen lo mismo, fabrican objetos de lujo” (Entrevista a Boris Groys). Público. Barcelona, en línea (http://www.publico.es/360178/gucci-y-damien-hirst-hacen-lo-mismo-fabrican-objetos-de-lujo )

Quijano Pascual, Mario. (2012). “La revolución de los museos y las instituciones culturales”. En https://telos.fundaciontelefonica.com/archivo/numero090/la-revolucion-de-los-museos-y-las-instituciones-culturales/

Reyes Ahumada, Francisco. (2020). “¿Cómo se construyen los museos un nuevo modelo durante la crisis?”. Conjunto de entrevistas para revista digital Artishock • 24.05.2020, en https://artishockrevista.com/2020/05/24/museo-latinoamerica-covid19-programas-virtuales/

Ponencia presentada en el Congreso LASA 2021.

 


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