Algo que debe aclararse


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Amigos periodistas y funcionarios que atienden la difusión cultural:

 

Quienes nos movemos diariamente entre las personas de los distintos sectores que integran eso que suele llamarse “pueblo”, sabemos perfectamente que a nivel popular se cree que todos los artistas profesionales y curadores de arte cubanos con labor reconocida, poseen un alto status financiero y los medios útiles derivados de ese rango de ganancias. Como esto no es así, porque el mayor número de creadores y especialistas del país con autenticidad y aportes culturales sólidos viven con modestia y a veces con carencias o dificultades, se produce una deformación de la verdad y una valoración injusta de quienes mantienen la legitimidad y calidad de su hacer sin los beneficios materiales proporcionales.

 

Tampoco es un secreto que las desigualdades económicas y sociales que han crecido en el sector no corresponden con la esencia de la Política Cultural que formalmente ha regido como línea de conducta institucional de la Nación, ni que muchos de los que poseen esa condición de “adinerados” (que frecuentemente exhiben impúdicamente) responden más bien a la desviación inherente al burdo mercantilismo, a la producción y venta enajenadas de un “arte-mercancía” en función de solicitudes externas, y a la negación de su propia subjetividad e identidad expresiva.

 

Por todo ello y otras razones que conocemos, se impone como necesidad esclarecer en planos públicos -y no sólo de modo intra-gremial, o como parte de las reuniones de nuestros órganos estatales y organismos de la profesión-  esa visión falsa bastante generalizada que genera contratiempos e inexactitudes negativas en el aspecto práctico y ético.

 

 


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