Aquellos años ´50. Eso sí era desigualdad


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Las desigualdades sociales han sobrevivido en Cuba a sesenta años de revolución socialista, ni remotamente al nivel de antes del triunfo de la Revolución, pero algunas cosas objetivas como el problema de la vivienda subsisten a pesar de planes y programas por una vivienda digna desarrollados desde el mismo 1959 y otras subjetivas –no sin bases objetivas– como el racismo, cierta diferenciación socioclasista, el machismo y la homofobia.

El burgués acepta la desigualdad de la sociedad capitalista y hasta trata de explicarla desde la selección natural, no es capaz de hacerlo desde la existencia de la propiedad privada, la explotación del trabajo por el capital y la existencia de clases sociales antagónicas en las que una es explotadora y varias son explotadas y por tanto la polarización entre la riqueza y la pobreza es cada vez mayor.

Los marxistas hablamos del socialismo como un escalón hacia la futura sociedad sin clases ni desigualdades, cuestión que los burgueses entonces aprovechan para sobredimensionar las desigualdades que sobreviven en el socialismo y con ello empoderar su teoría de que siempre existirán, de que están en la naturaleza del ser humano y la sociedad que ha creado desde hace miles de años.

Los ingenuos y confundidos que les creen sus cuentos y los mercenarios mal pagados, le siguen la corriente y a vox pópuli gritan acusadoramente: existen desigualdades en Cuba y en el socialismo y manipulan la realidad tratando de demostrar que el socialismo no es capaz de resolver esos problemas.

Los hay tan trasnochados que comparan algún hecho aislado de muerte de un delincuente de piel negra por un agente de policía cubano con los hechos cotidianos de asesinatos de afroamericanos, latinos y musulmanes por policías blancos racistas estadounidenses. Acaso no se dan cuenta que la propia institución “de la ley y el orden” de aquél país es raigalmente racista porque estructuralmente la sociedad capitalista estadounidense lo es.

Nada que ver con Cuba. La Policía Nacional Revolucionaria (PNR) no puede ser, por su esencia, una institución racista. La fundó Fidel el 5 de enero de 1959 cuando tomó posesión en La Habana como su primer jefe el comandante del Ejército Rebelde Efigenio Ameijeiras Delgado que ya había sido nombrado en el cargo desde Santiago de Cuba el 1ro. de enero.

Efigenio era el jefe de la columna No. 6 del Segundo Frente Oriental Frank País y recibió la orden de que su columna guerrillera completa se convirtiera en la primera fuerza de la nueva policía. Aquello era todo un símbolo. Sus tres hermanos habían sido asesinados por la tiranía batistiana en la capital y de lo que se trataba era de crear un nuevo cuerpo con valientes y respetuosos soldados rebeldes alejado de aquella policía esbirra que había sido fundada durante la primera ocupación militar norteamericana del archipiélago (1899-1902).

Los mismos que no hacen bien la tarea de estudiar la historia de Cuba y analizar objetivamente la sociedad cubana actual “olvidan” que no es propaganda el bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba refrendado el 3 de febrero de 1962 pero con antecedentes de medidas unilaterales desde junio de 1960 y esa y no otra, es la principal causa objetiva de las desigualdades en el país. Por mucha voluntad política que exista, el bloqueo trauma el normal desarrollo de este estado de derecho y justicia social.

La revolución nunca ha negado la existencia de desigualdades sociales. El tiempo histórico de desarrollo del poder revolucionario es extremadamente breve, poco más de medio siglo y ello hace difícil y casi imposible acabar con males heredados de cuatro siglos anteriores sobre todo si se trata de un país con escasos recursos naturales y sometido al más cruel y extenso bloqueo económico, comercial y financiero que jamás haya conocido la humanidad.

La otra cara de la moneda hay que visibilizarla más y es que, desde 1959 ha habido voluntad política para resolver el problema de las desigualdades sociales y no se ha descansado en políticas públicas de beneficio social e instrumentos jurídicos para refrendarlos. El primer derecho humano que ha puesto a relieve la revolución socialista en Cuba es el derecho a la vida, a la dignidad humana, a la protección social, a la salud plena, a la educación integral, a la práctica deportiva, a la práctica y al consumo artístico y literario, al disfrute de los adelantos científicos.

La Revolución cultural y educacional profunda iniciada en 1959 ha resuelto problemas que parecían naturalizados en la década de 1950 como el analfabetismo y la subescolarización. En un país con apenas seis millones de habitantes había un millón de analfabetos y otro millón de adultos subescolarizados que no habían concluido la enseñanza primaria y por tanto eran analfabetos funcionales. El 22 de diciembre de 1961 Cuba se declaró el primer país del hemisferio occidental libre de analfabetismo cuando la revolución no había cumplido su tercer aniversario. En 1976 logró que todo adulto alcanzara al menos el sexto grado y en 1980 el noveno, la enseñanza es obligatoria para todo niño, niña y adolescente hasta ese grado y es gratuita desde la enseñanza infantil preescolar hasta la posdoctoral, por tanto se crearon las condiciones para que no se reproduzca el fenómeno.

Desde 1728 hasta 1947 Cuba tuvo una sola universidad pública. La república proclamada el 20 de mayo de 1902 no había resuelto ese problema hasta la fundación de la Universidad de Oriente y en la década del 50, la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, fue la tercera. Institutos de Segunda Enseñanza –los Preuniveritarios de hoy– eran solo 16 para seis provincias y 126 municipios y lo que hoy llamamos enseñanza técnico-profesional tenía cinco escuelas. Escuelas primarias superiores –actuales secundarias básicas– no había en todos los municipios. La enseñanza especial no existía y la enseñanza artística extremadamente escasa en un país de herencia artística por naturaleza. Eso, en el sector público.

El sector privado estaba la Universidad Católica de Santo Tomás de Villanueva, en la segunda enseñanza, varios colegios católicos y algún que otro protestante o de propiedad de alguna persona natural. Para la preparación técnica existía el Candler College.

La enseñanza primaria elemental estaba distribuida en cada localidad urbana y en algunos espacios rurales. En las áreas urbanas había escuelas primarias elementales públicas en cantidades adecuadas pero no todos los niños y niñas pobres acudían pues tenían que trabajar o apenas terminaban en segundo o tercer grado, tampoco la mayoría de las escuelas tenían las condiciones constructivas adecuadas y había plazas con personas nombradas y cobrando el sueldo que no eran maestros produciendo además el efecto contrario: niños sin maestros y maestros desempleados sin aulas.

En la capa social pobre terminar el sexto grado era un mérito y en la mayoría de las localidades había escasas escuelas privadas de ese nivel a las que acudían sólo los niños y niñas de capas altas y medias.

Después de la nacionalización de la enseñanza y la reforma universitaria en 1961 y 62 respectivamente, el panorama cambió. La existencia de secundarias básicas en cada barrio por pequeño que sea, de preuniversitarios en todos los municipios y en varios, más de uno y centros de enseñanza superior en cada provincia con más de uno y sedes universitarias o filiales en no pocos municipios es una realidad.

No puede haber comparación entre aquellas funestas casas de socorro –por demás, escasas y aisladas– y sólo en las áreas urbanas con los policlínicos, consultorios del médico de la familia, 9 médicos por cada 100 mil habitantes y los más diversos programas de salud totalmente pública, gratuita y de cobertura universal que constituyen la atención primaria de salud.

De clínicas privadas y mutualistas y pocos hospitales públicos a hospitales provinciales y municipales, clínicas estomatológicas e institutos de investigación que completan el Sistema Nacional de Salud; las llamadas atención secundaria y terciaria al alcance de todos.

Todavía el país tiene que tener un versátil programa nacional de viviendas porque no se alcanza el derecho constitucional a una vivienda digna. Todavía tiene un programa nacional contra el racismo y la discriminación racial porque aunque algunos entienden y otros no, de que somos una nación cultural y genéticamente mestiza persisten prejuicios y estereotipos por el color de la piel que provocan acciones discriminativas. Muchos no entendieron el matrimonio igualitario en el proceso de discusión del anteproyecto de constitución de la república, ahora habrá una segunda vuelta cuando discutamos el proyecto de Código de las familias. Aunque todos ganamos el mismo salario por igual labor sin distingos de ningún tipo, hoy el salario no es el principal ingreso de las familias para resolver los problemas más elementales y por tanto se produce desigualdad en los ingresos a partir de las remesas y los negocios privados. Las clases sociales principales del sistema: la obrera y la campesina están estratificadas a partir del tipo de propiedad, el modo de gestión, el renglón económico o social…

Claro que existen desigualdades sociales en Cuba. Yo no pretendo esconderlas en mis líneas, están a la vista pero, en mi modesta opinión, el referente no puede ser ni la Cuba antes del 59 ni el vecino del norte. Mi país se parece a sí mismo.


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