ALICIA


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Foto: Obra de José Miguel Pérez

Hoy, nos reunimos, ante todo, para celebrar el aniversario 98 de Alicia Alonso. Y, sobre todas las cosas, para reverenciarla. No alcanzarían palabras, homenajes, discursos, para agradecerles a la Maestra y a Fernando, Alberto y todos aquellos, que cual descendencia, vibran de una forma u otra en la cadencia y dimensión del Ballet Nacional de Cuba (BNC) por las tablas cubanas y del mundo, lo que ella y su compañía representan para esta pequeña Isla.

Una agrupación de ballet clásico en pleno Caribe, zona tropical, de playas, exuberancia de todo tipo, rumba, tambor, que en aquel lejano 1948 veía nacer aquí un arte singular, surgido en Europa, representativo de las élites y que ella y el pequeño grupo de danzantes/profesores esculpió con afán para devenir no solo la compañía más joven de ballet clásico sino una Escuela Cubana de Ballet, que con su personalidad, retratada en Alicia Alonso, campea por el mundo. Por supuesto, con singular maestría, cadencia y fino aliento mostrando la cubanía en las puntas, en estos universos de príncipes, hadas e historias lejanas en tiempo y espacio, que hemos hecho nuestras por ellos.

Y algo más importante: el hecho de situar a Cuba también en la geografía universal como centro destacado/célebre de la danza internacional, y algo más reconocible aun, que sea un arte de pueblo, del pueblo y para el pueblo. Porque toda Cuba ama la danza como algo muy nuestro, como pudo ser en un momento el béisbol, y como lo es el cine. Algo impensable en cualquier otra parte del mundo donde este arte está reservado solo para unos cuantos.

Tuvieron Alicia y el BCN la suerte de peregrinar poco tiempo por otros lugares, cuando en su país, en aquel momento, no había ni ganas ni amor ni conciencia de lo que significaba para Cuba ese hecho. Hasta que las puertas se abrieron, anchas, en 1959 para recibirla nuevamente y apoyar el proyecto, la realidad que es hoy la compañía, y después la estela de popularidad y aceptación, mezclada con las simpatías que provoca por donde pasa, como símbolo ya de Cuba, de Patria.

Reverenciar, hoy, a la bailarina es un orgullo de todos los cubanos que la aman. En estos cuadros realizados con amor, están impresas las mismas simpatías que provocan Alicia y el BNC en la escena, cuando pasan en esos momentos efímeros, pero perdurables, a través del tiempo. Su autor es José Miguel Pérez —a quien pido disculpas por mencionarlo luego de algunos párrafos—, pero que estoy seguro que le sucedió lo mismo al crearlos, pues, la personalidad y la presencia de la Diva, la maestra, la prima ballerina assoluta, es tan fuerte que uno olvida todo a su alrededor cuando aparece… De seguro fue de esa forma en su estudio. De ello tengo pruebas testimoniales.

Este año 2018 nos ha unido mas, a pesar de que nos conocemos hace muchos, muchos años, y tenía una deuda como periodista y crítico, de hablar de él y su obra en la prensa. Primero llegó Martí, nuestro Héroe Nacional que apareció, a principios de año, en una muestra singular por el aniversario 200 de la Academia Nacional de Bellas Artes de San Alejandro, surgida de sus sabias manos de creador, que me ofreció la oportunidad de enaltecer su arte, de estudiarlo, de reconocer a un artista de nuestro tiempo que pinta en el momento que le tocó vivir. Después llegaría Alicia, nuestra Alicia, a la que los agradecidos que somos muchos, llamamos también Madre. Porque a veces cuando uno no conoce a la persona, no dialoga, convive, trabaja, crea, y pasa horas, días, semanas, meses y años junto a ella, no la puede calibrar, como he tenido la oportunidad de hacerlo durante cerca de 40 largos años. Alicia es un ser divino, palabra que en este contexto lleva bordados otros significados, como pueden ser mágica, creadora, fuerte, pasional, eterna, inteligente, y humana en mayúsculas. Alicia siempre ha sido ella y los otros, porque ha vivido pendiente de la vida, del sentir de todos aquellos que la han rodeado en las tablas, la escuela y más allá de esas fronteras. Nada humano le ha sido ajeno…

Me vuelvo a alejar de las obras, pero es que Alicia es esta exposición DIVAS, como protagonista. Ahí yace ella como el viento en todas partes, en los más variados personajes, de la mano de un creador que la venera, que siente como cubano, como espectador lo que Alicia trasmite para renacerla con bríos en estas pinturas. Y surge en su paleta plena de movimiento, vitalidad. Hay diez cuadros de Alicia donde es ella y ese otro ser que vibra en la escena. Y nos vuelve a sorprender en estos acrílicos sobre tela. He ahí el mágico verbo que conjuga su presencia. Giselle, Kitri…, viste personajes pero es ella, con su ánimo divino la que los mueve a su forma. Verla bailar es poner en juego todo el ánimo que convoquen los sentidos. Ahí están barajados los del artista que la crea en otra piel también, para entregárnosla plena.

Con espontaneidad, líneas precisas que delinean su silueta, rostro, gestos, ademanes, entre manchas y colores como extraídos de los adentros para hacerlos renacer en su realidad, otra vez, siempre escénica, nos devuelve a Alicia vibrante en sus mil y una facetas. Porque, además de ella, José Miguel Pérez acerca retratos del alma, de otras mujeres que él llama también Divas, que portan materia, luz, vibraciones, colores, sentimientos…, que, al final, constituyen una suerte de estelas que forjan a Alicia como un todo.

El creador cruza por las estaciones, en algunas piezas, para construir a la bailarina en sus diferentes estadíos, nos esboza mujeres portadoras de cubanía, la envuelve en la naturaleza, la anida con hermosos pájaros, la viste con ojos de adolescente, la arropa de azules y del  verde de la esperanza…, porque ella es una mujer que porta en sí muchos destinos.

Alicia es símbolo de esta Isla. Alicia, la de las maravillas danzarias, vuelve a actuar para nosotros con su impronta cubana y universal desde esta hermosa exposición. De su pueblo agradecido vuelve a recibir flores y el sincero cariño convertido en atronadora ovación.

*Palabras del crítico de danza Toni Piñera en la inauguración de la exposición Divas, del pintor José Miguel Pérez.


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