Alain Pérez, del latin jazz a la sabrosura en ansiado reencuentro


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Considerado uno de nuestros músicos más virtuosos, Alain Pérez demostró su inmenso deseo de poder reencontrarse con su público luego de casi dos años de aislamiento, y volver a "llegar a la gente, a verle la cara, a que canten conmigo",  según expresó el artista.

El ansiado encuentro tuvo lugar en la Sala Avellaneda, del Teatro Nacional, donde protagonizó una de las noches más intensas de la 37 edición del Jazz Plaza.

“Vamos esta noche a viajar del latin jazz a la sabrosura recordando a Chucho Valdés y al grupo Irakere", declaró al periódico Cubarte minutos antes de subirse al escenario el percusionista, bajista, pianista, productor, arreglista devenido en showman, y así fue.

Más de veinte años de vida y obra en España trabajando con muchos de los grandes músicos del mundo no lograron modificar su acento, ni le hicieron perder sencillez y cubanía a Alain Pérez. Su esencia ha quedado intacta para regresar y compartir con el público que le es más querido: el cubano.

De estilo vigoroso, rítmico, dotado de símbolos y alegorías, Alain se autodefine músico popular cubano contemporáneo y, por encima de los múltiples instrumentos que domina, cantar es lo que más le apasiona.

Bien pronto aprendió a no aferrarse a un instrumento o a una sola línea interpretativa. El bajo, el piano, la guitarra y la percusión, son los ingredientes que, junto al “agua de coco” y su voz, han hecho de sus melodías una explosiva mezcla de sonoridades en la que funde rumba, salsa cubana, bolero, jazz, trova, flamenco, samba, guaracha, son, punto guajiro.

Alain es heredero del azuca y el tumbao de Celia Cruz –con quien trabajó muchos años–, y de la cadencia de Paco de Lucía –a quien acompañó con su bajo por medio mundo. El también arreglista, orquestador y productor musical ha interpretado junto a varios grandes como Joan Manuel Serrat, Ana Belén, Estrella Morente, Tomatito, El Cigala, Winston Marsalis, Gonzalo Rubalcaba, entre otros.

Vestido de blanco y con un elegante sombrero rojo, el ex bajista de Irakere desató un alboroto musical que pasó de la rumba al sonido, pasando por la salsa y el bolero, tocando ocasionalmente jazz, timba y guaracha con puro sabor caribeño y una capital riqueza de géneros, estilos, melodías y estados de ánimo en la enérgica presentación.

Durante el concierto la banda apenas tocó los primeros acordes y el ruido sacudió el teatro. El jaleo llegó a su clímax cuando Pérez gritó buenas noches a La Habana, reunidos allí en un salón que se había quedado pequeño ante tanta euforia y algarabía.

ADN, Pa eso estamos, Shorcito y tantos otros pegadizos estribillos resonaron en la voz del experimentado cantor, quien también recorrió otros clásicos del repertorio sonoro cubano y latinoamericano con su particular estilo de interpretar la música popular.

Su carisma para conectar con los espectadores  es único. Nadie o muy pocos, permanecieron indiferentes y en silencio en su asiento. “Te extrañamos”, “te amamos”, se escuchó más de una vez entre una multitud que bailó, cantó y se divirtió mucho, luego de tantos meses de pandemia.

Con Alain todo comenzó en su natal Manaca Iznaga, cerca de la espirituana Trinidad, “donde la guaracha, el son y el punto guajiro me atraparon. Provengo de una familia humilde, parrandera y muy alegre, y tuve contacto con la música desde que nací. El primer artista que descubrí fue a mi padre Gradelio Pérez. Por él conocí la emoción del arte, él es un artista natural, empírico y letrista de casi todas mis canciones”.

“Aprendí el punto guajiro y la guaracha a los siete años. Decidí inconscientemente inclinarme por la música. Me dejé seducir sin saber que era algo que me iba a comprometer de por vida. A los nueve años llegué a Cienfuegos a formar parte del grupo Cielito lindo, con el que tuve mi primera experiencia en escena. Luego en el conservatorio “Manuel Saumell” a estudiar guitarra clásica. Comencé cantando y tocando guitarra. Mi primera meta era llegar a la Escuela Nacional de Arte. Ya allí, con 17 años, en el segundo curso, me llama Chucho Valdés para trabajar con Irakere como tecladista y vocalista. Para cualquier músico, eso era un gran honor, por supuesto, más para mí, que era tan joven.

Fue una gran emoción e impacto, una especie de confirmación porque yo venía de abajo, del campo y de pasar mucho trabajo. La música me movió, ahí tuve mis primeras experiencias internacionales y muchas satisfacciones. Tiempo después me llama Isaac Delgado para tocar el bajo en su grupo. Luego seguí mi trayectoria en el exterior del país. En la escuela me gradué de guitarra, pero después me convertí en el bajista y productor que acompañó a grandes músicos”.

_¿Cómo asumes tu versatilidad para expresarte en varios instrumentos?

"Se trata de un proceso de crecimiento, de desarrollo natural que transcurrió con los años. Empecé, como sabes, con la guitarra y estudiando piano complementario, aunque la percusión es el instrumento que resume el sentimiento rítmico de toda nuestra música. Siempre me llamó mucho la atención, me gusta más que el bajo y que todo lo demás. La percusión es una liberación espiritual, me limpia y purifica".

_¿En qué etapa de tu carrera te encuentras ahora mismo?

"Ahora mismo lo que más me llena es lo primero que hice de niño: cantar. Es como volver al patio de mi casa, al mismo que me invitó a la fiesta. Estoy emprendiendo mi viaje a la semilla, regresando a mi génesis. Me encuentro en un momento de alegría, satisfacción y estoy buscando la forma de afianzarme para compartir mi quehacer. No le temo a las tendencias nuevas, ni me cierro a experimentarlas, el que vaya a hacerlo que lo haga de corazón y lo invito a colaborar conmigo".

_¿Qué influencias reconoces en tu música?

"Dicen que soy una mezcla del Benny y de Arsenio Rodríguez, entre otros grandes. En mi música hay rasgos definidos de Pérez Prado, Irakere, Van Van y la estética de las músicas tradicional guajira, brasileña y española".

_¿Qué es lo que más te inspira?

"El ritmo y el folklore cubano, lo yoruba y también lo flamenco. Me inspira todo lo que sea de corazón. Quiero vivir de emoción, de cosas que me sacudan, que me muevan".

_¿Llegaste para quedarte?

"Si todo sigue con este ritmo y esta energía, me quedo aquí, la idea de morirme por Europa, lejos de mi tierra, nunca me pareció buena".


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