Hoy se conmemora un aniversario más del natalicio del trascendental tresero y compositor cubano Arsenio Rodríguez, conocido como El ciego maravilloso.
Nació con el nombre de Ignacio Loyola Rodríguez, en Güira de Macurijes, en la provincia de Matanzas el 31 de agosto de 1911, y falleció en Los Ángeles, Estados Unidos, el 31 de diciembre de 1971.
Desde muy joven aprendió a tocar el tres y pronto se convertiría en un experto en la ejecución de este instrumento, lo que le valió el apodo por el que sería internacionalmente reconocido.
En la década del 30 se establece en la capital y en 1936 ingresa en el Septeto Boston; dos años después funda el Septeto Bellamar y es en 1940 que crea el conjunto que lleva su nombre; el doce de septiembre de ese año Arsenio Rodríguez realizó sus primeras grabaciones en el estudio número uno de la emisora cubana CMQ, con piano, tumbadora y la segunda trompeta.
Entre sus grandes legados a la música cubana está el haber iniciado la era de los conjuntos en Cuba con el formato instrumental de su propia agrupación; había comenzado a trabajar en su innovaciones en el año 1934 y la consolidación de sus ideas novedosas dentro del son cubano fue un hecho en 1938, abriendo así el camino para una transformación de la sonoridad del género, con una mayor riqueza armónica.
Según sus propias palabras, organizó un nuevo sistema de conjunto, porque consideraba que el antiguo formato de septeto, con la trompeta, la guitarra y el tres, tenía una armonía insuficiente por lo que añadió un piano, tres trompetas y una tumbadora; esta evolución en el resultado musical trajo como consecuencia que al año siguiente, «desaparecieron los septetos y todo el mundo usaba las tres trompetas y el piano… », según sus propios recuerdos.
El otro inmenso aporte fue la ampliación de un repertorio propio y versátil, plagado de números que constituyeron éxitos y que se siguen cantando hoy en día, y una gran variedad de ritmos y conceptos armónicos que dieron riqueza al son, al bolero, a la guaracha, entre otros géneros.
Helio Orovio lo ubica entre los precursores del mambo y lo argumenta a partir de que Arsenio empleó una base ritmática de origen congo, que mezclaba con pasajes instrumentales ejecutados por las trompetas, inspirados en figuraciones propias de los sones montunos tocados por los treseros orientales. A este nuevo género Arsenio le llamó diablo, y el músico por su parte asegura que « el primer “diablo” o mambo que se grabó en disco fue So caballo.»
Por otra parte, Arsenio creó también un estilo de ejecutar el tres, distinto al de los sextetos y septetos de son; el piano hace un empaste con el tres a la vez que sus figuraciones armónicas enriquecen este aspecto, además de arpegios y «tumbaos» que aún hoy son de vigencia sorprendente.
Arsenio se radicó en los Estados Unidos en 1954, y vivía en el centro de Nueva York donde continuó su carrera; fundó otras agrupaciones, grabó nuevos discos, e influyó notablemente en el universo sonoro de la Gran Manzana, aunque muchos afirman que sus nuevas composiciones no tenían el sabor de las creadas en la isla.
No obstante, es reconocido internacionalmente como uno de los adelantados del jazz latino y como el precursor de la salsa neoyorquina; un impresionante repertorio avala su gran labor como compositor y la excelente calidad sonora que logró con sus interpretaciones.
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