Cada 25 de mayo, el orbe se acuerda de África, o mejor decir, algunos en este planeta se acuerdan de ese continente en esta fecha declarada por la Organización de Naciones Unidas como: Día Mundial de África. La humanidad debería acordarse de África los 365 días del año.
Nunca se acuerdan las potencias que le expoliaron en el pasado sus riquezas bajo la opresión colonial que le impusieron y que, en muchos casos, continúan igual práctica desde nuevos status en la actualidad. La independencia política lograda por casi todas sus naciones en la segunda mitad del siglo veinte, no ha significado en la fundamental, la soberanía económica. Tampoco acaba de aparecer en el escenario mundial la necesaria solicitud de disculpa por los millones de seres humanos que le arrancaron por la fuerza o el comercio para esclavizarlos en Europa o América.
Pero además, el fuerte racismo de que han sido objeto los africanos a lo largo de la historia asume nuevas formas con matices culturales en los días que corren. ¿Cuánto ha aportado África a la cultura mundial? ¿Por qué entonces lo africano no es clásico? ¿Por qué considerar inferior y atrasadas sus prácticas culturales?
El mal llamado “continente negro” es verde por sus praderas y selvas, amarillo por sus desiertos, rojo y pardo por sus suelos y minas, azul por sus aguas y cielo, multicolor por las vestimentas tradicionales de muchos de sus habitantes y ciertamente negro por la piel de las personas de la mayoría de sus etnias y nacionalidades pero hay árabes moros al norte, malgaches pardos en Madagascar, afrikaneers blancos e indios o hindúes, al sur y los mestizos por todos lados. Definitivamente, esa gran masa continental de más de 30 millones de kilómetros cuadrados es diversa y multicolor.
Cuba tiene tres “Madres Patrias”: la nación originaria aruaca, España y África. Lo africano es tan clásico para Cuba como lo hispánico y lo aruaco y no sólo debe verse en la música y la religiosidad –como lo simplifican muchos–, lo africano en la cubanía está en costumbres, hábitos y tradiciones de todo tipo: la dieta y cultura culinaria, el gusto al vestir, vocablos en el español de Cuba, topónimos… somos tan africanos en nuestra cubanía que a veces no lo advertimos pues lo vemos cotidiano. El alma de la nación cubana respira africanía.
De hecho, las grandes construcciones coloniales de índole religioso, militar, gubernamental, industrial y doméstico, se levantaron con manos aborígenes y africanas, en ellas quedó el sudor, la sangre y la vida de miles de hombres y mujeres que nacieron en tierras africanas. Si cada canto de piedra y grano de cal conque fueron construidos, pudiera contar su historia, África estaría por todos lados. Igualmente la riqueza azucarera, cafetalera y minera, acumulada por la aristocracia criolla de origen español y francés, estuvo mediada por la explotación de africanos y africanas esclavizados.
La cultura de resistencia cultural y militar, iniciada por las sublevaciones aborígenes ante la conquista y colonización, fue acompañada a lo largo del siglo XVI por la rebeldía de los africanos esclavizados y continuada por ellos después hasta el siglo XIX; y sus descendientes criollos, negros y mestizos, engrosaron las filas del Ejército Libertador Cubano durante treinta años y tres guerras por la independencia contra el colonialismo español.
Después de 1959, la historia de África es parte también de la historia del internacionalismo cubano. Con pretensiones de sólo llevarnos del suelo africano nuestros muertos, más de 300 mil cubanos estuvimos allí, combatiendo causas justas en Argelia, Angola, Etiopía y otros países y poco más de tres mil anegaron con su sangre la tierra de sus ancestros. La independencia de Angola, Namibia y el fin del oprobioso régimen del Apartheid en Sudáfrica, forman parte de las tradiciones combativas del pueblo cubano en contra de toda opresión y discriminación.
Médicos, maestros, constructores, instructores deportivos, artistas e instructores de arte, profesores universitarios y otros especialistas han formado –o forman– parte de la asistencia técnica y colaboración económica y social de Cuba al continente africano. Según Fidel Castro Ruz “somos un pueblo latinoafricano” y nuestra presencia en tierras africanas obedece al principio histórico de “saldar nuestra propia deuda con la humanidad”.
La segunda isla del archipiélago cubano y sexta de las Antillas: la Isla de la Juventud se vistió de africana por casi treinta años con jóvenes estudiantes de nivel secundario y medio superior de casi todas las naciones de ese continente y las universidades cubanas han graduado miles de profesionales africanos en las más diversas especialidades y lo continúan haciendo, ocupando un lugar especial, los muchos médicos graduados. Para la cultura cubana, el Día Mundial de África, es una fecha tan significativa como para el propio crisol de naciones de ese continente.
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