27 de abril de 1915: un milagro en el Cerro


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“La felicito, pues, muy calurosamente, y me alegraría mucho recibir detalles completos del hecho”, le escribió el Dr. W. T. Harnaday, Director del New York Zoological Park, tan pronto se enteró. Días después, el Premio Nobel de Fisiología y Medicina, Dr. Iliá Metchnikoff, sorprendido, le confiesa: “Es absolutamente maravilloso lo que se ha podido realizar (…) Sépalo bien; en el porvenir, esto presentará una grandísima importancia para el estudio de enfermedades infecciosas”. “¡Qué buena fortuna, pues, para todos!”, es la manifestación de entusiasmo del Dr. Robert M. Yerkes, del Psycological Laboratory de la Universidad de Harvard.

Esas y otras expresiones de asombro y agradecimiento, recogidas por el Dr. Louis Montané, Profesor de Antropología de la Universidad de La Habana, están dirigidas a Rosalía Abreu Arencibia (1862-1930), la acaudalada dueña de la Quinta Las Delicias, en lo que hoy es el habanero municipio Cerro.

 

Y no era para menos.

En la sesión del 30 de octubre de 1915 ante la Sociedad Cubana de Historia Natural “Felipe Poey”, el Dr. Montané leyó su trabajo Notas sobre un chimpancé nacido en Cuba, que publicó, poco más tarde, en la Imprenta “El siglo XX”, de Teniente Rey 27, La Habana. Fue la oportunidad para refutar -con rigor científico y absoluto respeto- el criterio existente hasta el momento, encabezado por el pionero en antropología física Dr. Paul Broca, quien en 1877 desde París publica El orden de los Primates. Paralelo anatómico entre el hombre y los monos con una afirmación que el médico cubano cita textualmente en su alegato: “no se podía sino muy raramente hablar de los antropoides, puesto que estos animales no se reproducen en cautiverio; y lo poco que se sabe sobre ellos ha sido observado sobre alguna que otra hembra matada en plena gestación”.

Rosalía Abreu lo logró.

Dejó estupefacta a la comunidad científica mundial: “La procreación, pues, y el nacimiento de un chimpancé en Cuba, constituye un acontecimiento científico, digno ciertamente de ser registrado en los anales de las Ciencias Naturales; porque a nuestro entender, es la primera vez que nace en pleno cautiverio un antropomorfo”, dice emocionado el Dr. Montané ante su audiencia.

No fue, sin dudas, un hecho fortuito.

Ese 27 de abril de 1915 se concretó el resultado de varios años de estudios y dedicación por parte de esa villaclareña establecida en La Habana, cuya vida entre Europa y Estados Unidos le permitió relacionarse con importantes personalidades de las artes, la política y las ciencias.

La pasión por los animales, heredada de su padre, coadyuvó al interés por colaborar en las investigaciones médicas y antropológicas a las que tenía acceso como asidua inquilina de su cuñado, el Dr. Joseph Grancher, ayudante de Louis Pasteur en sus investigaciones sobre  diversos campos de las ciencias naturales, sobre todo en la química y microbiología; entorno en el cual además conoció al ariguanabense Domingo Sánchez Toledo, Doctor en Ciencias Físicas, Químicas y Naturales, con quien se casó y tuvo cinco hijos.

Al morir su padre en 1876, Rosalía heredó la casa-quinta en La Habana, lugar propicio para recrear un mundo de maravilla. La vivienda inicial, extinguida por un incendio en 1901, fue sustituida en 1906 por el imponente Chateau Palatino, una de las primeras edificaciones de hormigón armado en Cuba; en sus espacios exteriores reunió tal diversidad de ejemplares de flora y fauna que ha llegado a identificarse el lugar como el primer zoológico y jardín botánico de la Isla.

 

Del nacimiento y sus consecuencias.

Ya era notable la predilección de Rosalía por los simios, en especial los chimpancés: quizás por la inteligencia demostrada, por la capacidad de adaptación a entornos humanos, por ser la especie idónea para analizar los postulados de Charles Darwin sobre la evolución de las especies y la selección natural… el caso es que en ellos centró su estudio, acucioso y pormenorizado. Si bien ya desde alrededor de 1904 se veía a Rosalía viajar a Europa acompañada por su inseparable Chimpí, no es hasta 1914 que éste muere sin sucesión, y su dueña se encarga de buscar otro macho adecuado para aparear con Cucusa, una chimpancé oriunda de Sierra Leona de alrededor de 12 a 14 años de edad.  El seleccionado fue Jimmy, de entre 11 y 12 años, irascible y feroz, que fue trasladado a La Habana desde Londres.

El propio hecho del apareamiento, afirma el Dr. Montané, trae a la ciencia nuevas experiencias: la postura poco frecuente para realizar el acto sexual entre Jimmy y Cucusa pudo dar respuesta a procederes humanos descritos por Cristian Houel, Corresponsal de Guerra en Marruecos; los síntomas y duración del embarazo, hasta ese momento desconocidos, y en especial la frecuencia del periodo menstrual, fueron estudiados y comparados con los de las mujeres, cuestión nunca antes analizada porque, según el Dr. Broca, “en cuanto a los antropoides, la cuestión del flujo catamenial ha quedado dudoso hasta ahora, puesto que no ha habido ocasión de estudiar en cautiverio las hembras adultas”.

Otra importante revelación fue la postura obstétrica practicada por Cucusa, agachada e inclinada hacia adelante, que para Montané “parece bien que eso constituya la verdadera postura que adoptaron en tiempos remotos las mujeres de todas las razas humanas”, si se tiene en cuenta las ilustraciones antiguas que reproducen escenas de parto. Además, la reacción de la madre al comerse la placenta como si esto fuera una necesidad fisiológica pudo ser equiparada con la experiencia de tribus humanas placentófagas, y la evidencia de que los jugos placentarios, tal como -según Montané- describe  la investigadora Louise Toussaint en 1901, “levantan con una singular actividad las fuerzas de las recién paridas; restablecen la salud de los órganos genitales y provocan la secreción láctea”; innegable antecedente cubano de los logros actuales en el estudio sobre la reincorporación oral de la placenta para la evolución bioquímica, sanguínea y láctea tras el parto, el cual, sin embargo, no ha sido reseñado en la bibliografía contemporánea sobre el tema.

Anumá, el chimpancé, cubano, cambió el curso de la ciencia. El impacto de su nacimiento en cautiverio provocó nuevos y profundos estudios por parte del Dr. Yerkes, quien definitivamente, después de convivir un tiempo en Las Delicias, fundó el Laboratorio de Biología de Primates de la Universidad de Yale en New Haven y la Estación de Cría y Experimentación de Antropoides en Orange Park, Florida, y sacó a la luz dos libros: Almost Human (1925) y Chimpanzees (1943), los cuales recogen las experiencias obtenidas en La Habana sobre inteligencia, vida emocional y expresiones, habla y otras formas de lenguaje antropoide, así como la continuidad de estudios sobre el tema; también la colección de monos, por su importancia, fue filmada en 1928 por la compañía cinematográfica Pathe bajo la supervisión del profesor F. H. Hulse, del Departamento de Antropología de la Universidad de Harvard, con el objeto de completar la serie de películas didácticas de esa institución;  y en 1931, tras un viaje a Cuba durante 1929, el Director del Jardín Zoológico de Filadelfia, C. Emerson Brown, publica My animal Friends, donde testimonia lo que vio: “Madame Abreu  antes de su muerte fue la única persona que crio con éxitos chimpancés nacidos en cautiverio hasta la madurez. Esta renombrada mujer, inteligente y refinada, tuvo un alto sentido del entendimiento de los animales, más allá de lo ordinario, e hizo mucho en la investigación de los antropoides. Su conocimiento y sinceridad han sido de gran valor para la ciencia”.

Muy pocos fueron, sin embargo, los científicos cubanos que valoraron el trabajo de Rosalía Abreu y su colonia de monos. Pudo más la incomprensión social y hasta la chanza, la manipulación de una realidad que, para bien o para mal, fue construyendo de esta historia una leyenda.

Tuvo que pasar casi un siglo para que se retomara su figura, para que se inaugurara un espacio a su recuerdo en el Jardín Zoológico de La Habana, se le dedicaran unos minutos en la radio o la televisión, se desempolvaran papeles y recuerdos para la investigación que pretende ser abarcadora y fiel.

Cientos de experimentos están sostenidos por estas primeras pesquisas. Múltiples resultados llegan a conclusiones basadas en su legado. Por eso es tan necesario reconocer, con justeza, que buena parte de los orígenes de los estudios sobre primatología en esta parte del mundo estuvieron aquí, en el milagro de esa arbolada mansión que fue, desde aquel momento y hasta hoy, nuestra Finca de los Monos.

 


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