Apuntes en torno a la guerra cultural (1) está entre los volúmenes imprescindibles para su lectura dentro y fuera de nuestro país y, de manera especial, para los investigadores, estudiosos, escritores en general más profundamente interesados en todo lo relacionado con el proceso del conocimiento, desarrollo y fundamentación de la Cultura cubana y de sus vanguardias política y artística.
El libro viene de la pluma siempre inteligente, certera e irónica, en ocasiones, del reconocido escritor Abel Prieto Jiménez, quien al decir de su colega prologuista Ernesto Limia Díaz, “no elude los términos fuertes enfocados en barrer murallas levantadas a partir de los prejuicios y los dogmas. Artículos, intervenciones, entrevistas y presentaciones de libros se juntan para conformar estas páginas. Su autor pudiera, por momentos, parecer duro hacia los aludidos, pero su humor no ofende, más bien suma; aunque a veces se torne cáustico, en especial cuando le habla al enemigo. Y desde una plataforma martiana convoca a la crítica en la Revolución: “Los pueblos han de vivir criticándose, porque la crítica es salud, pero con un solo pecho y una sola mente”.
Entre la voluminosa selección de trabajos de su autoría realizada por Prieto Jiménez se hallan, entre otros: Presentación de Fidel Castro Ruz. Guerrillero del tiempo, de Katiuska Blanco; Palabras para presentar Raúl Castro. Un hombre en Revolución, de Nikolai Leonov; Un libro, un hombre: Ernesto Che Guevara; Lecciones de Cintio Vitier; Mensaje a Roberto Fernández Retamar, en su ochenta y cinco cumpleaños; Elogio de Armand Mattelart; Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y la crisis cultural global; Intervención en el ciclo de conferencias Cultura y nación: el misterio de Cuba; Reencuentro con Enrique Núñez Rodríguez; Notas para presentar Zona Roja. La experiencia cubana del ébola, de Enrique Ubieta Gómez, y Elogio de Miguel Barnet.
En su escrito Cultura, cubanidad y cubanía, este escritor trae consigo la personalidad del profesor antropólogo y folklorista, entre otros atributos, doctor Fernando Ortiz, quien ya en 1949 en su obra investigativa había planteado cuestiones fundamentales referidas a la formación y el perfil del ser nacional cubano, pero que al mismo tiempo llegó a la conclusión de que era necesario, “algo inefable para completar la cubanidad del nacimiento de la nación, de la convivencia y aún de la cultura. Ese algo que nada que ver con caracterizaciones etnográficas, es justamente, lo que define a lo cubano”.
Seguidamente, Prieto Jiménez rememora palabras de Ortiz en las que realiza distinciones sobre tal concepto, y que la periodista que redacta este artículo considera aleccionadoras no sólo para los momentos actuales, sino también para el enriquecimiento en valores y principios históricos de la cultura cubana –la de todos los tiempos desde los tiempos de conquista, colonia y neocolonia–, y la de sus hijos que la veneran, respetan y que ante todo defienden con sincera dignidad dentro y fuera de nuestras fronteras:
“(…) No basta para la cubanidad tener en Cuba la cuna, la nación, la vida y el porte; aún falta tener la conciencia. La cubanidad plena no consiste meramente en ser cubano por cualquiera de las contingencias ambientales que han rodeado la personalidad individual y le han forjado sus condiciones; son precisas también la conciencia de ser cubano y la voluntad de quererlo ser (…) Pienso que para nosotros los cubanos nos habría de convenir la distinción de la cubanidad, condición genérica de cubano, y la cubanía, cubanidad plena, sentida, consciente y deseada; cubanidad responsable, cubanidad con las tres virtudes, dichas teologales, de fe, esperanza y amor”.
Y como bien explica el Autor de este libro: “El interés de Ortiz –inspirado en Miguel de Unamuno–, en el concepto de cubanía habla por sí mismo de las contradicciones y desafíos que ha enfrentado nuestra identidad nacional, desde sus orígenes, para realizarse plenamente y sobrevivir. El hecho de acudir a la eticidad, también presente en las investigaciones poéticas sobre lo cubano de Cintio Vitier, y a la responsabilidad y a la conciencia, muestra las polarizaciones surgidas a lo largo de ese itinerario espinoso y difícil que recorrió la nacionalidad cubana hacia su definición”.
Asimismo, y cuestión importante contra la cual arremete en su libro es la llamada cultura plattista –muy viva aún desafortunadamente en algunos cubanos–, y que pervive en un sector de los cubanos de la emigración con vigor y poderío extremos –y expone además esta periodista que huelgan infinidad de comentarios al respecto acerca no sólo de los anteriores, sino también de los actuales mercenarios y miembros de la cofradía de la Administración trumpista norteamericana–, y aparece una y otra vez, en manifestaciones diversas, entre los cubanos de la Isla.
“El anexionismo duerme en todas las manifestaciones de esta cultura, por muy ruidosamente cubanas que se presenten”, explica para agregar: “Martí lo había advertido: la idea de la anexión está condenada a impotencia permanente, pero es un factor grave y continuo de la política cubana, y mañana, profetiza, perturbará nuestra república”.
Prieto Jiménez recuerda que “algunos principios culturales básicos del plattismo se difuminaron peligrosamente en la conciencia colectiva, sobre todo en los primeros años de la República neocolonial. El panegírico de los programas de higienización, orden interior y educación que llevó a cabo el gobierno interventor entre 1898 y 1902 se combinó con una lectura yanqui de la historia de Cuba y de América, y con la permanente amenaza de la intervención directa de los Estados Unidos ante huelgas, obreras, disturbios y pugnas entre grupos políticos. La opinión del embajador y del gobierno norteamericano era un punto de referencia indispensable para cualquier acción política, por moderada que esta fuese. Junto al tutor yanqui omnipresente y poderoso, se extiende la metáfora del pueblo cubano como un niño vigilado, y de la sociedad cubana como un organismo inmaduro, infantil, que da sus primeros pasos y necesita ayuda y una paternal severidad”.
Algo fundamental: el Autor de Apuntes en torno a la guerra cultural, “no elude los términos fuertes enfocados en barrer murallas levantadas a partir de los prejuicios y los dogmas”, sino que vale la pena también considerarlo como título imprescindible en la biblioteca o archivo personal de los escritores y estudiantes jóvenes cubanos –de dentro y fuera de nuestro país–, al constituir una obra proteica y regeneradora de cubanidad, de igualdad y de unidad fraterna y sincera de lo cubano en cualquier rincón del mundo.
(1)Apuntes en torno a la guerra cultural. Abel Prieto. Proyecto de Ocean Sur Press y Ocean Sur. www.oceansur.com www.facebook.com/OceanSur info@oceansur.com
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